Once

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Eran las cinco de la tarde y el sol empezaba a descender. 

Annabeth y Piper se encontraban con Hazel y Frank, quienes habían llegado primero, y, por lo que sospechaban las dos chicas, juntos. 

Los habían encontrado en una de las mesas del exterior, charlando y riendo como una pareja normal. Piper había sacado una foto que definitivamente mandaría por el grupo. 

El lugar estaba casi vacío al ser un lunes, lo que sólo hizo que a Annabeth le agradara más. 

Era un edificio blanco de de dos pisos, iluminado con luces de neón. A la izquierda había una pequeña pizzería, donde hacían las mejores pizzas de la ciudad. A la derecha se asentaba una heladería a la que, extrañamente, nunca habían ido. 

Piper y Annabeth se sentaron en la mesa de Frank y Hazel, porque Hazel no quería que la dejasen sola. Luego de unos cinco minutos, llegaron Nico y Jason. 

"¿Percy no venía contigo, Jay?" preguntó Piper. 

Jason negó con la cabeza y sonrió; era la primera vez que Piper lo llamaba de esa forma en público. 

Leo llegó después, solo y con un sombrero al estilo Abraham Lincoln, y cuando le preguntaron por qué lo usaba, negó con la cabeza y no respondió. Rachel lo siguió. 

Y al final, después de veintitrés minutos y treinta y dos segundos, Reyna y Percy llegaron. 

Nico se había dormido, con su cabeza apoyada en la mesa. Leo se había bebido tres latas de gaseosas y Annabeth sabía que su azúcar estaba por los cielos. Piper y Jason habían estado tomados de las manos, sonriendo y coqueteando. Al principio era tierno, pero ahora se había vuelto aburrido. 

Así que cuando Annabeth los vio bajar del auto, se levantó de su asiento estruendosamente, haciendo que Nico se golpeara la cabeza contra la mesa y se levantara, no sin antes quejarse. Rachel soltó su cuaderno de dibujos, Leo dejó de bailar en la acera y Hazel, Frank, Piper y Jason dejaron de coquetear. 

Cuando Piper vio a Percy junto a Reyna, esta le dio un codazo a Annabeth. Sin embargo a ella no le interesaba. 

Los diez chicos entraron a la bolera, riendo por los bailes raros de Leo y por el golpe de Nico, el cual tenía una marca roja en la frente. 

...

"¡Hombres contra mujeres!"Gritó Rachel, mientras se cambiaban los zapatos. 

Todos estuvieron de acuerdo y en menos de cinco minutos habían elegido una mesa y una línea. Habían dos sillones rojos, y al fondo podía oír una canción que nunca había escuchado antes pero que era muy buena. Un sillón era para las chicas y otro para los chicos, así evitarían situaciones incómodas.

¿El premio? Pues, pizzas. 

El equipo perdedor pagaría tres pizzas grandes más las bebidas y, a petición de Leo, el postre.

Cuando estuvo ya todo arreglado, empezó el juego. Jason era el líder del equipo de los chicos, así que él iniciaría. 

Tomó una bola azul eléctrico, retrocedió tres pasos y balanceo el objeto con su brazo. Una respiración, dos... Avanzó hasta la línea límite y lanzó la bola de boliche. 

...

El marcador dictaba 77 contra 84 a favor de los chicos, y esta era la última línea. 

Piper sostenía la figura esférica entres sus manos y en el fondo se oía una canción que sólo hacía que el corazón de Annabeth latiera más fuerte. 

La chica dio cinco pasos hacia atrás y soltó el aire que había estado reteniendo hasta ese momento. Avanzó hasta la línea, y lanzó la bola con todas sus fuerzas y... ¡Chuza! 

El marcador subió hasta 87 a 84, dándole la victoria a las chicas. 

Annabeth, Hazel, Rachel y Reyna abrazaron a Piper, y Leo tiró el sombrero de copa. 

"¡Alguien nos debe una pizza!" gritó Rachel, mirando a los chicos que, a excepción de Leo, se encontraban sentados en el sofá rojo. 


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