El sonido de los balones golpeando el suelo se escuchaba en todo el gimnasio; la clase de Educación Física estaba a la mitad. Annabeth no entendía por qué la habían puesto como la primera clase del día lunes si ya de por si el lunes era un día terrible.
Aunque Annabeth odiara la clase, amaba estar activa. Luego de lo que se sentía su séptima vuelta alrededor de la cancha, tomó asiento en uno de las gradas; era tiempo de un descanso de 5 minutos. Su respiración era rápida y sentía los latidos de su corazón en todo su cuerpo. Gotas de sudor recorrían su bronceada piel y mojaban ligeramente su cabello.
Reyna tomó asiento a su lado.
"¿Agua?" Preguntó la morena reorganizando la larga trenza que caía por su hombro derecho.
Annabeth asintió y tomó la botella que su amiga le ofrecía.
"¿Sabes? Se supone que el gobierno obliga a los colegios a inculcar actividad física en sus alumnos." Contó Reyna, mientras trataba de recobrar la respiración. "Sin embargo, lo único que consiguen es que odiemos hacer deporte."
La rubia asintió hacia a su amiga; por lo general, ella era la única que la entendía. Era el segundo mejor promedio de su generación, y aunque amaba a Piper, a veces sentía que Reyna la comprendía más en ciertos aspectos. Con ella podía iniciar una conversación sobre Joseph Conrad y terminar hablando sobre Dmitri Medeléyev.
"Piper me contó sobre aquel chico. Darcy." La chica de ojos grises frunció el ceño.
"¿El sr. Darcy? Pipes no ha leído Orgullo y Prejuicio. Ni siquiera quiso ver la película."
"Uhm, el que va contigo a una clase... Oh, bueno, tú sabes."
"Te refieres a Percy." señaló la rubia, y su mirada se dirigió al grupo de chicos que se encontraba con el entrenador, haciendo flexiones. Una cabellera del color del azabache brillaba entre la multitud.
Reyna afirmó con su cabeza mientras su amiga le devolvía la botella.
"¿Qué sucede con él?" inquirió Annabeth, desviando la mirada del grupo.
Reyna se encogió de hombros.
"Pensé que te gustaba."
Annabeth soltó una ligera risa y negó con la cabeza, dejando en claro a su amiga que eso no era así. Reyna asintió, aunque la rubia sabía que no le creía, porque cuando Reyna tenía sus teorías luchaba contra viento y marea hasta confirmarlas.
"Cambiando de tema, Reyna, ¿Cómo está tu hermana?" Reyna podía hablar con Annabeth sobre todo lo que concierne a lo intelectual, pero jamás acerca de sus sentimiento. Hylla era unos años mayor que Reyna y su padre la había dejado a cargo cuando su madre y él dejaron el país por trabajo hace, apenas, pocas semanas.
Reyna se removió incómoda.
"Ella está bien. Estamos bien, en serio, Annie."
Annabeth soltó un suspiro y le regaló una sonrisa. No quería preguntar más, temía a que Reyna se pusiera a la defensiva.
"¿Una carrera?" Reyna asintió a la pregunta de su amiga, apartó la botella con agua y las dos chicas corrieron hasta el otro lado del gimnasio.
...
La respiración de Percy era rápida, y el chico de cabellos oscuros podía sentir su corazón palpitando tan fuerte que resonaba por todo su cuerpo.
"¡Ahora, cinco vueltas alrededor de la cancha y podrán irse!" Ordenó la profesora de educación física. A diferencia de las profesoras normales, ya saben, con arrugas y apariencia de querer matarte, la srta. Darrinson era amable, aunque estricta.
Percy se puso de pie y empezó a trotar. Jason lo alcanzó sin esfuerzo alguno, y junto a él se encontraba Leo, quien jadeaba para poder seguir el ritmo de sus amigos.
"¿La vieron? ¡Es hermosa!" Soltó Leo, con una sonrisa en su rostro. Señaló a su profesora, que se encontraba recogiendo su cabello oscuro, sin darse cuenta de que todos los chicos de su clase la miraban.
Jason negó con la cabeza.
"¡Tiene diez años más que tú!" respondió el chico rubio, mientras terminaban la primera vuelta. "Y acéptalo, Leo Valdez, jamás te pondría atención."
El chico con la piel morena frunció el ceño.
"¡Gracias por el apoyo, amigo!"
Jason sonrió y se adelantó, dejando a Leo y a Percy solos.
"Hermano, no te va a prestar atención. Además, si te fijas en su mano, tiene un anillo de compromiso."
Pero Percy sabía que a él no le importaba; cuando se empeñaba en algo, lo cumplía.
"No me importa. Vamos a salir, es casi seguro. Tanto como que tú y Annabeth van a terminar juntos."
"¡Que no me gusta An-!" Antes de que Percy pudiera terminar la frase, chocó con una chica.
Cuando se recuperó de la caída lo primero que vio fue un par de ojos grises; ojos que reconocería en cualquier lugar. Annabeth Chase.
"Atropellaste figurativamente a mi amiga, Perseus."
Vio a Leo tendiéndole la mano a una morena que se encontraba en el suelo; se encontraba consciente, lo que le quitó un peso de encima a Percy.
El chico se levantó e ignoró por completo a la rubia, dirigiéndose a la afectada.
"Lo siento mucho. No vi por dónde iba."
La chica con el cabello trenzado arqueó la ceja.
"Sí. Lo noté, Perseus."
"¡No me llames Perseus! Percy, por favor."
La chica sonrió y Annabeth se acercó a su amiga.
"Reyna, por favor." Imitó la chica, lo que relajó el ambiente.
Annabeth jaló a Reyna lejos, mientras Leo y Percy reanudaban el trote.
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¡Capítulo dedicado a SeaweedBrain08, porque la asmo con todo mai jart, y por ser candidata a mi futura prima! <3
Recuerda, bebé, Berenuel es real.
-N.
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The Code
FanfictionAnnabeth Chase tiene diescisiete años, y es una de las chicas más conocidas en su colegio, a pesar de estar enfrascada siempre en libros y no hablar más que con sus tres mejores amigas, Piper, Reyna y Hazel. ¿Por qué? Sus ojos grises tormenta y su...