Lagrimas y Esperanza.

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-Jean, lleva esto a la mesa tres -dijo Abbie, entregando una de las bandejas con dos porciones es de pastel de chocolate y tres tazas cafés- Ah, y toma el pedido de la mesa uno.
El chico asintió, tomando la bandeja con cuidado como el novato que era, intentando equilibrar todo sobre la charola de plástico marrón en su mano. Camino con fingida seguridad hasta la mesa tres, frente a la ventana, dejando los platos frente a las jóvenes universitarias que platicaban alegres sobre un libro sobre lycans. A Jean le llamo la atención los términos empleados en la conversación para referirse a los lobos y vampiros, ya que los recordaba claramente del libro de los lobos, pero como no era capaz de preguntarles nada a las señoritas, se limitó a sonreír débilmente, prometiendo internamente a si mismo que lo buscaría más tarde en la internet.
Mientras se acercaba al hombre de la primera mesa y oprimía el botón para que saliera la punta de su bolígrafo, la puerta a su derecha se abrió, dejando ingresar el frío del invierno que traía consigo el aroma familiar a cerezas y playa que hace tanto no sentía. El lobo miro por el rabillo del ojo a la pequeña figura que largo cabello castaño oscuro que se adentraba en el local con pesadez, como si llevase botas metálicas o como si tuviese puesta una escafandra sobre los hombros. Su pesada respiración era solo comparable con la que el mismo camarero había experimentado el día en que consiguió el empleo, pero aún así, con increíble valentía, la chica de piel tostada se sentó en la mesa del fondo, observando el lugar con tranquilidad.
Jean, por su parte, sintió como su estómago se comprimía de los nervios, haciéndole chocar contra Mi Young al darse la vuelta para ir a entregar el pedido a Marisa, la ayudante de cocina. Lo único que salvó a los vasos de romperse fue la gran destreza de Mi Young y un poco de ayuda de su viento mágico, el cual logro estabilizar los cuatro vasos con jugos naturales. Jean miro a Abbie con expresión de horror, pero esta solo le indico la puerta de la cocina para que dejase el pedido.
-... la cosa es que Kelly no quiere vender, esa mujer está aferrándose con todo! -exclamaba Tony mientras sacaba un pie de limón del horno.
-Es natural, pero ¿porque no intentas con la tienda de muebles, el espacio es bueno, también -dijo Marisa, viendo a Jean entrar en perfectamente limpia cocina.
-Es que a la tienda de muebles le va muy bien y Kelly tendría que vender de todos modos por las deudas -Tony suspiro, sacando cuidadosamente el pie de la fuente para cortarlo en trozos y colocarlos en platos.
-Entonces espera, agrandaremos de todas formas -Marisa alzó las cejas en dirección a Jean mientras le señalaba dos platos y el comenzaba a colocarlos en la bandeja con cuidado. Marissa era quien preparaba los jugos y sandwichs mientras Tony hacia los pasteles y tartas, y como ese el el primer día de Jean fuera del mostrador, entrar en la cocina le parecía extraño aún. Salió entonces, intentando enfocarse en el trabajo, le quedada al menos media hora para el descanso y no quería hacer alguna estupidez luego de haberse comprometido a hacer el trabajo de Abbie, quien se había lesionado la pierna el fin de semana.
-Jean, lleva esos sandwichs a la mesa cinco y toma el pedido de la mesa siete, por favor -suplico Abbie, para ser un miércoles por la tarde, el lugar se encontraba bastante abarrotado. Era entendible el apuro de Tony por agrandar la tienda.
Jean hizo una mueca al escucharla, pero se dió media vuelta y entrego la comida a la pareja de estudiantes que tontamente, se entretenían con sus móviles sin cruzar palabras.
-Ah, Jean, la chica de la mesa cinco quiere hablar contigo -dijo Mi Young, depositando dos tazas de café en la mesa cuatro, sin mirar al lobo que bajaba vasos con jugo de melón y durazno a la mesa diez, casi al centro del local- ¿Quieres que te cubra?
Jean chasqueado la lengua, mirando el lugar, las doce mesas estaban repletas de personas con serías intenciones de quedarse, y en la barra, Abbie luchaba por atender a todas las personas de la larga fila que bloqueaba la puerta de la cocina, rozando también la de entrada.
-Se que hay mucha gente, pero, parece serio -susurro la gumiho, girando a la mesa siete para darles la cuenta.
Jean suspiro, haciendo un puchero. Las cuatro escolares de la mesa diez que estaba atendiendo sonrieron de ternura y soltaron chillidos de emoción, realmente eran unas niñas de no más de trece años, pero Mi Young le dió un suave empujón​ a Jean mientras sonreí burlona y caminaba hasta la cocina.
El, por su parte, frunció los labios y camino con decisión hasta la mesa del fondo, intentando mantener la cabeza en alto y no desinflarse por el camino. Las niñas de la mesa murmuraban débilmente cosas sobre enredos amorosos y bebés ilegítimos de Jean, quien se sorprendía cada vez más de la extraña​ imaginación de la gente.
-Hey, por fin llegó el mesero -dijo ella, sonriendo leve -pensé que tendría que volver a casa sin probar el famoso pastel de menta y plátano de este lugar.
Jean se mordió el labio, rascándose la nuca.
-Si no puedes hablar entonces escribe en esa librería tuya, y pon el pastel, enserio quiero probarlo -insistió ella, esforzándose por llevar una conversión con naturalidad con el joven.
El obedeció, sacando la libreta verde oscuro de su bolsillo derecho junto con el lápiz para escribir.
«Pastel de menta, plátano y miel. Definitivamente no vino aquí a probarlo ya que ese es su favorito desde los diez años», le enseño Jean, la morena apretó los labios, sonriendo un poco.
-Pero hace mucho que no lo como.... -reprocho con un tono infantil, ayudando a Jean a tranquilizarse un poco- Además, creo que Tony ya no le pone miel... es una lástima.
«Entonces pediré que lo haga especial para ti, Taffyta », añadió, dando media vuelta para alejarse.
-Ah, y Jean... Te ves bien, creciste un poco este último año.

Lazos Eternos [Terminada] Kde žijí příběhy. Začni objevovat