Epílogo

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– Cariño, despierta. –siento como alguien toca mi brazo. Me sacudo, llena de miedo, alejándome de aquella persona.

– ¡No me toques! –. Me pego contra la pared temblando.

– Tranquila, Lorena, no te haré daño. –asegura él. Su rostro. Me ha atormentado demasiado tiempo.

– ¡Déjame en paz, Christian! –. Enredo los dedos entre mi cabello y empiezo a jalármelo ignorando el dolor.

– ¡Robert, trae la pastilla! –. Grita. Me sujetan por los brazos.

– Toma esto. –un hombre con barba de candado me extiende un par de pastillas y un vaso de plástico con agua. Niego con la cabeza. Me sujetan con fuerza y me obligan a beberlas. Cuando me tranquilizo me dejan de nuevo en la cama.

– Acordamos que si te portabas bien dejaríamos que él viniera. –dice la mujer que, antes creí, era Christian.

– Lo siento, tuve una pesadilla, sólo eso. –digo con voz tan baja que es poco probable que me hayan escuchado.

– Bueno, está bien, te dejaremos ver a tu visita, Robert te llevará.

Me pongo de pie y salgo lentamente de la habitación. Es pequeña, una litera, un W.C. y un lavamanos. Las puertas son de vidrio así que no tengo privacidad, pero no me importa, no tengo nada que hacer en ese cuarto tan aburrido. Entramos a una habitación en donde hay una mesa, una silla vacía y otra en donde se encuentra Andrew, un hombre rubio con cicatrices de acné en las mejillas.

– Buenos días, Lorena, ¿dormiste bien? –. Pregunta en cuanto me siento frente a él.

 Pregunta en cuanto me siento frente a él

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– Volvió a confundirnos con Christian. –informa Robert. El rubio observa unos papeles sobre la mesa.

– Por suerte ocurre con menos frecuencia cada vez –levanta la vista de nuevo hacia mí–. ¿Sabes quién soy? –. Asiento.

– Andrew Davis, mi loquero. –se dibuja media sonrisa en su rostro.

– Tu tratamiento está funcionando muy bien, esperemos que continúes así y...

– Me dijeron que tenía una visita. –lo interrumpo, no quiero escuchar sobre lo mal que estoy de la cabeza.

– Sí, como todos los viernes.

– ¿Y por qué aún no lo veo?

– Lorena, creo que no entiendes que...

– Sí, lo hago, hoy simplemente tuve una pesadilla relacionada con Christian. Quiero ver a mi visita.

– Claro, una última pregunta. ¿Recuerdas por qué estás aquí? –niego con la cabeza. En realidad no sé por qué estoy en este lugar; recuerdo a Christian y a Thomas, pero no qué pasó con ellos, así funciona mi cerebro ahora, sólo recuerdo unas cuantas cosas–. Bien –mira al hombre que está parado en la esquina detrás de mí–, déjenlo pasar. –Robert abre la puerta permitiendo que un chico rubio entre a la habitación. Me sonríe sin mostrar los dientes.

Secuestrada por el pasado #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora