Maratón 3/3 capitulo 78

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Estoy perdido...estoy..., ¿dormido?

Estoy en casa, está un poco oscura. Las paredes están cubiertas por varias capas de polvo, al igual que el resto de cosas. El tapete está muy sucio, y las escaleras están rotas. Hay mucho silencio, demasiado. No hay techo, está todo negro sobre mí, he profanado mi propia casa. Las paredes se elevan, o yo me hago más pequeño. Estas se agrietan de a poco como las raíces de un árbol viejo, se está degradando, escucho el sonido de los brotes quebrándose en su interior, está despedazándose. Van a caerme encima una vez que estas se desmoronen. Debo buscar a Jane, debo sacarla de aquí antes que las paredes caigan. Las paredes de están haciendo añicos, se están dividiendo, la luz entra por los orificios, es cegante. Vienen por nosotros. Debo encontrar a Jane.

Corro sobre las escaleras pero estas están rotas, se quiebran aún más cuando les proporciono el peso de mi cuerpo. Escucho que las paredes siguen agrietándose, debo apresurarme. Es una subida eterna, no llego al destino nunca. La pared frente a las escaleras se agrieta también. Son como pequeñas rayas negras entrelazadas uniéndose con chasquidos de presión. Es imposible, no logro subir.

-¡Jane, baja! ¡Debemos irnos!- grito escaleras arriba. Ya me he rendido y me encuentro al pie de las escaleras con la vista hacia la puerta de su habitación, está entreabierta.

Jane no me contesta, no sé si está aquí, tal vez está dormida. No puedo dejarla aquí. Intento subir hacia arriba nuevamente. Las paredes ya están desvaneciéndose, se están destrozando, caen sobre mí y escucho los golpetazos incesantes al sentir el cemento estallando sobre mi espalda.

Me despierto exaltado. Los golpes de mi sueño se intercalan con el de los de una puerta. Alguien está llamando a la puerta. Estoy tirado en el sofá, no traigo camisa, estoy sudando pero inmediatamente se contrasta con los doce grados que marca el termómetro al lado del reloj de pared. Suelto una pequeña convulsión de frío, pero los golpes en la puerta no se detienen, son marcados y desesperados.

¡Jane!, pienso inmediatamente. Ella ha regresado. Corro hacia la puerta lleno de esperanzas y al escuchar el chirrido de la visagra me propongo lanzarme sobre ella y prometerle ir hasta donde ella lo desee. Mis ilusiones caen al suelo y se rompen como un cristal antiguo sobre un pretil. Es Antolina.

-¿Qué quieres?- murmuro. Me regaño a mi mismo por ser grosero.

-Jane está donde su madre- sonríe viendo mi torso desnudo.

-¿Qué quieres?- repito.

-Sólo quería informarte que ella está con su madre. No sea tan duro, director- pone un dedo en mi pecho y luego el otro, como caminando con ellos- No me lo agradezca, pero aún tengo la información...por si la necesita..., por si necesita cualquier cosa- se me insinúa.

-Debo irme. Y no me interesa tu información.

-Como quiera- da media vuelta-, pero cuando la necesite...aquí estaré...- camina en dirección contraria.

Cierro la puerta.

Jane está con ____TN, debo buscarla. Corro escaleras arriba y recuerdo mi sueño.

Voy de camino a Londres, debo hallar a mi novia. Debo convencerla de que estaba mal y no debí precipitarme. Las tres horas y media más largas de mi vida. Toco a la casa de los Bieber. Recuerdo cuando Jane estaba borracha en esta entrada aquella noche, cuando su padre la encontró desnuda abrazándome. La puerta se abre y Jade Thirlwall me recibe.

-Justin Lí-Sellers, pero ¡Qué sorpresa!- se me tira encima en un abrazo acosador.

-Hola señora Thirlwall, ¿está Jane aquí?- digo mirando sobre su hombro.

Mala Jane (Justin y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora