Mirando la luz, caminando entre las sombras (Epílogo)

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Ginger Bread se giró a su compañero. Lo podía ver sonreír debajo de su máscara.
—¿Para qué la quieres?

El ser el marionetista de una prisión, lo había hecho ponerse en guardia ante los pedidos de su arte. Y aún más cuando de repente se le acercaban y le pedían una marioneta "que se viese exactamente como una  niña pequeña, lo más realista posible".

Cuando le entregó la pequeña en manos de su compañero, lo miró, desafiándolo.
—¿Y? Sin quejas, imagino....
—Es perfecto. Gracias, Ginger. ¿Puedes hacer que hable?
—....depende para qué la quieras, Akari.
—Sólo quiero entregar un recado, Ginger.... No hagas esos gestos.

La comunicación entre los Vindice era escasa, así que tenían varios gestos para simular sus expresiones faciales.

Y Ginger hacía los gestos de más profunda preocupación.
—¿A quién, realmente? Ninguno de nosotros tiene a nadie afuera....

Akari sólo suspiró y  tomó control de la niña, enviándola con las llamas de la noche a cierto lugar de Namimori....




Haru descansaba con un suspiro en un banco de la plaza, debajo de la sombra de los sakuras en flor. Era la estación de su nombre. La primavera había llegado y se había instalado con flores, calor, y menos tormentas de las que había costumbre. A su lado, una mujer extremadamente parecida a Hibari Kyoya. Esa mujer, a la que hacía un año ya, llamaba "madre en ley", le hablaba emocionada, y la verdad no la escuchaba mucho porque las palabras del médico del que acababan de salir le resonaban en la cabeza, mientras jugueteaba con el anillo de casamiento en su dedo. 

—D-Disculpe... ¿Señorita?— Una niña pequeña, de ojos y cabellos negros como la noche le tomaba la mano dudosa— M...me perdí.... ¿Puede ayudarme?

No se parecía en nada.... en absolutamente nada.... pero algo en esa niña le recordó a Milia. 

  — Niña... ¿No ves que ella no puede caminar mucho? Yo te ayudaré, ¿recuerdas dónde...? 

  — ¡Claro pequeña!—  Haru se levantó con algo de dificultad, su panza de ocho meses desde hacía rato hacía que se le complicara moverse, pero nada podía contra su vitalidad de acero. Le sonrió a la niña—  ¿Recuerdas dónde vives? ¿El nombre de tu mami? ¿Tu dirección? 

La niña asintió y le dijo su dirección, tomándola fuertemente de la mano.

Haru conocía esa dirección. Demasiado bien.

La guió, preguntándose si habían construido allí, después de tanto tiempo. 


Pero no, no habían construido allí. Aunque eso no lo supo hasta tiempo después.

Hasta mucho, mucho después. Porque, después de que pasaran por una tienda y le comprase dulces a la niña, como a mitad de camino, mientras le contaba exultante del hermoso día a día que pasaban en esa ciudad, de lo feliz que era de que el médico le había dicho que tendría una niña; y de lo  preocupada que estaría la madre de la niña, Haru se dobló del dolor. 

  — ¿¡NEECHAN!?

La niña, asustada, la vio llevarse, con un grito, las dos manos a la panza, y abrazó su pierna. Pero en seguida, Haru la miró con ternura nuevamente.

-Lo siento, Una contracción. Pero vamos. Tu mami debe estar buscándote como loca...

— Nee-chan..... ¿Por qué te ensuciaste así?

-Oh.... verás, pequeña.... —  Haru no sabía cómo decirle que acababa de romper bolsa. Que su propia pequeña vendría en camino a partir de ese momento. ¿Qué hacía?  No podía dejarla sola, y mucho menos llevarla con ella al hospital. ¿Qué hacía? Encima la madre de Hibari se debía quedar en la plaza porque acababan de quedar que allí encontrarían a sus padres—  Me hice encima. E-Es un secreto, ¿si? Es muy vergonzoso.... 

  — E-Está bien.... 

La niña la miró llorosa, mientras caminaban nuevamente, a paso apurado. 

 —¿N-nee-chan? ¿No deberías...ir al hospital?

Al ver que esas "contracciones" venían cada vez más rápido, cada vez más rápido la pequeña se preocupaba.

  —  ¡Estoy bien! ¡Ya casi llegamoooooos! ¡¡AAAAAHG!!

La niña tomó las dos manos de Haru y alrededor de ellas surgió una llama que Haru conocía y le dejó de piedra. 

La misma llama, envolvió a los padres de Haru y de Kyoya y de la criatura en camino. 


Así que, antes que nadie le pudiese explicar nada, habían sido enviados al hospital secreto de Vongola. Y antes de que nadie pudiese intentar explicar nada más, los gritos de dolor de Haru alertaron a todos  y los médicos comenzaron a correr de aquí a allá, preparando el lugar para el nacimiento, y corriendo  a la sala de partos con Haru. 

La labor de parto fueron horas y horas.  Parto natural, una primeriza, era lo esperado. Sin embargo, fue mucho menos de lo que los médicos calcularon. Y requirió menos cuidados. Haru luchó firmemente y la pequeña nació fuerte y sana, como sus padres. Tenía varios pelos negros y ojos chocolate. 


Cuando lo dejaron entrar a conocerla, Hibari nunca había estado tan feliz y orgulloso de ser parte de una manada. De SU manada. 


Mientras él conocía a su hija, su madre vio a la misma niña de la plaza. Se le quiso acercar, pero la pequeña huyó corriendo. La siguió sin perderla hasta que la niña saltó y se abrazó a una figura que se escondía en un callejón.  Una figura pequeña, que entre vendajes y sacos demasiado grandes, trataba de ocultar sus cabellos rubios y sus ojos, mientras la niña le contaba lo que Haru le había dicho, y perdía la piel, revelando su naturaleza de marioneta, la madre de Hibari se plantó frente a la figura de un Vindice, y le apuntó directo entre los ojos a medio vendar con una pistola única. 

  — ¿¡Quién diablos eres y por qué mandaste a esa cosa a vigilar a mi nuera?!

— .....respondo al nombre de Akari Vindice. Y sólo quería asegurarme que la luz de mi primavera sigue encendida.... porque creo que es lo que vale la pena de proteger en este mundo.  

—¿¡AKA...?!

Sin más respuestas, Akari se volvió a la oscura prisión donde vivía. 



Aunque fuese raro.... si la luz y la ternura de su Haru seguían ahí, aunque no fuesen para él, la primavera de su corazón seguiría por bastante tiempo. En Vindice, en Siberia o donde fuese. Él seguiría limpiando el mundo de criminales. Porque así protegía la sonrisa y la seguridad de Haru. 

Vendetta, amore mio.... vendetta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora