Noche Oscura (final)

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El mundo de Akari estaba colapsando desde su base: el recuerdo de su familia. El recuerdo que quería salvar pese a todo.

Los recuerdos, que había querido deshechar se arremolinaban desordenadamente con los que había atesorado toda su vida y los creados recientemente que sentía querría conservar.

Su familia, la familia Hibari, el hombre que había sido su padre, el hombre que los había protegido desde la muerte de su familia, quién había sido Lancia....

El desengaño lo alteró tanto que se sintió dedcompuesto, adolorido, mareado. Su cuerpo se descompensó. Su estómago recazó la comida que tenía, y la envió nuevamente a su boca.

La fuerza de las piernas lo abandonó, y la de sus bazos se refucía a la presión que ejercían sus brazos para tapar su boca, en un futil intento de evitar que el vómito cayese sobre el pasto.

—¡Akari! ¡Akari, sé fuerte!
La voz de su padrino le sonaba distante. Parecía estar muy, muy lejos de él. Le prometía estar a su lado.

Él sonrió. Ni él mismo sabía por qué. No se sentía bien. No confiaba en nadie. Ni siquiera en los dos a su lado. Ni siquiera en sí mismo.

Trató de pararse y cayó nuevamente de rodillas, salpicándose las rodillas.

Él toda su vida, había pensado que lo de su familia había sido una masacre injusta. Pero ahora mismo, sentía que no era tal cosa. Era el mismo ajustamiento de cuentas que él mismo había querido hacer. Él  mismo había querido hacer lo mismo.

Él..... No era mejor que la persona que había despreciado toda su vida.

Pero sus padres era incluso peor.

Los padres que él había defendido toda su vida, eran EXACTAMENTE lo mismo que lo que él había despeciado toda su vida.

Sentía que ya nada tenía sentido. Ni él. Ni su vida. Ni el mundo.

Nada de lo que había defendido o le había importado. Estaba tan vacío por dentro que literalmente podría morirse ahí mismo. No le importaría.

Entonces, escuchó algo que pensó que le llevaría esperanzas.

-¡Akari-saaaaan!

Haru corría hacia él, con Milia en brazos. Al principio, sintió que eso sería su rayo de sol en medio de la oscura noche que atravezaba pero al verle la cara a Haru supo que no se trataba de eso.

Lancia temía. El brillo y la vida habían abandonado por completo los ojos de Akari. Y lo que se acercaba ahora sólo podría empeorarlo. Y ya se había dado cuenta, era demasiado tarde como para detenerlo ahora.

Akari recuperó la fuerza por pura desesperación, y pudo "correr" los metros que lo separaban de ellas. Se aferró a Haru con frenesí y ambos cayeron de rodillas al pasto, porque otra vez las fuerzas lo habían abandonado, y Haru no podía cargarlos a todos.

Milia sonrió. Cerró los sojos y sintió el pecho cálido de Haru de un lado y el tembloroso pecho de Akari del otro. En seguida, también sintió la frente de Akari een contacto con la suya.

—Milia.... ¡Milia! ¡¡MILIA!! ¡¡MILIA!!! ¡¡POR FAVOR NO ME DEJES SOLO AHORA!! ¡¡MILIA, POR FAVOR, ABRE LOS OJOS!!

Lancia se inclinó. Sólo debía verla, pero aún así le tomó el pulso.

Realmente no sabía por qué. Era  obvio que no podía decirles a todos que Milia estaba muerta. Akari no lo soportaría.

Fue entonces, que Hibari cruzó el límite de la propiedad. Se quedó impresionado por el estado de la extensa propiedad.

Vendetta, amore mio.... vendetta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora