Lobo solitario

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(Este capítulo tiene spoilers menores del manga. Espero que no les moleste)

La décima generación podía parecer un alocado y unido grupo de jóvenes que seguían al Jefe; y luchaban por su causa.

Pero en realidad no era así.

Era un grupo de lobos solitarios que seguían y admiraban al mismo tipo. Cada uno a su manera, por sus propios motivos y objetivos. Y que, cada tanto, su pasado los movía a actuar en solitario, y sus propios problemas los absorbían.  Como había pasado con el intento de  suicidio de Yamamoto. O como cuando Gokudera había recurrido a Shamal para volver a entrenar a su lado. O con los intentos de huída de Mukuro contra Vindice.

Los más fuertes, habían sido vencidos por Tsuna, desde Hibari y Mukuro a Gokudera; y quienes no; habían encontrado en Tsuna alguien en quién merecía depositarle la confianza. Así como Lambo y Yamamoto.

Pero aunque cediesen su lealtad a Tsuna, no los hacía parte de un grupo. Esa fue la epifanía que despertó a Hibari de su necesitado descanso.

Algo en él, parte de su pasado, le hizo darse cuenta de eso. Él.... ¿era parte de una manada en ese momento?

No pudo soportar esa idea. Debía encontrar a Haru. Y por su cuenta. Dejó en su casa todo aquello que lo identificaba como parte del grupo llamado "Vongola". La pulcera, las cajas, incluso Hibird.... Sus MUCHOS Hibirds.

Se fue por la puerta de atrás, y recorrió las calles por su cuenta. Estaba preocupado.  Preocupado por perder a su Haru.

La Haru que había ido a buscarlo y lo había enfrentado en aquél extraño lugar al que le decían "futuro". Donde el hervíboro y su manada parecían diferentes. La Haru que se ofreció a escucharlo. Temblaba de miedo, pero se veía decidida.

Quería conservar la calma porque estaba hablando de la primera chica en la vida que se había animado a regañarlo. Y a corregirlo también. De la chica que le había mostrado lágrimas, sonrisas sinceras y hasta había bromeado junto con él. Era una hervíbora fuerte.

Era el motivo por el cual permanecía en Vongola y el motivo por el cual se iría. Sabía que había sido el primero en ver todo lo maravilloso de ella. Temía que Tsuna lo viese en algún momento. O que lo viese el maldito bastardo que había decidido raptarla. Temía que se la quisieran quitar de su lado.

Caminó sin darse cuenta del cansancio hasta el amanecer, que sintió un fogonazo de las mismas llamas de última voluntad que había sentido una vez provenir de Haru. Corrió donde la sentía más fuerte, pero sólo fue unos segundos.

Mientras corría, pensaba. ¿Conocía a ese rubio? Sentía que le guardaba rencor.

Se apegó a las sombras al sentir a Tsuna acercarse, y lo miró en silencio.

Lo vio reaccionar y salir corriendo al grito de.

—¿Saben quién es? ¡Voy para allá!

Lo vio acercarse, y alejarse, ya completamente olvidado de ese fogonazo.

Y él miró alrededor.

Se había refugiado en una antigua casa inglesa, una manción, que evidentemente llevaba tiempo sin habitantes. Y frente a él, los restos de una mansión llamaron poderosamente su atención. Restos de una casa que parecía haber sufrido un bombardeo.

Se paró justo en el borde de la propiedad, mirándola como hipnotizado. ¿Por qué? Le recordaba algo. Algo que había preferido evitar pero ahora se le hacía imposible.

Por algún motivo.... Esa casa le recordaba a su padrastro.

A su padrastro de Italia.

Suspiró, y se fue en silencio. Murmuró, como queja, el nombre de aquél individuo, y fue a seguir buscando a Haru.

A la misma chica castaña que estaba en la casa que él se había quedado mirando. Que había repelido a  su captor y lo había echado, huyendo para el lado contrario al que debiera.

Si hubiese salido corriendo para el mismo lado de Akari, así como él, hubiese visto a Hibari. Y así como él, hubiese escuchado aquél nombre.

Cuando Akari escuchó a Hibari, se le transformó la cara en una mueca de odio inhumano. ¿¡CÓMO OSABA ESE BASTARDO A NOMBRARLO....?!

Hibari, por su parte, llamó al hombre con el que su mamá se había casado mucho tiempo atrás.

—¡Hij.....!
—No me llames así. No somos familia.
Prácticamente le ladró, y lo escuchó deprimirse del otro lado. Le preguntó rápidamente por aquella dirección para escuchar la respuesta e irse.
—¿....por qué preguntas eso?
—Porque el estado de la casa la imágen de Namimori.
—Oh.  Bueno.... Eso me alegra.... Pero no te quejes. No empieces a remodelarla.
—¿Por qué no?
—Porque es un símbolo. Una advertencia para.... Aquellos que rompieron la disciplina en Namimori. Así que déjalo así.

Tras eso, cortó la conversación. Hibari estaba sorprendido. Ese hombre había hecho hasta lo imposible para poder caerle bien. Así que era extraño  que cortase así una conversación.

Así que fue a hablar con la única persona que él conociera que podría explicarle todo ese asunto.

Por su parte, Tsuna llegaba a la casa donde los Simone paraban. Lo que le sorprendió fue que debía esperar para escuchar la respuesta.

Tras un par de horas, preguntó.
—¿Y a quién esperamos? Tengo que encontrar a Haru YA.
—A Mukuro. Rokudo Mukuro sabe más del tema de lo que te estuvo diciendo.
—No es cierto....
—Si. Si, lo es.

Vendetta, amore mio.... vendetta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora