Errores en el plan

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Todo iba saliendo tan bien... Tan bien....

Akari nunca habría imaginado que eso pasaría. Secuestrar a Miura Haru había debastado la décima generación mucho más de lo que había calculado.  Mucho más de lo que ellos mismos habían calculado.

Al pasar por el lugar donde compraban los ibgredientes, había escuchado a Bianchi llorar y hacerlo acompañada de los más pequeños. Reborn estaba ahí para ellos, pero lucía impotente. Él había pensado que la buscarían un tiempo y luego tendría que maquillarle unos golpes para que la recordasen, pero no sólo no se rendían. Le llevaban más malfitos mafiosos traidores a sus brazos abiertos. Esa chica...  ¡Esa chixa era la mina de oro que su venganza requería!

En eso pensaba mientras veía a Simone esparcirse por las calles. Y quizás su mente divagó unos segundo más agregabdo que su corazón también era de oro, y que su sonrisa de diamante..... Pero el sonido divertido de uno de los seguidores del pelirrojo lo alertó, y volvió a tierra rápidamente.

Su cabeza estaba hecho un nido de confusiones cada vez más enrededado.

Lo más correcto para Akari, era sin dudas, reagruparse, calmarse y actuar luego. Pero su sangre era joven. Y desde que había visto la sonrisa de Haru, sentía que podía sólo contra el mundo. Una sutil fragancia se había apoderadonde su cerebro, bloqueando algunos conductos de pensamiento lógico. Tenía su plan. Le iría bien.

Volvió a mirar a los miembros de la nueva familia, y revisó por el más tonto. Emma o llamó su atención, pero su parecido  con Tsuna y su evidente liderazgo lo refrenó. Sus movimientos eran lentos, previsibles. Así que supo que su plan funcionaría con gran éxito. Rauji era lo que él necesitaba.

Lo acechó por varios kilómetros, cada vez más concentrado en verlo concentrarse en buscar a Haru. Y elogiándose por haberla elegido a ella y no a la otra.

Esta situación duró hasta que Rauji, hambriento, encontró una pastelería y decidió comer algo y de paso llevarle dulces a Lambo, su compañerito de juegos.

Akari lo esperó, simulando dudar entre comprar pasteles o galletas. Eso llevó a su mente recuerdos. Sus padres les llevaban galletas de esa pastelería cuando niños a Milia y a él. Y ambos aún las amaban. ¿Lo haría Haru? ¿O Haru preferiría los pasteles?

Un movimiento "sospechoso" a su lado, hizo que revisase, pero sólo era la puerta, al ser abierta por algunas chicas con un uniforme escolar de Midori para entrar a comer.

El guardián de la Montaña las esperó para salir. Tenía en una bolsa las galletas y caramelos de uva que le había comprado al pequeño Lambo.

No vio cuando Akari se le cruzó en frente. Y rápidamente cayó al piso, inconciente, derrotado.

—Oooooh.... Hace mucho que no veía eso.

Juli, sonriendo contento, lo miraba, arma en mano, y balanceaba su peso de una pierna a otra, sarcástico. Akari se apartó. Era demasiado tarde para finjir inocencia, si lo habían visto. Y los ojos del muchacho ya se habían fijado en su arma, que aún sostenía.

Había caído víctima de su propio truco, ¿no?

Enojado, lo escuchó drle una órden a la chica de la familia que fue a golpearlo.

Él levantó a Rauji y lo quizo usar de escudo, pero él se giró y también cargó contra él.

Lo sostuvo mientras Adelheid lo miraba, fiera, y le preguntaba.
—¿Dónde está la chica y por qué haces esto?

Lo que hizo quebraba sus principios, pero la escupió. Por lo general no se metía con mujeres o niños. Pero a ella no podía no hacer nada o estaba muerto. Y al verle la cara..... Supo que estaba muerto.

Esa mujer lo mataría.

Logró esquivar algunos de sus golpes, no todos, y gritó que se había llevado a Haru a la línea de metro abandonada. Ellos se miraron, y le dijeron que lo dejarían cuando lo vieran.

Comenzaron a llevarlo, y en un minuto de descuido, logró escaparse del abrazo de oso de,Rauji, aunque debió dislocarse el brazo para eso.

Tras eso, se perdió en las sombras y desapareció.

Llegó a su casa, con el amanecer. Sus ruidos despertaron a ambas chicas. Y Haru, valientemente, se levantó a ver qué era.

Tuvo que taparse ambas manos para no gritar de espanto. Pero no pudo reprimir un ahogado.
—¡Hahi! ¿Akari......san?

Él gruñó, y trató de taparse, con el brazo que aún seguía en su lugar, las heridas que le habían causado.

Haru no estaba orgullosa de que su primer instinto fuese abandonarlo, dejarlo ahí. Aunque nadie la culpase por eso, él la había apartado de sus amigos y familiares y era un peligro para todos ellos. No lo quería. Ni un poco. Le temía. Pero le hablaba porque Milia le daba pena. Quería proteger la inocencia de Milia, y había decidido hacerlo a costa.de cualquier otra cosa.

Y por esa promesa a sí misma, con el corazón en puño, fue a buscar el kit de primeros auxilios que su mamá le había puesto en el bolso, y volvió y comenzó a tratarlo.

—Haru....
—No me llame así— le dijo ella, fría— No puedo perdonarle lo que me hizo, a pesar de que lo esté curando.

No le dijo que lo hacía por Milia (que posiblemente le hubiese abierto los ojos a Akari) porque la pequeña le había hecho jurarle que no lo haría.

Pero Akari, mareado entre un enamoramiento confuso, pérdida de sangre y efectos tardíos de los golpes de llamas del desierto, lo tomó como un "no creas que hago esto por tí" de una trundere; y se tiró encima de ella. En ese punto ya no pensaba en absolutamente nada. Quería besarla. Quería tocarla.

—¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOO!!!!!! ¡¡¡¡¡HARU ES DE HIBARI-SAN!!!!!

Al velo tirarse encima de ella, Haru se cubrió para auto-defensa. Prefería moror que perder su dignidad y fidelidad a Hibari. ¡Y mucho más si debía ser con Akari!

Ese sentimiento tan puro, ese grito de desesperación y nada más, activó sus llamas de última voluntad. Como una explosión, que lo mandó lejos a Akari.

Y ese segundo que Haru liberó sus llamas, los alertó.

Hibari y Tsuna salieron lo más rápido posible a la zona, para poder encontrarla, pero sólo fueron unos segundos.

Hibari suspiró.

Si Haru tenía un sólo rasguño......

Mataría al bastardo que la había separado de su lado. Decir que lo mordería hasta la muerte era poco esta vez. Lo seguiría mordiendo incluso luego de eso.


Por su parte, el nuevo día de Tsuna comenzaba con otra llamada a la que no le daría crédito.

—¡Tsuna! ¡Encontramos quién secuestró a Haru!

Vendetta, amore mio.... vendetta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora