Capítulo 5

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Odiaba todo. A las mujeres en parte, eran extremadamente complicadas.

Toda esta semana Arabella me había estado ignorando, en parte no le presté mucha atención, porque no me importaba mucho.

Pero Lidia, ¡maldita sea! No había contestado mis llamadas, cuando iba a su casa no estaba y no fue a la cafetería mientras yo trabajaba. Me dejó mal, me sentía mal. ¿Y si le había sucedido algo?

Y luego estaba el por qué mierda le dije que interesaba Arabella. ¿Tal vez había sido impulso? No lo sabía, mi cabeza era una mierda completa.

Yo era una mierda completa.

Tal vez había dicho algo que lastimara a Lidia, ¿pero qué? Trate de ser muy cuidadoso con mis palabras, no quería arruinar algo que sentía que era tan importante.

—¿Qué haces? —Harmony entró a mi habitación.

Dejé la libreta de Lidia a un lado, y me dispuse a mirar a mi hermana.

—Leyendo.

—¿Qué cosa? —se sentó a mi lado.

—Algo de una amiga.

—¿Ah, sí? —sonrió.

Bien, tenía a una mujer enfrente de mí, tal vez ella entendería.

—Harmony.

—Dime.

—¿Crees que puedas ayudarme en algo?

—Suéltalo.

—Bueno, hace unos días salí con una chica, ¿lo recuerdas?

—Sí, se llamaba Lidia, y ese mismo día viniste enojado, estresado y decepcionado.

Sin duda mi hermana me conocía muy bien.

—El punto es que estaba hablando con ella y de la nada me preguntó si me interesaba alguien, y no sé por qué le dije que Arabella.

Estúpido, estúpido era yo.

—Sigue hablando, Félix.

—Lidia se colocó algo extraña, ¿sabes? No sé qué le sucedió, el punto es que tú eres mujer, tú entiendes esas cosas.

—La única respuesta que tengo es que tal vez se decepcionó al saber que te interesa otra persona, en pocas palabras se sintió celosa, Félix.

Fruncí mi ceño.

—¿Eso crees?

—Es la única cosa que se me ocurre, además que si te invitó a salir fue por algo. Y si fue algo más, entonces no sé.

—¿Por qué se sentiría celosa?

Me golpeó en la cabeza.

—¡Estúpida! —exclamé, adolorido.

—¡Te pasa por estúpido! —arrugó su nariz—. Se sintió celosa porque le interesas, le gustas. Si te gusta alguien no te gustaría saber que está interesado en otra persona, ¿o sí?

—No lo sé —me encogí de hombros.

Volvió a golpearme.

—¡Maldita estúpida!

—Cuida esa boca, Félix, porque te corto la estúpida lengua —me amenazó—. ¿Es que acaso los hombres son estúpidos? Tienen la verdad enfrente de sus narices y ni mierda —salió de mi habitación.

No tengo media naranja [LHC #2]Where stories live. Discover now