Capítulo 12: "El huevo de dragón"

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-M-Muchísimas gracias, princesa Karine -sonrió, haciendo una pequeña reverencia-. Es un honor.

-Pensé darte las flechas, pero... Luego pensé que esta arma sería la correcta para ti. Pareces ser una mujer de brazos muy fuertes -le halagó Karine-. Y creo que les será bastante útil, para hacer fogatas e incluso defenderse.

-Mhm, es muy problable -comentó Leila-. De verdad no sé como agradecerte todo esto...

-Simplemente te pediré una cosa. Cuida a tus hermanos, y cuídense a ustedes mismos. Nunca se sabe lo que puede pasar mañana -les pidió la princesa, al mismo tiempo que el carruaje se detuvo-. ¿Hemos llegado tan rápido?

-Al parecer -dijo Leila, pero antes de que pudiera decir algo más. El carruaje se estremeció de golpe, al mismo tiempo que se sintieron unos pasos desde el techo.

Los cuatro pasajeros se miraron sin decir palabra, y el primero en reaccionar fue Arthur, que de inmediato se asomó por un costado, para ver a los conductores y preguntarles sobre ese sonido, pero al mirar hacia los asientos de estos, se percató de que no había nadie sentado allí, por lo que no había alguien conduciendo la carroza, y los caballos se estaban moviendo por su cuenta.

Arthur al notar que los conductores del carruaje no estaban allí, alzó la vista y logró observar un poco por arriba del techo, donde de inmediato pudo distinguir una figura de piel áspera, entre azulada y verdosa. Era un dragón bastante pequeño para el tamaño que Arthur se imaginaba.

La criatura estaba por encima del techo, acabando con las vidas de ambos hombres, que estaban siendo devorados salvajamente por la bestia, la cual no dejaba de chorrear varias gotas de sangre con cada masticada que les daba. El menor sintió que el pecho le empezó a arder, al igual que ese día en el que Adelina estaba siendo tocada frente a sus ojos. Ese día que su vida se arruinó... Y él no hizo absolutamente nada por salvarla.

-Leila, cúbreme -le pidió Arthur, apoyando su pie derecho en la ventanilla-. Renra, sígueme. Karine, agarra las riendas. Los conductores están en peligro -les ordenó, hablando tan rápido que las chicas apenas pudieron captar su mensaje. 

El príncipe de inmediato saltó sobre el techo, y empezó a observar al dragón, que todavía no notaba su presencia. Seguido de Renra, la cual subió con ayuda de Arthur, debido a que en su otra mano llevaba el hacha con mucha presión.

-Vamos... Vamos... -murmuró Karine para si misma, intentando acercar sus pies al asiento del conductor, sujetándose siempre de la parte exterior de la ventana.

Leila, en tanto, estaba con la cabeza fuera de la ventana, sujetando su arco en ambas manos. Su idea era lanzar una flecha al dragón por la espalda, pero necesitaba que se acercara un poco más a su ventana para lanzarla, ya que debido a la inclinación a la que estaba, necesitaba ser precisa.

Mientras arriba del techo. Renra, sin armarse de mucha paciencia, impulsó su hacha en sentido contrario, y le provocó un enorme corte al dragón, que de inmediato soltó un fuerte grito agudo, que llegó a provocar dolor en los tímpanos de ambos chicos.

-Dudo que muera con un par de estos... -confesó Renra, segundos antes de que el dragón se moviera con brusquedad hacia un lado, intentando golpearles con su cola-. ¡Arriba! -gritó, saltando de la mano de Arthur, el cual alcanzó a reaccionar por un pelo al ataque de la criatura.

El príncipe se quedó estupefacto un par de segundos. Le había costado reaccionar lo que estaba sucediendo, y había jurado ver algo raro en aquella cola.

-¡Abajo! -exclamó él, agachandose al ver que este volvió a girar sobre si mismo, moviendo su cola contra ambos. Arthur pudo notar como de aquella cola, salieron un par de cuchillas, al igual que en la zona de su cabeza, en donde a través de su mandíbula algo circular, brotaban unas hileras de dientes tan filosos como las armas en su cuerpo.

Los nueve descendientes #JusticeAwards2017 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora