-Gracias por estar a mi lado Kerian -susurro escondiendo mi cara en su pecho. Le noto sonreír.

-De nada preciosa...

Con una de sus manos acariciando mi cabeza, caigo en un profundo y triste sueño. Antes de rendirme a el sueño, escucho la voz lejana de Kerian susurrarme: ''te amo''.

***

No sé por cuánto tiempo llevo abrazando a Nata. Sé que ha sido por mucho tiempo. La estúpida voz del micrófono del aeropuerto anuncia que el vuelo con destino a Savannah, está por salir. Maldita sea, ese es su vuelo. Me niego a soltarla, me niego a dejarla ir, pero ya sé que es hora. Cuando nos separamos, ambas estamos hechas un mar de lágrimas. Sus grises ojos son un reflejo de los míos: rojos e hinchados. Una apagada sonrisa se dibuja en sus labios. Me mira con tristeza y suspira.

-Te voy a extrañar estúpida -ríe amargamente. Yo también río-. Cuídate, ¿sí? Cuídala me oíste -señala a Kerian-. Espero que no la lastimes, ¿entendido?

Kerian asiente divertido.

-Tenlo por seguro. La cuidaré como si fuera mi propia vida.

-Eso espero -le advierte medio en broma Nata.

-No sabes cuánto daría por acompañarte Nata -le confieso con la voz entrecortada.

-No te preocupes Hayl, sé que el deber en tu trabajo te llama, lo entiendo -sonríe-. Con saber que cuento tu apoyo es más que suficiente.

-¿Qué sucederá con tu trabajo? -le pregunto.

Se encoge de hombros.

-Supongo que tendré que renunciar Hayl. No sé cuánto tiempo me tome esto. Trataré de conseguir algún trabajo de media jornada en Savannah. Debo encontrar algo con lo que sostenerme de manera temporal -murmura apagada.

Asiento, sonrío y suspiro. Le tomo de las manos.

-Sé fuerte Nata, aunque sea difícil, sé fuerte. Eso es lo que hubiera querido tu padre. Por nada del mundo pierdas la fe, piensa en positivo, tu mamá va a salir de esta, ya lo verás. Sólo ten fe y pon todo en manos de Dios.

Asiente y sus ojos se achican, tratando de contener el llanto. Sin embargo, sus labios comienzan a temblar y no puede contenerse, llora de nuevo. Le vuelvo abrazar, con fuerza, sucumbiendo también al llanto. El altavoz una vez más anuncia la salida del vuelo de Natalia. Río cuando ella se queja del aviso de su vuelo.

-Por eso odio los aeropuertos -dice separándose y tomando sus dos maletas-. Es hora... -murmura sorbiendo sus lágrimas-. Nos estamos comunicando, ¿sí? -me dice.

Sonrío.

-Eso... ni lo dudes Nata -digo gimoteando.

-Bueno... entonces hasta pronto Hayl -se despide. Luego hace lo mismo con Fabiola y Kerian.

Fabiola se acerca a ella y le da un fuerte abrazo.

-Tú puedes Nat -le apoya Fabiola. Nata asiente y suspira.

-Entonces... hasta pronto.

Sus tacones comienzan a resonar sobre el piso y mi corazón empieza a romperse en mil pedazos. Con una última sonrisa, Nata se despide y se pierde entre la multitud de personas. Los brazos de Kerian en estos momentos son lo único que me mantienen en calma. De verdad que la voy a extrañar. Todo será tan distinto sin ella... No sé de qué manera me acostumbraré a no ver su extrovertida mata de cabello gris por las mañanas...

***

Tengo el ánimo por los suelos. Lo único que me hace sonreír durante el transcurso del día es la suave voz de Kerian. Seguramente en estos instantes, Nata debe de estar aterrizando en Savannah. Le envío un mensaje de texto preguntándole si ya ha llegado; pero no contesta. Seguro aún no ha aterrizado, es lo que me repito constantemente. Suspiro aliviada cuando el último paciente sale. De verdad que mi humor no hace sino empeorar con el pasar de los minutos. Ni siquiera le dirijo la mirada a Gina al salir. Quizá, con Kerian a mi lado, mi humor mejore un poco. Le mando un audio diciéndole que me espere fuera del departamento, que ya estoy saliendo del consultorio. Cuando doblo la calle para llegar a mi departamento, frunzo el ceño al notar el Dodge de mi padrino aparcado frente al edificio. ¿Qué querrá mi padrino? No lo sé, aunque quizá podría aprovechar esta oportunidad para regresarle el auto, ese auto que lleva ahí fuera aparcado desde hace dos días.

Haylin: A través de tu piel |PARTE 1| EN EDICIÓN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora