Epílogo

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Cuando por fin puedo conciliar el sueño me despierto por dolor intenso en mi mano porque la tenía presionada debajo de mi almohada. Me paso mi mano sana por mi cabello y resoplo con ímpetu.

Hoy día tengo que ir a Seattle con mi hermana y buscar una universidad que impida deporte por la lesión en mi muñeca. Nunca más podré jugar basket por una lesión por ligamentos. Tengo que hacerme revisiones y radiografías para ver si hay que pasar por cirugía o no. Solo poseo un yeso que me impide hasta comer. Tengo hacerme zurda para poder alimentarme. Casi al lavarme los dientes el cepillo se me desliza por la nariz y no en mi boca.

Las cosas que más amas te destruyen. Pero en este caso fue una persona que me derrumbó inconscientemente. No lo culpo, la culpa fue mía. Por algún momento pensé que era la pizza por obesidad, pero gracias a la cafetería de la secundaría no pasó. Malditas pizzas. Nunca podré comer una y sentirla de nuevo deliciosa porque me sabrá a esa basura de masa.

No he podido dormir mucho por la semejante noticia, pensé que me mejoraría y podía hacer una prueba deportiva en otra universidad y probar para una beca, pero no. Sin embargo, tengo otra opción y Christina se está encargando de eso. Me levanto, con cautela camino para no tropezar con las cajas donde están todas mis cosas guardadas, tener otra lesión, pero en mi pie y dañar todo lo que tengo planeado.

Corro las cortinas moradas, abro la ventana y mi mirada se fija en un avión de papel que está atrapado en las ramas del árbol que se opone entre la ventana de Matt y mía. Me estiro hasta dar con el papel y agarrarlo en mi mano izquierda sin destruirlo. Miro la ventana de mi vecino que está opaca por su cortina negra que obstruye la vista al interior de la habitación. Me encamino a mi sillón de mi escritorio y me siento.

Suspiro por falta de inercia.

Dejo el avión encima de este y trato de debatir en abrirlo o no. Pero lo hago, desdoblo el papel con mucho cuidado para no lastimar más mi mano.

Los ojos se me llenan de lágrimas que amenazan en salir, aunque las retengo con toda mi fuerza de voluntad. Leo una y otra vez lo que dice que al parecer en realidad no es un simple avión si no es una nota:

"Lo siento. Anne ¿Sabes? cuando pienso que he hecho algo bien siempre termina mal. Cada vez que quiero arreglar algo, y lo intento arreglar solo consigo destruirlo. Y creo que lo único bueno es esta pregunta que nunca me he atrevido a hacer, aunque es tarde, lo entiendo, pero siento que hecho algo bueno no solo para mí si no para alguien más.

Anne Elizabeth Morgan ¿Quieres ser mi novia?

No es necesario que la respondas, pero sentí que debía hacerlo. Si es un sí deja la nota en el árbol y si es un no. No lo hagas."

MR.

Me río entre lágrimas por la pregunta y me las seco con las mangas de mi pijama. Agarro un esfero que yace en una taza navideña que me regaló la tía Susan estas navidades y la respondo: Si quiero ser tu novia.

Pero no la dejo en el árbol, me la quedo. Sé que el pensará que la respuesta es un 'No' y eso quiero. Suena desquiciado, pero es así. La guardo en una caja donde están las cosas materiales. No me llevaré ningún adorno relacionado al deporte. Chris ha de venir viajando para ir a su departamento. Suspiro limpiándome los residuos de agua salada de mis lagrimales y en mis mejillas. Me recompongo y me ensimismo en el mundo de los pensamientos hasta que mi celular suena, veo de quien se trata y es un mensaje de Sophía:

'Voy en camino a tu casa ¿Puedo ir contigo a Seattle?, me hago pasar por una mascota hasta ladro y todo o puedes decirle a tu hermana que puedo ser la criada por estadía gratis en su departamento.'

¿Eres tú? o ¿Soy yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora