Capítulo 20

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— ¿Jason tiene fiebre? —pregunta Sophia con un tono despectivo y  de repugnancia al ver a Jason con Cyrine. La francesa rechaza cada cosa que mi amigo le propone y los cerebritos con tal de proteger a la futura científica que creará la cura del cáncer, casi le tiran las bandejas de comida. El gordo Finn miraba con nostalgia la comida desperdiciada.

Me suelto el cabello, me lo pongo en la cara y me encojo en mi silla para que ningún cerebrito me reconozca y me reclamen que les mentí de mi superable capacitad mental de Albert Einstein.

—No, solo está siguiendo una recomendación, creo —digo tomando el café de mis manos, me he sentido muy imperativa y apuesto que es causa de este, pero es inevitable. —Y el jodido gato de Matt entró a mi habitación ayer por la noche mientras dormía y casi me mata por asfixia, lo tiré por la ventana —solo el recordarlo me hace estornudar, mi amiga se encoge de hombros.

Bufo cuando las puertas se abren haciendo que casi todos hagan reverencia ante sus deidades. Jack, Matt, April, Miriam, Aline y los deportistas con las porristas. Ugh. Tanto escándalo por las pruebas de la estupidez humana.

Ya no se comprenden las personas de hoy en día.

— ¿Dime algo que perdure en el tiempo? —pregunta Sophía que aparecer está contestando un test de sus espantosas revistas.

—Tu estupidez por Jack —me mira de reojo, e ignora mi respuesta. Dramatizo mi sonrisa a una semejante a Mad Hatter.

—Para tu información después de la actuación del viernes Jack me invitó a salir esa noche —dice sonriente, recordando.

— ¿A un McDonald's? porque es el único restaurante abierto a esas horas —casi suelto una carcajada.

—Fue un Kfc, pero la intención es lo que cuenta —alza una ceja. — ¿por qué estás muy feliz? ¿Viste a Matt sin ropa por la ventana? —hago mala cara y ella se ríe mirando directamente a Matt para después ojea a Jack rápido.

—No, Christina hoy fue a averiguar alguna universidad en Seattle, no la veré cuando la acepten y se vaya de la casa —casi chillo, cosa que nunca he hecho. Sophia se da cuenta, me mira como si estuviera enferma. Desvanezco mi sonrisa, y me compongo. —pero mi felicidad se ve obstruida cuando yo también vaya a una y tenga que vivir con ella —mi amiga rubia se quiere reír porque sabe cuánto odio a mi hermana.

— ¿Y por qué no en las habitaciones de la universidad o una fraternidad? —pregunta.

—Mi hermana va a vivir en Seattle definitivamente, al fin solo son 17 minutos de viaje y las habitaciones en las universidades son ridículamente caras —me encojo de hombros y ella asiente, comprensiva.

—El año sabático de tu hermana se le acabó —añade para mirar a su revista, aunque en si este disimulando que no mira a Jack el congelado del Titanic barato.

—Mis padres fueron quienes le insistieron porque si no, se quedaría a barrer pisos en una gasolinera o eso le dijeron —típicas frases motivadoras de padres.

—No puede ser —señala una mesa en donde ahora son están Jason y Cyrine conversando, Cyrine se comporta de manera tímida mientras Jason coquetea con ella. Los cerebritos la miran con decepción.

Algo huele muy mal y no soy yo.

—Bombón en camino —frunzo el ceño, miro hacia atrás donde se ve un McCall sonriendo mientras mata a chicas de un infarto. De reojo observo a la mesa de las deidades que hacen un festín donde unos ojos cafés me clavan cuchillos. 

Oh, su hermoso jeep que tuvo que lavarlo a la una de la madrugada para quitarle la pintura permanente.

A veces creo que deidades sobornan a la señora de la cafetería para que les sirvan mejor comida. Es como juegos mentales porque la comida tiene buen aspecto y sabe horrible.

¿Eres tú? o ¿Soy yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora