Capítulo Tres: Tal vez la chica ya ha llegado.

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A pesar de que Axel tenía un flujo de caja promedio, a él le pagaban solo por ir a pelear, era amigo del dueño y cada vez que Axel peleaba las personas llegaban por montones, por eso le pagaban por pelear así atraerían más gente, y si ganaba, ganaba las apuestas que hacían, Axel salía con buen dinero cada vez que ganaba, con eso podía comprarle una que otra vez flores a su madre, al igual que los juegos del Xbox de Max, claro que él también se daba sus gustos, pero le gustaba más ahorrar, para emergencias o cosas parecidas.

El almuerzo pasó rápido, la comida estaba buena y no tenía tanta grasa, justo como le gustaba a Axel, aunque claro, Axel comía por dos, era algo que había empezado a hacer desde que entrenaba, su cuerpo le pedía cierta cantidad de comida para mantenerse, el metabolismo de él iba muy rápido así que comía el doble pero debía ingerir agua al triple.

Volvió a dejar a Max en su casa para que hiciera las tareas, alisto su bolso deportivo y volvió a subirse a la moto, rumbo al gimnasio a entrenar. El entrenaba una vez al día, cuando podía dos, su entrenador le exigía mucho pero era lo que el necesitaba para poder alguna vez llegar a ser profesional.

— Hola Iris. — Saludó a la mujer castaña que era la encargada de la recepción del gimnasio.

Ella lo saludo con la dulce sonrisa que le dedicaba a todos, era muy amable, siempre se preocupaba por todos los que entrenaban allí, su gimnasio no era un gimnasio grande, en realidad era muy casero y era precisamente eso lo que a Axel le gustaba; allí te encontrabas con gente de corazón pero sobre todo, estaba rodeado de la humildad misma, y para Axel siempre iba primero Dios y la humildad.

Encontró a Dogg en una esquina del gimnasio dándole indicaciones a Rach, un chico de 16 años que hasta ahora empezaba. Dogg lo vio cuando caminaba hacia él y dejo al chico para recibirlo.

— Llegaste más tarde de lo normal. — Dijo el mirando el reloj de su mano.

— Sí, estaba almorzando con mi hermano. — Explico Axel mientras comenzaban a caminar a su casilla.

— Bueno, espero que te quedes una hora más, debes recuperar el tiempo perdido. — Axel sabía que eso no era una proposición, era una orden.

— Está bien. — Dijo con desdén dejando todas sus cosas en la taquilla.

Una vez que Axel se cambió la práctica comenzó. Axel ya conocía el método de Dogg, primero empezaba con movimientos lentos haciéndolo ver más fácil pero cuando Axel lo hacía se daba cuenta de  que era más difícil, el hecho de hacer los movimiento rápidos implicaba menos resistencia, en cambio al hacerlos lentos, la resistencia es el doble.

Eso le gustaba de Dogg, lo entrenaba con pasión, y eso él no podía agradecérselo más. Lo puso a golpear el saco, a lanzar puños al aire mirándose al espejo, saltar con la cuerda y a correr en la maquina como si la vida se le fuera en ello. Tal vez eso era lo más duro para Axel, si el pudiera correr en el parque era diferente, porque podía detenerse a coger aire, ahí no, ahí era como una clase de experimento.

El entrenamiento por lo general duraba cuatro o cinco horas, esta vez tuvo que hacer seis, por haber llegado tarde, la puntualidad era algo importante para Dogg y no solo la aplicaba con Axel, lo hacía con todos a los que le enseñaba, era muy estricto.

Salió del gimnasio a eso de las nueve, estaba rendido, el entrenamiento de hoy le había pegado más duro que de costumbre, se colgó su maleta deportiva en el hombro con pesadez y cogió rumbo al parqueadero que quedaba a una cuadra del gimnasio, lo bueno era que con su moto podría llegar más rápido, si aceleraba un poco claro está.

Ya iba llegando al estacionamiento cuando al otro lado de la calle vio una melena rubia, la chica que estaba sentada en una banca con los pies recogidos se le hacía un poco parecida a Sky, después de mirar que la chica no levantaba el rostro se rindió, no podía ser ella, a estas horas no podía estar en la calle sola.

MI RUBIAWhere stories live. Discover now