—Hola padrino, disculpa por no saludar, es que todo esto fue tan repentino... —me disculpo.

—Tranquila querida, no te disculpes. Y... feliz cumpleaños.

El cumpleaños... El regalo... Eso me hace recordar. No creo que este sea un buen momento para eso.

—Gracias... —le agradezco incómoda.

Segundos después, pasa por mi lado y le veo dirigirse hacia Kerian con premura. Veo que Nata le mira descaradamente el trasero a mi padrino. Se sorprende cuando le encuentro infraganti viendo a Víctor. Ella encoge los hombros y Fabiola niega con una sonrisa. Yo, en cambio, ruedo los ojos. Nata no tiene remedio. Aunque no le puedo culpar, mi padrino es bastante atractivo. Su cabello es oscuro y corto, su mandíbula es cuadrada y sus ojos son de un imponente verde claro. A pesar de su edad, se conserva muy bien. De hecho, su aura presume autoridad; porque es bastante alto. Lleva unos vaqueros oscuros con una camisa roja de manga larga y rayas blancas. Noto que es unos centímetros más alto que Kerian cuando se posiciona a su lado. Víctor le palmea el hombro a Kerian en forma de saludo.

—Es un placer conocer al... novio de mi querida ahijada. Soy Víctor Nolan, su padrino.

Frunzo el ceño cuando le escucho decir ''novio''. Siento que ha sonado muy forzado, pero no le presto atención.

—Lo mismo digo —musita Kerian un tanto incómodo.

—Bueno... —murmura mamá dándome un abrazo de medio lado—. ¿Qué tal si cenamos en un restaurante para celebrar tu cumpleaños mi niña?

—Yo sé de un restaurante al que podríamos ir —musita Víctor.

Kerian parece que no le queda más remedio que aceptar. Natalia y Fabiola se disculpan por no poder acompañarnos. Natalia nos dice que debe entrar en menos de una hora a su turno en el hospital. Fabiola murmura que debe de ir a descansar porque mañana tiene que trabajar temprano. A mí, claramente no parece una buena idea. Esto porque no me gustan nada los restaurantes y, además, también estoy un poco repleta como para comer algo más. Sin embargo, no puedo negarme, fue idea de mamá. Además, pasar un poco de tiempo con ella me sentaría genial.

—Pues no se diga más —comenta alegre mamá—, nos vamos.

***

Me despido de Natalia y Fabiola. Les agradezco en susurros por el día que he pasado, porque sospecho que ellas también fueron parte de todo este día. Fabiola no deja de abrazarme y de felicitarme por la buena noticia que le hemos dado. Nata también hace lo mismo.

—Que la pases bien cuñadita.

No puedo evitar sonrojarme ante  sus palabras. Sin esperar respuesta, Fabiola me guiña un ojo y se pierde dentro del edificio. Kerian sonríe a mi lado y niega.

—Que la pasen bien —murmura Natalia despidiéndose cuando nos ve subir al lujoso Dodge negro de mi padrino.

Éste arranca el auto y sale a toda velocidad. Ya en carretera, se respira un raro ambiente dentro del auto. Esto por las nada disimuladas miradas que le lanza mi padrino Kerian. ¿Por qué le mira tanto? ¿No le habrá caído bien? Eso que importa. De por sí, desde los dieciocho he sido libre de escoger con quien estar, ni siquiera mis padres se han metido en ello. Tampoco creo que pudiera aceptar si lo hiciese mi padrino. Cuando nota que le pillo mirando a Kerian, me persuade con una pregunta:

—¿Qué te ha parecido el auto?

Oh. Mierda. Mi boca se extiende en un amago de sonrisa. ¿Qué digo? ¿Es hora de decir que no lo aceptaré? Miro de reojo a mamá; sonríe. Me alienta a responder con la mirada. No creo que sea buena idea tratar lo de regresar el auto, quizá en otro momento; sin mamá mirándome o, sin Kerian a mi lado. Quiero evitarles una incómoda discusión.

Haylin: A través de tu piel |PARTE 1| EN EDICIÓN ©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora