Capítulo 26: Lazos de hermanos.

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Movió todo su cabello hacia un costado de su hombro mirándome con intensidad en sus ojos azules, cómo sólo tus amigas te pueden mirar cuando quieren saber algo.

Me aclaré la garganta y la miré como si estuviera loca.

—No me pasa nada... Quizás es porque tengo sueño, nada más —conteste soltando un bostezo bastante mal actuado porque sentí que parecía una bestia que se tragaría a mi amiga.

Y no me malinterpreten, no es que no le tenga confianza a Abby, pero aún estaba procesando lo que había pasado, pienso que si le llegase a contar de esto ahora –teniendo en cuenta que ella es la fan número uno y más loca por Sake, porque fue ella quien creó ese ship– le da un infarto aquí mismo o algo así.

—Claro, y yo nací ayer, fíjate —susurra sarcástica poniendo ambos brazos detrás de su cabeza recostándose en su cama.— ¿Estás así por lo de ayer, verdad? —pregunta clavando su vista azulosa en mí.

Juro por Dios que al oír eso me quedé helada. ¿Abby se había enterado de lo que pasó entre su hermano y yo ayer? Ay, no, no, no. Dios quiera que no, osea, no sabré que decirle si eso era a lo que se refería. Por muy fan que de Sake sea estará enojada conmigo quizá por haber besado a su hermano estando él ebrio y ser partícipe de ese juego tan tonto. O quizás también porque estamos en un escuadrón anti-chicos, donde el objetivo es eso, no chicos. Dios, Sarah, tú fuiste quien creó tal cosa ¿Y ahora rompes la regla? Estupendo, las chicas me matarán.

Tomé uno de sus cojines y empecé a jugar con el.

—¿De que estás hablando? —pregunto haciéndome la tonta, otra vez.

—Pues de que ayer te prometí no embrigarme y es justamente lo que hice —ríe para luego hacer un puchero.— Perdón si te dejé sola con esos idiotas y con el insoportable de mi hermano.

Oh, era eso.

—¡Cierto! —recapacito golpeándola levemente en su antebrazo. Ella se queja riéndose— Dijiste que no te excederías y me mentiste, me dejaste allí por horas totalmente sola —me cruzo de brazos viéndola mal. Aunque para ser verdad no me dejó tan sola— Además habías dicho que ordenarías mi clóset ¿Y que crees? Tampoco lo hiciste.

Ella es ahora la que sonríe nerviosamente encogiéndose de hombros.

-—¿Yo también te amo? —contesta.

Ruedo mis ojos. No estoy enojada ni nada de eso pero pensándolo bien, si Abby no se hubiese embriagado jamás hubiese jugado ese juego ni menos besado con Mike, porque ahora ese estupido momento es imposible sacarlo de mi mente. Por más que quiera no puedo.

—Olvídalo, estoy acostumbrada a que mis amigas se emborrachen siempre —me encogo de hombros.

—Hablando de eso, empiezo a pensar que debo dejar de beber desde ya —la miro.— Aunque no lo creas tengo una resaca horrible en este instante —lleva una mano a su frente.— Se me hace increible que esté ahora mismo haciéndote clases particulares de Matemáticas.

—Es que eres la mejor —le lanzo un beso.

—Lo sé, cariño, lo sé —sonríe para luego mirar sus perfectas uñas negras con aires de creerse la superior.

Seguí jugando con el cojín que tenía en mis manos hasta que escuché que llamaban a la puerta. Con Abby miramos en direccion a la puerta esperando a que alguien hablara del otro lado de ella.

La rubia gruñó y puso sus ojos en blanco al no obtener respuesta de nadie.

—¿Quién es? —gritó hacía la puerta.

Escuadrón Anti-Chicos© (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora