Capítulo 21

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—Nunca me cansaré de esto lo juro —digo.

—Ni yo ¿Qué hora es?

—Las tres ¡Las tres! Llegó tarde —me levanto del piso y cojo mi mochila.

—¿Y tú a donde vas? —se sienta en el piso.

—Tengo qué lavar platos.

—¿Qué?

—Pues digamos que hubo una guerra de comida y fui castigada junto a Jake.

—Sí —se rie— vi la pelea, fue épica.

—Bueno pues esa pelea épica trajo consecuencias.

—¿Así? ¿Por cuántos días tienes que lavar platos?

—Una semana.

—Te dará pulmonía ¿sabes?

—Sí, lo sé, pero, ¿qué puedo hacer?

—Seguir lavando fideos rojos, porque es lo que hay en el menú de hoy.

—Y ya voy tarde, te veo luego.

—Adiós, ¿me quedo o me voy?

—Vete.

—Cuanto amor.

—Lo sé —me río y salgo de la habitación.

Venga, ya voy tarde y creo yo que es la segunda vez que me pasa eso con la señora debía cafetería. Cojo mi teléfono y lo prendo, no lo he utilizado desde ma mañana.

Nuevo mensaje de Mario.

Hola amor, ¿cómo estás? ¿quieres que vaya a verte?

Obvio no quiero que vengas, aparte que si llegarás a venir no encontrarías a nadie, yo estaré haciendo mi maldito pero entretenido castigo.

Abrí la puerta de la cafetería, de tanto pensar en mis asuntos no me di cuenta de que ha había llegado a la cafetería.

<¡chass!>

—¡Maldito hijo de fruta! —exclamé.

Ni bien entre él ya tenía un mecanismo en la puerta que cuando alguien la abre el tazón que hay arriba cae encima de la persona de abajo, y en este caso el tazón tenía agua y la de que estaba debajo era yo.

—¿Soy un hijo de fruta? Vaya, tanto tiempo y no me había dado cuenta de que era una fruta —sonrio— ¿de quién soy hijo? ¿De una manzana y una sandía?

—¡Capullo!  Yo ya estaba lo suficientemente mal cómo para que me mojaras

—¿Por eso no fuiste hoy a clase?

—Sí, maldito gilipollas.

—Venga no lo sabía, anda te dejó hacer conmigo lo que quieras.

—¿Qué? —digo sacando una toalla de mi mochila.

—Sí, lo que oyes, mójame, pegame, peñiscame, besame —sonríe.

—Sí, lo último creo que no lo haré.

—¡Oh, rayos!

—Ni en tus mejores sueños —sonrio— bien pues, empezaremos mojando a este niño.

Cogí un tazón de la mesa y lo llené de agua, pero esta vez le agregué hielo sin que se diera cuenta. Esperé a que el agua enfríe y me dirigí hacia él.

—Pues a lo mejor necesites otro polo —sonreí.

—¿Por qué? Sólo es agua que se secará pronto.

—Como quieras

Puse el tazón encima de su cabeza y comencé a empaparlo. ¡Dios! Nunca me olvidaré su cara de sufrimiento cuando el agua helada caía por su espalda y un hielo se quedo atrapado en su  polo.

—¡¿Qué mierda?! ¡¿Por qué mierda le pusiste hielo?!

—Es tu castigo —rio— ahora, yo te dije que traigas un polo.

—¿Enserio crees que no lo traje? —coge su mochila, la abre y saca una bolsa— ¿Me vas a ver cambiar de polo o  te  darás vuelta?

—Perdón —giré mi cuerpo mirando hacia la pared— si te apuras se agradece.

—Ya, puedes voltear.

¡Les juro que no puedo con esto! Me voy a orinar de la risa ¡Dios!

—Pero… porqué —no puedo decir nada, no puedo parar de reir— ¿Rosado? ¿Enserio?

—Era blanco —se ruborizó— es que hace mucho que ni lavaba ropa blanca y se me escapó un calcetín rojo que no se porque lo tenía ahí, el punto es que no tenía otro polo limpio.

—Vale, vale, pero venga, ¿no podías fijarte la ropa… antes de mandarla a lavar? —no puedo parar, me acab de dar un ataque de risa.

Sólo imagínense que  el chico venía  de negro venga de rosado de un día para otro.

—Per… perdón —me disculpo y respiro lentamente para no volver a reirme— vale, ya estoy calmada.

—Eso espero. —pone los ojos en blanco— Vamos a lavar los platos anda, quiero terminar rápido he irme a dormir o no se.

—Vale, pero salir a la calle no creo, no te vayan a confundir —rio.

—Graciosa —me mira con cara de poco amigos— ¿Qué te digo yo? ¿Hombre por vestirte de negro?

—Vale, que buena venganza, pero ya, paz.

—Como quieras, vamos a lavar.

Holaa, perdón 7-7

Sé que me demoré, pero ya volví

A la prisión >:v

Sí, al colegio 7-7

Bueno, bueno,


Los amo <3

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Contigo ni a la esquina © #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora