Capítulo 18

2.2K 271 23
                                    

Mario pasará por mí a las ocho y ya son las siete y media y yo aquí en mi cama viendo una serie ¿Me debería alistar ya? Bueno creo que sí.

Voy a mi comoda y busco entre los  cajones ropa para ponerme. Debo ir a comprar ropa de nuevo, todo está para convertirlo en trapeador. En fin, cojo una leggin negra, un top negro y una blusa a cuadros roja. No me quiero amarrar mi pelo como siempre, no me deja pensar, así que mejor me lo dejo suelto y ya.

Decidí delinear un poco mis ojos, no tan exagerado, no me gusta mucho el maquillaje, y a él tampoco.

Cuando termino de delinearme suena la puerta, debe ser Mario. Abrí y efectivamente era él con un ramo de rosas, ¿Es que no entiende que no me gusta lo romántico? Lo cojo por educación y lo dejo por ahí.

—¿Vamos? —me pregunta.

—Sí —respondo— pero ¿Adónde vamos primeramente?

—Ya lo verás —guiña un ojo.

Me coge de la mano y me guía hacia las escaleras. Llegamos a la puerta y había un carro estacionado en frente.

—¿Es tuyo? —pregunté asombrada.

—Así es, pero no lo conduzco yo, sino Ramón Hernández.

—¿Ramón? ¿El que iba al Instituto con nosotros? ¿El que era becado?

—Exacto, ese muerto de hambre no tenía de donde comer hace que recurrió a mí, y yo como buena gente le dí trabajo. A ver si cuando se junta con gente de clase se le quita lo  pobretón — dijo y le di un golpe en el hombro.

—Óyeme no, la gente pobre es la que tiene más valores, no como otros — lo miro directamente a los ojos con cara de pocos amigos.

—Vale, solo lo dije de broma, anda sube.

Le hice caso y subí en la parte trasera, él me siguió por detrás. Ramón al parecer  no quería hablar, solo preguntó a donde íbamos, seguro que no me reconoció.

Cuando llegamos al restaurante Mario le dijo que lo llamará cuando necesite que nos recoja, él asintió con la cabeza y se fue.

—¿Entramos? —me preguntó.

—No, comamos afuera sentados en el suelo y utilicemos el bote de basura como mesa —dije sarcásticamente.

—Graciosa, anda vamos.

Entramos y todo se fue a la mierda. Jake estaba sentado con la tía con la que estaba follando en una mesa, lo bueno es que él no se dió cuenta de mi presencia, hasta que Mario nos dijo cual era la mesa que había apartado para nosotros. Era una que estaba por la esquina y donde Jake me podía ver claramente ¡Mierda! ¡Mario te odio!

Pasamos por el sitio donde estaba sentado Jake y claramente él me vió y se quedó boquiabierto.

Yo por mi parte trate de ignorar las miradas que él me mandaba. Mario y yo pedimos la comida la cual nos trajeron y la terminamos en un abrir y cerrar de ojos. Él me contó qué había sido de su vida después que cortaramos, me pidió disculpas mil veces y todo lo demás.

Mientras él contaba su vida, yo me hacía la que le escuchaba pero en mi mente cantaba una de las canciones de Papa roach. Desvié un momento la mirada para ver que cojones hacían Jake y la chica esa, pero no debí hacerlo. Él se dió cuenta de que lo estaba mirando y le cogió la mano a la chica.

Estaba tan furiosa, no se si decir celosa pero una gran irá se apoderó de mí que no lo pense dos veces y cogí a Mario de su camiseta y le di un tirón para besarlo. Primero él estaba sorprendido pero luego entró en el juego. Por mi parte yo seguía viendo a Jake y noté que cerró los puños, dió un golpe en la mesa y cogió a la chica para irse. Yo me separé de Mario y me maldije.

Contigo ni a la esquina © #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora