capitulo 77

16K 1.1K 51
                                    

Alexander

Esta mañana sabía que no sería como cualquiera otra, incluso sabía que no tenía que afrontar los cambios de Sof. Sabía que su paseo se alargaría. Esta mañana me siento roto, cabreado, decepcionado, dividido entre salir a buscarla o dejarla volar.

No fue cuando leí su nota, fue el día anterior. Sabía que ya no quedaba nada. Sabía lo agotada que estaba, y ella también podía sentir mi cansancio.

Sostengo la nota durante varios minutos, evitando sentir ese profundo vacío, evitando salir corriendo a buscarla, traerla de vuelta y obligarla a permanecer mi lado.

Le había dado libertad justo para esto, para que ella pudiera irse cuando ya no pudiera soportarlo más, cuando ya no pudiera aguantarme más. Cuando ya no quedara nada.

Un nudo se forma en mi garganta, sé que no seré capaz de hablar, y que si alguien me pregunta rompería a llorar.

Vuelvo a la nota:

Siento hacerte esto, siento que te causo problemas, que soy un problema, y lo peor es que no me siento con fuerzas de seguir aquí. Cada minuto es un tormento, he intentado olvidar, perdonar, pero no puedo. No puedo Alex, no puedo seguir. 
Tal vez algún día consiga olvidar todo esto. Tal vez incluso olvide tus ojos, tus labios, y no conserve ningún recuerdo de ti. Tal vez ese día te cruces en mi camino y yo te sonría sin siquiera recordar quién eres. Si eso llegara a pasar, nunca me obligues a recordar lo que fuimos... Solo déjame conocerte desde cero.

Cuídate mucho, cuida de Alex. Intenta resolver tus problemas, yo haré lo mismo.

No quiero decirte adiós, porque esto es tan doloso para mí... Solo hasta siempre Alexander. Te quiero. 

No quería a Sofía cuando la traje aquí, ni siquiera cuando me acosté con ella por primera vez. No quise a Sof en esos momentos en los que yo era un animal. Mi amor nació poco a poco, la obsesión desapareció, y una vez que la amé no quise hacerle más daño. No quise verla llorar, ni quise volver a ser el miserable que fui.

Si pudiera volver al pasado, si pudiera volver a esa noche, actuaría de modo. Jamás debí secuestrarla. Debí acercarme a ella cuando estaba en la barra, cuando parecía que estaba quebrada. Al final conseguí romperla, y luego quise reconstruirla de nuevo, pero no quedaba nada de ella.

Me siento perdido, desorientado, vacío, sé que este vacío no será fácil de llenar, sé que no será fácil seguir sin ella. Pero no puedo ir a buscarla. No debo.

Si su destino es estar a mi lado, tal vez ese día que ella dice que yo me cruzaré en su camino, llegue a pasar. Tal vez Sof vuelva a ser mía, pero no hoy, ni mañana, tal vez ni siquiera dentro de unos años.

Tal vez cuando me cruce con ella ya la haya olvidado, quien sabe. Pero por ahora la marcha de Sof duele. Duele hasta un punto que siento que no soy capaz de respirar.

Por primera desde hace mucho tiempo lloro, y no importa. Ya había llorado por ella, sabía que lo volvería a hacer.

El dolor aumenta, aumenta a cada recuerdo que Sofía ha dejado grabado en mí. A cada momento bueno que hemos pasado juntos. Duele cuando sé que no puedo ir a por ella. Y duele más saber que mañanas tampoco va a estar.

—Alex...

—¡Vete!

No quiero que Mía me vea así. No quiero que me mire con lástima. No quiero su consuelo. Solo Sofía podría dármelo, pero no está. Y no volverá.

—Por favor, Alex... déjame entrar.

Nunca me había sentido tan destrozado como ahora. Ni siquiera la primera vez que yo mismo la eché, porque sabía que esa vez podría recuperarla. Pero sé que esta vez no me siento con fuerzas de ir a buscarla.

—Alex...

Ante la insistencia de Mía le abro la puerta. Me seco las lágrimas aunque sé que no puedo disimular lo que siento.

—Se ha ido.

Mía me rodea con sus brazos, ¿a caso ella puede curar mi dolor? Nadie puede, ni siquiera mi hijo.

—Ya volverá —miente.

Ella nunca va a volver. Yo en su lugar tampoco volvería.

—No quiero verte así. ¿Qué puedo hacer por ti?

—No te preocupes. El dolor es algo temporal... —Me quiero autoconvencer de que será temporal.

No siempre pensaré en Sof. Ni en su carácter, ni en sus cambios de humor, ni en su miedo. No siempre tendré presente sus labios, ni su cuerpo, ni su pelo, ni siquiera su piel.

Tal vez incluso olvide cuando echó a perder mi colchón. Incluso olvidaré su cara de vergüenza, cuando me pareció demasiado divertido ese momento. No siempre tendré a Sofía metida en la cabeza.

—La olvidaré.

La olvidaré, igual que lo hice con Lía. Al principio es duro, es doloroso, pero el tiempo hará que la olvide. Hará que olvide lo que le hice.

Tal vez haya sido mejor así.

—¿Tú lo sabías?

—¡No! Claro que no.

—No fui bueno con ella, ¿lo fui contigo?

—Eso ya no importa.

—¡Claro que sí! ¿Fui bueno alguna vez? Siempre he sido, ¿verdad?

—Fuiste mi salvador. No importa lo que luego hiciste,  porque jamás me hiciste daño, porque puedo mirarte a los ojos y no sentir miedo. Porque gracias a ti estoy viva. Me salvaste, Alex.

—¿Te salvé?

Mía asiente. No puedo sentirme el héroe que ella dice que soy. No cuando he destrozado la vida de una persona, no cuando he hecho daño a muchos.

—¿Sabes qué? Nunca es tarde, no tienes que rendirte ahora. ¿Recuerdas cuándo negociabas mi compra? Te miraba a los ojos pensando que tú acabarías por destruirme. Pero luego a los pocos meses de estar aquí me habías construido de nuevo.

—¿Eres feliz?

—Sí, y te lo debo a ti.

Beso a Mía en la frente. Mía siempre está aquí cuando la necesito. Cuando pierdo los papeles. Cuando me siento solo y perdido. Ella siempre me guiará, aunque no pueda llevarme por el buen camino.

Me seca las lágrimas y aunque me siento un poco mejor, pensar en que Sofía me envuelve en un manto de tristeza. Me siento herido.

Esclava Del Demonio (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora