capítulo 8

51.4K 2.7K 352
                                    

Se recuesta a mi lado aún jadeando y la respiración acelerada. Siento que le odio, que es el ser más miserable, y que no hay persona tan despiadada, como lo llega a ser Alex.

Ojalá pudiera matarlo con mis propias manos, patearle los huevos, y escupirle varias veces a la cara. Pero sé que no voy a hacer nada de eso, simplemente porque soy una cobarde. Soy tan cobarde que ni siquiera puedo hablar con él, ni mirarle fijamente a los ojos, mi cobardía roza los extremos.

—Ve a bañarte —me ordena.

Ni en estos momentos de asco y repugnancia hacia él, me dan el valor de articular ninguna palabra, ni siquiera cuando su voz suena tranquila como ahora.

—Sofía...—gruñe.

Me incorporo y miro la puerta, solo debo atravesar esas tres puertas, pero ¿cómo? Mi cerebro solo piensa en el fracaso y en las graves consecuencias.

Me meto en la bañera, y dejo correr el agua, la quiero llenar y sumergirme en ella, quizá ahogarme, sí, al menos de esa forma descansaría de esta mierda.

Una vez llena, me sumerjo en el agua. Tomo asiento y dejo que el agua purifique de alguna manera mi cuerpo. Es tan cálido, tan confortable. Ojalá no tuviera que salir de aquí para verle la cara de asco a Alex. Ojalá cuando salga él ya no esté allí.

Pero como el mundo está en mi contra, oigo sus pasos dirigirse hacia mí. Evito mirarlo, pero siento su presencia, está de pie desnudo y se mira en el espejo.

No sé en qué momento decidió hacerme esto, ni soy capaz de preguntarle, aunque me muero de ganas por hacerlo.

—Date prisa, yo también quiero darme una ducha.

Me sumerjo en el agua, sumerjo mi cabeza, y sí, respiro. Ya que más da. Tal vez nunca me libere de él, y tal vez mañana vengan cosas peores. Trago agua, y aunque tengo la necesidad de salir de ella, me aguanto, he decido acabar con esto.

—¿Qué coño haces? —me toma del brazo y me obliga a sacar la cabeza. Toso —. ¡Estás loca!

—¡Suéltame, hijo de puta! ¡Me quiero morir! ¡Me quiero morir!

Grito y lloro, siento que todo el mundo me comprime,  que me estoy asfixiando, y que es una agonía larga y dolorosa.

Me saca del baño arrastras, me empuja contra la cama, y busca algo en el pequeño cajón de la mesita de noche. Saca unas esposas, y ya me da igual. Toma mi mano derecha de mala manera y la esposa al cabecero de la cama.

—¿En qué coño piensas? —me grita furioso.

—¡Te odio, hijo de puta! ¡Mal nacido! ¡Maldito cabrón!

—¡Cállate, estúpida! ¡Cállate!

—¿Si no qué? ¿Me vas a matar? ¿Me vas a follar otra vez? —grito a la vez que lloro —, quizá solo me vas a golpear, miserable.

—Estúpida...—murmura —, voy a hacerte lo que me plazca, déjate de numeritos.

—Se os oye gritar desde la calle...—interrumpe Damián clavando sus ojos en mi cuerpo desnudo.

Alex lo fulmina con la mirada, y rápidamente me tira una sábana para cubrirme. Damián sonríe divertido, y yo no le encuentro el chiste por ninguna parte.

—¡Tápate, joder! —gruñe Alex.

Y yo me enrosco la sábana como puedo. Damián sigue mirándome, se acerca lentamente y toma asiento a mi lado. Sin previo aviso, me quita la sábana de un tirón y esboza una sonrisa.

—Espectacular... ¿Cuánto nos van a dar por esta obra de arte?

Alex traga en seco, y juraría que lo que está haciendo su hermano, no le hace ni puta gracia.

—Anúlalo.

—¡Ni de coña! —lo desafía.

Y mientras entran en una batalla, yo solo quiero alcanzar la sábana para taparme, ¡por Dios como hecho de menos mi ropa!

—¡He dicho que lo anules!

—Primero deberías vestirte para sonar creíble —se burla Damián —, y segundo; ya tienes bastante con la amargada de tu mujer, y con Mía.

—Aquí soy yo el que da las órdenes, y he dicho que ya no está en venta.

—El demonio tiene sentimientos —se vuelve a burlar —. ¡Hay muchas mejores que esta! Mañana puedes conseguir a otra.

—¡Sofi! —me llama la atención —, ¡tápate! —me exige cómo si fuera tarea fácil.

Intento alcanzar la sábana que sostiene Damián, tarea casi imposible, ya que el muy capullo se incorpora con ella en las manos. Clavo mis ojos en Alex, este se acerca a su hermano y le arrebata la sábana, acto seguido me la tira enfadado.

Vuelvo a cubrir mi cuerpo, y agradezco que Damián ya no puedo follarme con la mirada.

—Te estás equivocando —le advierte Damián abandonando la estancia.

—Gracias —susurro,  y no sé ni por qué estoy agradeciéndole nada.

—No lo hago por ti. —Lo suponía capullo —. Estoy cansado de Mía, y de todas.

Agacho la mirada en cuanto sus ojos penetran los míos, no puedo evitarlo, no soy capaz de sostenerle la mirada.

Me recuesto, y noto la sábana mojada, mi pelo, con todo lo que había pasado no recordaba que no me había dado tiempo a sacarme.

Mientras Alex se da una ducha rápida, demasiado rápida para mí gusto, le oigo pronuncia mi nombre una vez más, pero no respondo. Cierro los ojos y me hago la dormida.

—Sé que estás despierta. —El colchón se hunde ligeramente al dejar caer su peso en él.

Su cuerpo hace contacto con el mío, su piel rozando la mía, un escalofrío recorre mi espina dorsal. Pasa uno de sus brazos y me atrae hacía él.

—¿Serás buena? —me susurra al oído, y hace que todo mi cuerpo se tense —. Sofi...

Acaricia mi pelo mojado, y no puedo evitarme sentirme sucia, asqueada, y con ganas de girarme hacía él, y vomitar en su cara.

—Me gusta estar contigo, Sofi. Me gusta demasiado.

Recorre mi espalda con su mano, y de nuevo está invadiendo mi privacidad. No me muevo, quiero que crea que estoy dormida. Y por primera vez, Alex besa mi espalda, es la primera vez que sus labios hacen contacto con delicadeza, y eso me hace pensar en que aún no me ha besado.

—Dulce, Sofi —vuelve a provocarme —. ¿En qué piensas?

¡En que te calles! ¡En que dejes de sobarme! ¡Maldito cabrón!

—Vale... gastaré la poca paciencia que me queda contigo.

Me abraza, y miles de imágenes invaden mi mente, mi verdugo abrazándome, consolándome después de haberme causado tanto daño. Al los pocos minutos le noto dormido, dormido y pegado a mí como una lapa.

Esclava Del Demonio (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora