17. Algunos contratiempos.

Comenzar desde el principio
                                    

—Eres tan terca, que a veces me desesperas un poco —se quejó.

—No es terquedad, es realidad —expliqué.

No estaba de humor para andar escuchando mierdas de este estilo.

—¿Mala noche? —preguntó.

Abrí los ojos desmesuradamente.

—¿Tanto se me nota? —pregunté.

—No.

—¿Y cómo lo supiste?

Bufó con orgullo.

—Estás hablando con Matt Parker, querida —respondió irguiéndose más, e inflando su pecho con orgullo.

Reí.

—Oh —dije—, ¿hablas de Matt Parker, el mismo que corría desnudo por su casa, sólo con una capa puesta, diciendo que era Súper Man, cuando tenía cuatro años? —pregunté, recordando su confesión en aquella fiesta de pijamas.

Sus mejillas se tornaron rojas y su pose de orgullo quedó sustituida por una avergonzada.

Solté una carcajada, a lo que él se sonrojó aún más.

Pasé un brazo por sus hombros y le di un beso en la mejilla, calmando mi risa.

Eso pareció tranquilizarlo.

—Vamos, te acompaño a tu salón.

Para mis desgraciada suerte, mi segundo bloque de clases era matemáticas y el muy hijo de perra del profesor no faltó. Yo que tenía la esperanza de que le diese una especie de infección estomacal y no se pudiese despegar del retrete en todo lo que restaba de año escolar.

Comencé a hacer los ejercicios que había colocado en el pizarrón, cuando me di cuenta de que mi compañero se había quedado dormido.

¡Este imbécil se quejaba de que nunca entendía las clases y se daba el lujo de quedarse dormido en vez de hacer los ejercicios que nos habían mandado!

Mm, ¿cuál sería la mejor forma de despertar a Zack?

Aproveché el momento de distracción del profesor para levantar mi pie y empujar a Cleveland de su silla, éste cayó al suelo dando un estruendoso golpe, y pareciendo desorientado.

Puse la mano en mi boca, para evitar soltar una sonora carcajada.

—Alumno Cleveland, ¿todo en orden? —preguntó el profesor, que se había levantado de su asiento y miraba a Zack desde su escritorio, alarmado.

Zack giró su cabeza hacia mí por unos segundos y me fulminó con la mirada. Me encogí de hombros a forma de respuesta.

—No es nada, profesor, es sólo que... perdí el equilibrio y me caí —explicó.

Una ligera risilla se me escapó.

—¿Seguro que está bien? ¿No quiere ir a la enfermería? —El profesor lucía algo preocupado aún.

—No, no. Estoy bien —aseguró, volviendo a su asiento.

El profesor asintió y siguió revisando no sé qué papeles.

—No fue gracioso, Issy —me reprendió, haciendo que soltara una risa nasal.

—Oh, sí que lo fue, Cleveland —expliqué.

Soltó un suspiro de cansancio.

No me había dado cuenta, hasta ahora, de las ligeras bolsas negras que tenía alrededor de los ojos.

Insoportable [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora