Prostíbulo

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Christopher

—Héctor. Héctor Pizarro es el dueño de ese número, Christopher.

Sonreí. Estampé un beso en la frente de Cristal y subí rápidamente hasta mi oficina. Me senté y observé la foto de Dhana antes de revisar la carpeta que la secretaria de mi jefe me había entregado.

Héctor Pizarro, 45 años. Ha estado en la cárcel 3 veces por narcotráfico, cuasidelito de homicidio y violación.

¿Cómo podía estar libre?

Lo más seguro es que se haya arrancado, por lo tanto no le conviene en absoluto que se involucre la policía en esto. Si hago las cosas bien, lo tendré en mis manos.

Tomo aire y escondo rápido la carpeta cuando llaman a mi puerta.

—¿Sí?

—Reunión —mencionó Cristal cuando asomó la cabeza. ¿Reunión?

—Voy.

Tomé mi saco junto con lo necesario y subí a la sala de reuniones.

No podía creer que tuviera que hacerlo, antes de entrar mi jefe, Mateo, me informa que tengo que exponer el proyecto de la campaña, que gracias a no sé qué, tengo casi, casi listo.

—No estoy preparado —me defendí—. No sabía que lo iba a tener que exponer tan anticipadamente.

—Lo sé. Tienes que hacerlo, llegaron de sorpresa —dijo un poco desesperado. Si yo le decía que no, la campaña y todo mi jefe se iría a la mierda.

—Mateo —se sorprendió que lo tuteara. Cerré los ojos y suspiré—. Necesito ayuda, puedo salvar este momento si me ayudas.

Pestañeó. Tensó la mandíbula y asintió.

—Lo que quieras, pero entra y déjalos con la boca abierta.

Sonreí y entramos en la sala. Saludé a cada uno de los ejecutivos que allí nos esperaban con un fuerte apretón de manos, dueños reales de la marca que mi jefe dirigía. Necesitaba instalar la seguridad y que ellos notaran que tenía todo bajo control.

***

Salí a recorrer el pequeño parque que se extendía por un costado del Río Mapocho en Santiago. Miré la cordillera que se presentaba imponente apuntando hacia el cielo, aún nevada en sus cimas, el calor se lo había llevado todo. Y, todo había salido bien. Ahora debía contactarme con el maldito de Héctor y terminar con todo esto.

Tecleé el número que Cristal me había facilitado, pero no el directo de él. Sino el de su trabajo.

Sonó una grabadora que me daba opciones que realmente no le interesaban a ningún hombre hasta que la última llamó mi atención.

Digite el número de su teléfono en dónde se encuentre la letra K y una operadora atenderá.

Miré la pantalla. El cinco. Lo marqué

De inmediato una voz fuerte y, sensual, llenó mis oídos.

Puedes satisfacer lo que quieras, solo...

—Quiero saber si tienen algún catálogo. Soy exigente y quiero saber con quién quiero pasar la noche.

Podemos enviarle...

Little do you know - #CESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora