Despertar

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Dhana

Solo sé que me costó abrir los ojos, mi difusa vista poco a poco se fue acostumbrando a la luz del lugar. Sentía la garganta reseca y mi cuerpo pesaba, dolía.

El olor me informó antes de que pudiera darme cuenta que me encontraba en un hospital.

No había salido como imaginé.

Las imágenes del accidente se agolparon en mi memoria y cerré fuerte los ojos. Nunca sentí tanto miedo, seguridad y arrepentimiento a la vez. Todo se mezclaba.

Miedo a la muerte y también a vivir, seguridad de desaparecer y no seguir haciendo daño, para finalmente, mientras me sentía caer, arrepentimiento.

Sentí pasos y abrí los ojos de golpe, no la conocía. La mujer de blanco me miró con una sonrisa tierna dibujada en su rostro mientras se seguía acercando a mi.

—Buen día, Dhana. Mi nombre es Sofía, ¿puedes escucharme?

Asentí.

—Muy bien. Llamaré al doctor. Quédate tranquila, él te explicará todo.

Le dio una revisada a la máquina que tenía a mi lado y salió.

"Él te explicará todo". Como si no supiera por qué estoy aquí, cuando no debería estarlo.

Mis ojos comenzaron a vagar nuevamente por la habitación, un par de flores, un oso de peluche que claramente lo debió haber traído mi madre. Observé las máquinas y cómo se conectaban a mis brazos.

Mi muñeca...La pulsera.


Sentí mis ojos llenarse de lágrimas y el corazón partirse en mil pedazos. Él había estado aquí.

Toqué el timbre. Era la cuarta vez que presionaba ese maldito botón y Christopher no se dignaba a abrir. Sabía que estaba adentro.

—Chris, abre —dije aburrida apoyada en la puerta. Volví a golpear.

—Es un poco difícil que pueda abrirte —miré hacia el lado y lo ví caminando por la calle. Fruncí el ceño.

—¿Qué? Tú estabas dentro.

—No, estoy afuera —dijo divertido.

Entrecerré los ojos, sin dejar de verlo mientras el espacio entre nosotros se achicaba. Me tomó por la cintura y me besó. Un beso que casi me dejó sin aliento.

—Feliz cumpleaños, mi amor —susurró en mis labios. Yo sonreí, babosa. Volví a besarlo colgándome de su cuello.

—Te amo —dije.

—Yo más. Ahora, entremos.

—Espera. ¿Quién está adentro?

Levantó los hombros y metió la llave en la cerradura.

—Un ladrón, quizá.

Abrió la puerta y pasé antes que él. Mis ojos se abrieron gigante al ver en lo que estaba transformada la sala de su casa. Globos caían del techo y flores también, de distinto tipo, la mesa estaba adornada para los dos. Él me había prometido una cena distinta. El suelo estaba lleno de pétalos y papelitos que alcancé a distinguir con palabras como "Te amo", "Te quiero", "Te adoro", "Te amo"...

—Feliz cumpleaños —lo volví a escuchar tras de mi.

Me giré y sólo vi un gran ramo de tulipanes de muchos colores. Sonreí amplio. Los tomé y admiré con una nueva sonrisa, media estúpida, en mi rostro. Nuestras miradas se cruzaron y supe que ese hombre era el mejor del mundo, que no merecía a alguien como yo, pero estaba absolutamente enamorada de él e iba a luchar por nuestro amor.

La cena fue exquisita y llena de risas y caricias. De las banalidades pasábamos a cosas más serias o compartíamos qué nos gustaría hacer juntos pronto.

—Te tengo otro regalo —sonrió.

—¿Más cosas? Amor, sabes que...

—No es necesario. Sí, puede ser, para ti. Sin embargo, yo quiero mimarte en ese día.

Se levantó y acercándose a mi, puso una cajita alargada entre los dos.

—Al menos el anillo de matrimonio no es —bromeé al ver que la caja era mucho más grande.

—No, aún no, señorita.

—¿Aún no? —grité.

—No, me dirás que no estás preparada y cuánto rollo. Sé cuándo hacerlo —sonrió con suficiencia—. Ahora, ten. Este si es tu regalo de cumpleaños.

Ante mis ojos, al abrir la caja, apareció una pulsera hermosa.

—Un eslabón doble corazón —susurré y él repitió conmigo.

Mordí mi labio, esto era demasiado.

—Sé lo que dirás. Pero, te amo. No es demasiado.

De vuelta a la realidad, la voz del que debía ser el doctor encargado de mi estado de salud, me habló. Comenzó a revisar y hacerme preguntas a las que solo negaba o asentía.

—Estarás bien, Dhana. Probablemente sientas dolores de cabeza, mareos y dolores en el cuerpo. Necesito que cada vez que sientas algo lo vayas midiendo en una escala del uno al diez en cuanto al dolor. ¿Está bien?

Asentí.

—Avisaré a tu familia para que puedan verte —sonrió y salió.

Miré la pulsera y suspire. Me la había devuelto.

—Hija —escuché la voz emocionada de mi madre entrando con mi padre atrás. Esbocé una pequeña sonrisa. Los labios de ambos se posaron por mi cara. Sus caritas tenían unas grandes bolsas bajo los ojos y pareciera que se hubiesen echaba 5 años encima—. ¿Cómo te sientes, mi amor?

—Nos tenías preocupados, muy preocupados.

Cerré los ojos, las lágrimas se asomaron. Nunca pensé en ellos antes del accidente. Le pude haber provocado un dolor inmenso, más que el que debieron pasar en estos días...

Quise hablar pero mi garganta estaba seca y dolió. Un poco de agua llenó mi boca gracias a mi padre.

—Tranquila, cariño. No es necesario que te esfuerces en nada ahora. Estamos contigo, estás con nosotros y eso es lo importante.

—Te amamos muchos, pequeña.

Quise decirles que no era pequeña, pero no valía la pena. sólo sonreí.  


•••

¡Hola!

Me demoré mucho en subir, pero he tenido problemas con word. Venció mi licencia Microsoft y he tenido que pasar todas mis cosas a Drive.

¡Lo siento!

Ya quedan menos de diez días para el final del concurso, así que, dentro de estos días terminamos la historia.

Un abrazo, espero les guste.

:)

Little do you know - #CESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora