Aceptar

33 4 0
                                    

Dhana

No tocamos el tema en el resto de la tarde que estuvo conmigo. Sólo encendimos la televisión y conversábamos de vez en cuando sobre lo que allí aparecía.

Lo miré disimuladamente por unos segundos, admirando el perfil del hombre, del único hombre que he amado en mi vida. Su nariz era perfecta, sus ojos eran dulces, su boca provocativa, sus facciones definidas.

Lo amo.

Noté cómo sus párpados comenzaron a caer poco a poco y con ellos inclinó suave su cabeza. Se había dormido.

Observé, ahora, sin vergüenza al hombre que tenía a mi lado. Estaba completamente enamorada y me dolía tanto como a él haberle mentido tanto tiempo.

Lloré en silencio. Dejé que las lágrimas cayeran libremente por mis mejillas. Probablemente no había vuelta atrás en mi relación con Christopher, él había sido bastante claro aquel día. Sin embargo, una cosa tenía muy clara: No me volvería a prostituir.

No sabes como me rompo, mientras duermes.

Quiero acariciarlo, volver a sentir su piel, su calor, su amor.

—Te ves increíble —dijo apenas salí del departamento.

Llevaba un vestido azul marino que se ceñía a mi figura, unos tacos negros, mi pelo recogido para que se notara el corte del vestido y por supuesto mi Eslabón Doble Corazón.

—Tú también te ves bastante bien —sonreí y le dí un pequeño beso en los labios.

—¿Me das otro?

Accedí. Él rodeó mi cintura con su brazo e intensificó el beso.

—Podríamos quedarnos, tengo demasiadas ganas de quitarte el vestido —dijo entre besos.

Reí. Ganas de que lo hiciera, no me faltaban.

—Te amo, Dhana.

—Yo también mi amor.

Esa noche cruzamos todo Santiago para llegar al restaurante que queríamos, cenamos exquisito y bailamos un buen rato.

—Vámonos —susurró en mi oído mientras nos movíamos al ritmo de la música.

—¿Por qué? —hice un puchero.

—Quiero desnudarte y aquí no puedo —mordió mi cuello. Me derretí.

En media hora estábamos de vuelta en mi departamento. Al cerrar la puerta me arrinconó sosteniendo mis manos por sobre la cabeza.

—Sabes muy bien cómo provocarme, ¿verdad?

—Puede ser —mordí mi labio.

Su boca devoró la mía y su cadera comenzó a frotarse contra mí.


Los recuerdos me siguen atormentando, no puedo estar sin él.

—Chris... —susurré—. Chris, despierta...

Dió un pequeño salto desorientado.

—Lo siento —dije—. No te veías cómodo ahí.

—Sí, estoy un poco cansado —soltó una media sonrisa.

Little do you know - #CESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora