Capítulo 15

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Me enderezo en la incómoda silla con mucho cuidado, colocando pequeña barriga de tres meses. Suspiro, algo cansada.

Es muy temprano, casi las seis de la mañana; el bebé me había comenzado a dar náuseas temprano hoy. Cojo mi móvil y abro los mensajes. Me quedo helada al ver de parte de quién son y ni me molesto en abrirlos. Mi pulgar presiona el contacto con firmeza y logro bloquear el número antes de que otro mensaje llegara.

Mi dolor de cabeza me está matando, y esta situación empeora muchísimo las cosas. De pronto algo toca mi pierna y mi primer instinto es sobresaltarme y pararme de un salto; donde yo solía vivir, que algo así te roce era una señal inminente de una rata o incluso algo peor. Al bajar la vista suelto una risa nerviosa y aliviada, era Merlín, nuestro pequeño cachorro que habíamos comprado un par de semanas antes.

Hombre, aún no me acostumbro a todo este lujo y pompa. La casa está demasiado limpia, inmaculada y ordenada. Me agacho con precaución y le hago unas caricias amistosas al pequeñito. Suelta unos ladridos alegres y comienza a correr por toda la cocina.

Me dirijo hacia el refrigerador y tomo algunos huevos para hacerme un omelette. El celular vuelve a sonar mientras comienzo a batirlos; es un número diferente así que decido cogerlo.

— ¿Hola?

—Eileen, por favor vuelve.

Trago saliva muy fuerte y comienzo a toser algo violentamente. Escucho pasos y el ruido de las sábanas en la habitación. Se está levantando.

—No quiero hablar más de eso, ¿vale? Adiós.

Cuelgo el teléfono y lo arrojo con muy poco cuidado sobre el sofá que se encuentra a un buen par de metros. Por suerte, tengo bastante puntería y no se daña para nada. Rápidamente vuelvo a coger el bol y el tenedor y finjo haber estado batiendo todo este tiempo. Unos minutos después me rodea con los brazos y puedo sentir su aliento caliente sobre mi oreja.

—Buenos días— me besa suavemente en la unión del cuello y la oreja.

Siento como unas pequeñas lágrimas comienzan a formarse en mis algo hinchados ojos. Finjo una sonrisa con algo de dificultad e intentando recuperar la compostura respondo:

— ¿Dormiste bien, cariño? —en este punto me suelta y comienza a caminar por la cocina. Continúo batiendo vigorosamente, sin dirigirle ni una mirada.

Se estira lentamente y suelta un ruidoso bostezo.

—Como un tronco.

Suelto una risita forzada mientras enmanteco la sartén y la coloco en el fuego. Tarareo vagamente una canción que no escucho hace mucho, y no puedo recordar el nombre de la misma, pero me deja con una sensación de melancolía en el pecho. Cada día la sensación se vuelve peor y cada día cuestiono más mis decisiones.

El ruido de la manteca burbujeando me devuelve a la realidad y cuidadosamente vierto los huevos batidos en la sartén.

— ¿Puedes hacerme un poco a mí?

—Lo siento, ya se está cocinando— intento sonar lo menos fría posible a pesar de que me moleste mucho.

—Está bien, cariño. De todas formas tengo que irme a trabajar temprano hoy— se acerca y me da un beso en la mejilla al que respondo dulcemente para que se ponga de buen humor.

Se da la vuelta y se dirige a la habitación donde comienza a cambiarse. Saco el omelette del fuego y lo deslizo en un plato. Arrastrando los pies me acerco a la mesa y me dejo caer en la silla, comenzando a masticar lentamente.

—¿Está bien si viene Mike a visitar hoy? — grito lo suficientemente fuerte como para que me oiga a través de la pared mientras le doy un pequeño trozo de mi desayuno a Merlín que da saltitos impacientes a mi alrededor.

—Claro que sí, Eileen— escucho la puerta del armario abrirse y el roce de las perchas al ser alborotadas—. Sabes que está invitado cuando quiera.

—Gracias, Tre— respondo suavemente, a pesar de que sé que no puede oírme.

En ese momento pasa a mi lado en su traje y con maletín en mano. Creo que me dice adiós pero no lo escucho. Le pido que me alcance mi teléfono celular, lo hace, le agradezco vagamente y escucho la puerta cerrarse detrás de él.

Llamo a Mike y contesta casi inmediatamente.

—Hola, pequeñita— dice cariñosamente. Simplemente oír su voz me sube un poco el ánimo.

—Hola, imbécil— digo entre risas —¿Crees poder pasar por aquí en un rato? Me aburro como nunca.

—Cuenta con eso, hermanita— hace una pequeña pausa y puedo notar que está por decir algo de lo que no está cien por ciento seguro— Quizá no vaya solo...¿Está bien?

—Claro— digo sin pensarlo mucho. Corto el teléfono y me dirijo al sillón esquivando a Merlín que se enreda entre mis piernas.

Me siento y prendo la televisión; están dando un aburrido programa de compras, pero lo dejo de todos modos.

Observo mi alrededor: la casa lujosa que había abandonado hace ya tanto tiempo, el televisor gigante, el jardín impecable visitado por un jardinero cada miércoles. Cierro los ojos y puedo ver el desorden del pequeño departamento, puedo oler los cigarros y la cerveza, puedo sentir sus labios en mi cuello y sus manos en mi cintura. Pero sé que esto es lo mejor, ¿lo mejor para mí? No...¿Para el bebé? Definitivamente.

Los ladridos me alertan y puedo oír una puerta de automóvil cerrándose en la calle. Me pongo de pie y me acerco a la ventana. Puedo ver a Mike; alzo mi brazo derecho y lo mezo suavemente para saludarlo. Es entonces cuando empalidezco y mi brazo cae con todo su peso muerto a mí costado.

Billie está con él.




Volvió, jiji.

-Punkn0tdead

Homecoming [Give me Novacaine #2]Where stories live. Discover now