Capítulo 13

633 67 4
                                    

Billie abre mucho los ojos y me observa con aprensión, encontrándome yo con el rostro pegado a su brazo, aferrándome a él, algo temerosa.

La silueta continúa acercándose y moviéndose en la distancia, como una mancha vacilante. Aún sé con seguridad si es Tré, los nervios hacen que la vista se me nuble de a momentos, y lucho por encontrar el foco necesario como para ver algo con claridad.

Resignándome y notando que mi visión no cooperará en el futuro cercano, susurro al oído de Billie:

—¿Es...?— no me deja terminar la oración, ya lo noto asintiendo con una mueca de incomodidad en su rostro—Demonios— murmuro para mí misma y comienzo a mordisquear el interior de mi mejilla.

Es entonces cuando Billie me toma de la mano y comienza a caminar con una rapidez casi brusca, cruzando la calle y casi arrastrándome tras él.

—¿Crees que nos haya visto?— pregunto, intentando calmarme poco a poco. Tengo los nervios de punta, estos últimos días han sido realmente fuera de este mundo y no en el mejor de los sentidos. He ido de aquí a allá, abandonado a mi prometido y escapado junto con el muchacho que me dejó embrazada del bebé que perdí hace ya tres años. Intenta quitarte eso de tu pecho, te aseguró costará. Son las situaciones de esta naturaleza las que me hacen comenzar a dudar todas las decisiones que tomé anteriormente, después de todo ¿fue dejar a Tré tan buena idea?

Me trataba bien, me brindaba estabilidad emocional y económica. Quizá no despertara una pasión desenfrenada en mí, pero había aprendido a amarle y Dios sabe que lo apreciaba desde que apenas éramos amigos adolescentes sin ninguna intención romántica. Habría podido tener una vida hecha y derecha con Tré, pero al parecer lo convencional no me atrae, puesto que Billie es el amor de mi vida y el primero que alguna vez me arrojó al vacío del que aún no he encontrado salida.

Cerré los ojos con un momento, la respiración agitada haciendo que mi pecho sube y baje desenfrenadamente. La imagen de las paredes blancas, los azulejos verdes, el olor a medicina, el sonido de mi pulso haciendo eco en mi cabeza y el llanto incesable, el pequeño cajón, la ropa de luto. Me tapo la boca con ambas manos, con el propósito de evitar que un pequeño grito de dolor abandone mi garganta.

¿Qué hago aquí con Billie de nuevo? La idea de aquel espantoso sufrir que protagonizó mi vida los últimos tres años se encuentra siempre presente, como agazapada, esperando a atacar en un rincón oscuro y recóndito de mi mente. Sin embargo, hay algo en el dolor, en la adrenalina de él, que parece atraerme. El tacto de la piel de Billie contra la mía no puede evitar recordarme a la hija que nunca pude tener en mis brazos, pero es la mejor sensación que experimenté en mi vida entera.

Nos hemos sentado en el peldaño del porche de una casa ajena.

No responde mi pregunta aún, pero ha pasado un tiempo considerable y sé que aunque Tré nos haya visto, debe encontrarse lejos en este momento exacto.

Suelto su brazo y alzo la mirada, observándole con ojos vidriosos y aterrados, pero llenos de la devoción más increíble que he sentido alguna vez en mi vida. Lo amo, me ha hecho pasar por la mayor cantidad de mierda que pensé podía alguna vez experimentar en mi corta existencia, pero a pesar de todo, lo amo.

—No nos vio— musita, dedicándome una mirada de preocupación pura. Toma mi mano y juguetea con mis dedos por algunos momentos, apretándolos con ternura; intentando descifrar que sucede en mi pequeña y retorcida mente.

Me limito a dejar que todos los sentimientos que revolotean en mi interior tomen poder de mis decisiones, y comienza a dolerme el pecho de inmediato, un dolor ameno y casi agradable: el ahogo que uno siente al amar demasiado a otra persona. Una sonrisa comienza a formarse en mis labios poco a poco, y su gesto se suaviza, soltando un suspiro de alivio.

Rodeo su cuello con mis brazos y me acerco a él, besándolo levemente. Apenas un roce de labios, pero lo hago casi con desesperación, como para hacerme recordar que él sigue ahí a pesar de todo.

—Te amo— murmura al separarnos, con sus ojos verdes brillando levemente, algo humedecidos.

Suelto una risita y bajo la mirada hacia nuestras manos, aún entrelazadas. Me arden las mejillas y sé que luzco como un desastre. Me pongo de pie, estiro el brazo y lo ayudo a incorporarse.

—Lo sé— respondo sonriendo—. Ahora vamos a conseguir algo de pizza de una jodida vez.



Lamento lo corto del capítulo, pero me hice un huequito en el día para poder escribirlo, espero les guste.

Punkn0tdead

Homecoming [Give me Novacaine #2]Where stories live. Discover now