Epílogo

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Lauren, 24 de diciembre; Miami

-Un poco más a la derecha... No, no, a mí derecha...-volvió a indicarle, para después soltar una pequeña carcajada-. Súbelo un poco más, Lauren... ¡Ay, no, no! Bájalo, bájalo.

-Taylor, te juro que como no te decidas de una vez te va a ayudar a decorar el perro-le amenazó a su hermana, ya bastante harta de aquel juego.

Llevaban muchas horas, y Lauren empezaba a estar muy cansada.

-Vale, simpática. Ya puedes dejarlo así.

-Menos mal...-susurró bajándose, por fin, de la escalera.

-No te quejes tanto, que lo estoy haciendo por ti.

-¿Por mí?

Lauren miró una vez más, aquella vez desde el firme suelo, la decoración de Navidad que habían montado ella y su hermana durante las últimas tres horas. El último sitio a decorar había sido el propio jardín de la casa de los Jauregui.

-Exacto, para que tu novia quede contenta-insinuó levantando una ceja-. Y más si todo esto lo han hecho tus manos...

Y Taylor se fue de allí soltando una estrepitosa carcajada, mientras su hermana mayor se sonrojaba profundamente. A veces, Lauren se olvidaba que su hermanita ya no era tan niña como ella creía. Y eso significaba que también podía hacer ese tipo de bromas, aunque a su costa, claro.

La joven de guantes negros, ajustándoselos en las manos, entró en el interior de la casa esperando tener unos minutos de paz antes de que la familia Cabello llegara para celebrar la Nochebuena.

Qué rápido pasa el tiempo..., pensó mientras se sentaba en el sofá, a pocos metros de su hermano. Pronto se iba a acabar aquel año de nuevas experiencias y aventuras, y Lauren no se podía imaginar lo que podría traerle el futuro.

-¿Te gusta la decoración?

La pregunta salió de entre sus labios con la esperanza de que aquella vez si consiguiera encontrar una respuesta, sin odio, por parte de Chris. Sin embargo, las esperanzas de Lauren eran escasas. Tanto las semanas que había pasado en el mes de septiembre en Miami, como aquella última semana del mes de diciembre, no había conseguido recuperar nada de su antigua relación con su hermano pequeño. Daba igual cuantas veces lo intentara, o cuanto se esforzara, Chris seguía estando enfadado por su huida hacía tres años.

Y Lauren en cierta manera lo entendía, aunque esperaba poderlo cambiar.

-Me da igual.

Y una vez más se encontró con aquella indiferencia de hielo de Chris. Ni siquiera la miró; ni siquiera apartó los ojos de la televisión para contestarle, o ni tan siquiera miró la decoración que tanto les había costado hacer a Taylor y a ella.

Sin poderlo evitar, soltó un pequeño suspiro, pero justo después sonó el timbre haciendo que su descanso se acabara al instante. Habían sido unos pocos minutos de relax, y esperaba que fueran suficientes para todo lo que tenían preparado las dos familias cubanas.

-¡Ya están aquí!

Lauren en aquel momento se levantó del sofá yendo hacia la puerta de entrada donde ya se encontraban los Cabello, saludando a sus padres. Sin embargo, justo en el momento en el que apareció un fugaz movimiento la desequilibró al chocar contra ella, haciendo que se tuviera que aguantar en la barandilla de la escalera.

-¡Camz!

-¡Yo también te he echado de menos!

Lauren estuvo a punto de recordarle que se habían visto aquella misma mañana, pero otras palabras salieron de sus labios:

-Te he echado de menos...

Sin embargo, justo en el momento en el que se iban a besar, como forma de saludo, varias voces las interrumpieron:

-¡Oh, mirad que bonitas que son!-exclamó Sinu.

-Sí, sí...-estuvo de acuerdo Clara, enseguida, juntando sus manos-, pero Lauren Michelle tienes que ir a cambiarte. ¡Ahora mismo! Toda la tarde aquí y aún sigues con los mismos tejanos roñosos y esas botas. De verdad, no tienes remedio...

-Mamá he estado decorando con...

-No me importa. Ves a cambiarte, que la cena estará lista en unos minutos.

Y sin darle oportunidad a rechistar, todos los padres se dirigieron hacia la cocina, dejando allí a la pareja de novias. Por otro lado, resignada, Lauren soltó la cintura de Camila de entre sus manos para dirigirse escaleras arriba para cambiarse, como le había pedido su madre, pero un segundo después, su novia entrelazó sus manos con intenciones de subir con ella al segundo piso.

-¿Camz...?

Y no necesitó respuesta, porque aquella sonrisa de confianza que había en los labios de la latina se lo confirmó; sabía bastante bien lo que aquello podía significar...

Y Lauren aceleró el paso.

No se tenían que decir nada más para saber lo que estaba pensando la otra.

Sin embargo, en el momento en el que fueron a entrar en la habitación de Lauren, justo en el umbral de la puerta, una voz las llamó desde el otro lado del pasillo.

-¡Lauren!

-¿Qué, Taylor?

-Mira hacia arriba...

-Que miré hacia...-y en el momento en el que hizo lo que le pidieron, Lauren pudo ver el regalo que le había dejado su hermana colgado en el marco de la puerta-. ¡Taylor Jauregui esta me la pagarás!

Allí había colgado un muérdago.

Lo último que escuchó de su hermana fue, otra vez, aquella carcajada malvada y estrepitosa que le salía cuando hacía algo a su costa.

-Bueno..., al parecer habrá que seguir la tradición.

Y entonces Camila posó sus brazos alrededor del cuello de Lauren juntando sus dos cuerpos, que ya también se conocían; la motorista, justo después, volvió a poner sus manos en la cintura de ella.

-Qué remedio...-dijo, fingiendo algo de disgusto.

-Será mejor que lo hagamos de una vez, entonces...

-Si-susurró sobre los labios de Camila-. Mejor juntas.

NA

Muchas gracias por todo vuestro apoyo. Nos vemos pronto en la siguiente parte ;)

Feel Again II: Red (CAMREN)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant