Capítulo once

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Ya habían pasado varios días desde aquella vez y por fin había llegado el día del cumpleaños de James. A pesar de que él los odiaba y se negaba a festejarlos, allí se encontraba, dentro de su habitación, abriendo el regalo que le había hecho Alice.

—Es para que sigas escribiendo —dijo ella con una enorme sonrisa, una vez que el chico hubo desenvuelto su regalo. Se trataba de una hermosa pluma y un cuaderno bastante voluminoso, con solapas de cuero y hojas lisas en su interior.

—Gracias Alice —dijo James con una gran sonrisa, e hizo algo que ni siquiera él esperaba... la abrazó.

—No hay de qué —respondió la chica un tanto sorprendida —Ah, por cierto, la pluma tiene tinta negra; sé que odias la tinta azul —agregó, una vez que se separaron, guiñándole el ojo y James no pudo evitar reír.

—Bueno, ¿qué tienes en mente? —preguntó el joven.

Ambos habían acordado que ese día saldrían los dos a algún lado para "celebrar" el cumpleaños del chico. A pesar de que James se resistió al principio, al final desistió en cuanto vio la encantadora y persistente sonrisa de Alice.

—Hay una película en el cine que sé que te encantará y se me ocurrió que tal vez podríamos ir a comer unas pizzas o algo así —dijo la rubia con entusiasmo.

—Me parece bien —respondió él con una sonrisa — ¿A qué hora es la función?

Alice miró su reloj y al instante sus ojos se agrandaron como platos.

—En veinte minutos —musitó —Tendremos que correr —añadió tomando de la mano a su amigo y conduciéndolo hacia afuera de la casa.

El cine quedaba a no más de diez minutos de la casa de James, pero aún así corrieron tomados de las manos mientras no paraban de reír.

— ¡Por fin! —exclamó la chica, exhausta, una vez que cruzaron las puertas del lugar.

—Alice, creo que tengo menos estado físico que una patata —comentó el chico tomando una gran bocanada de aire.

—Yo también —rió.

Juntos se dirigieron a comprar las estradas, y una vez que las tuvieron James miró su reloj y comentó:

—Tenemos poco más de diez minutos ¿entramos?

Alice asintió. Y cuando estaban por entrar a la sala del cine, se encontraron con George y Tiffany que salían de allí.

—Oh, hola —saludó el chico con una amplia sonrisa.

—Hola —respondieron James y Alice al unísono, y Tiffany se limitó a sonreír.

Williams notó rápidamente que cualquier indicio de felicidad en el rostro de su amiga, se había desvanecido... Y parecía que a George le sucedía algo parecido, pero él sí se molestó en disimularlo.

—Ah... James, feliz cumpleaños —dijo el chico a lo que James respondió con un "gracias" —Supongo que vienen a ver una película —prosiguió —. Nosotros recién venimos de ver una.

— ¿Enserio? ¿Y cuál era? —preguntó Alice simulando interés.

—Una romántica —respondió Tiffany.

— ¿Una romántica? Creí que no te gustaban las películas de ese tipo, George —comentó la rubia y su amigo se encogió de hombros.

—Pero a Tiffany si.

Se formó un silencio incómodo por unos segundos hasta que finalmente la novia de George lo rompió.

— ¿Y ustedes cuál verán?

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