Capítulo ocho

163 25 10
                                    

Alice no podía creer lo que su amigo acababa de hacer. Había sido todo tan rápido que no le había dado tiempo a asimilar lo que sucedía. Las lágrimas resbalaban por su rostro y cuando salió de allí intentó secárselas. Se sentía rara, sabía que George lo había arruinado, pero no estaba molesta por ello sino más bien triste.

– ¡Alice! Espera –la llamó él tomándola del brazo y ella no se apartó, solo se limitó a mirarlo esperando a que George hablara, pero este no lo hizo, también se limitó a solo mirarla.

– ¿Por qué? –quiso saber la chica. Su amigo no respondió al instante, se rascó la nuca con nerviosismo mientras miraba el suelo, de repente levantó la vista y la dirigió hacia los ojos de Alice.

–Porque me gustas –respondió con la voz ligeramente quebrada, sabía que ella no le correspondería, no tras su reacción. Pero lo que no esperaba es que ella lo abrazara fuertemente, y reanudara su llanto sobre su hombro.

–Te quiero George y, sonará muy trillado, pero no te veo de ese modo –dijo finalmente la rubia una vez que se separó un poco. Cada palabra que salía de su boca era un puñal para ambos; a él le dolían sus palabras y a ella le dolía no poder corresponderle.

Volvió a abrazarlo una vez más, realmente no sabía qué hacer después de algo así.

"Qué estúpida eres, Alice... deberías habértela visto venir" pensó para sí.

– ¿Quieres volver a entrar? –preguntó el chico, pero esta vez sin mirarla a los ojos.

–Ve tú, ahora te alcanzo –respondió y salió corriendo a los lavabos. Allí le envió un texto a su mejor amiga para que viniera a darle su apoyo. Mientras la esperaba, se vio al espejo y estaba hecha un desastre.

– ¿Alice? –era la voz de Jane que, en cuanto la vio, corrió a acercarse a la rubia y la abrazó.

–Jane, no sé qué va a pasar –suspiró la chica con melancolía.

–Él nunca te dejará, si eso es lo que temes... a pesar de todo te sigue queriendo, y con el tiempo lo superará.

–Pero ya nada será igual –murmuró con la vista perdida.

–Quisiera poder decirte lo contrario.

Ambas se quedaron quietas mirándose a los ojos fijamente, un silencio las invadió y otra lágrima recorrió la mejilla de Alice.

***

James seguía sentado en la mesa con expresión aburrida en su rostro y si no fuera por el volumen de la música ya se habría quedado dormido hace rato. De repente vio entrar a George, cabizbajo y con los hombros caídos. Aparentemente las cosas no le habían salido como él lo hubiera querido. Se sentó frente a James, sin mirarlo siquiera, y se tapó el rostro con las manos.

A los dos minutos Jane desapareció de su vista, probablemente para ir con Alice, dejándolos solos a James, George y Mark. De no ser por la música, lo único que se hubiera escuchado de ellos habrían sido sus respiraciones porque ninguno de ellos se atrevió a abrir la boca.

Finalmente las dos chicas volvieron y se sentaron junto a ellos, pero el ambiente no mejoró. James se le quedó mirando a Alice, quien tenía aspecto de una pobre desdichada, con su cabello desordenado y el maquillaje (que era escaso) ligeramente corrido; pero ella no le devolvió la mirada, solo la mantuvo hacia el suelo, pensativa.

Los jóvenes no tardaron mucho en acordar que ya era hora de irse. Jane y Mark le ofrecieron a Alice de llevarla a su casa, para que no lo hiciera George, pero ella se negó y ellos al final se fueron de allí. El chico se retiró en silencio, un tanto apesadumbrado. Solo quedaron James y Alice.

You are my inspirationOnde as histórias ganham vida. Descobre agora