Atrapada en el estanque

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El nuevo día había amanecido con un cielo ceniza encapotado. Las lúgubres jornadas eran interminables en la centenaria mansión abandonada, donde las raíces de los árboles maduros habían levantado los suelos y la hiedra salvaje había conquistado los muros de la gran casa señorial de tres plantas, que ya solo cobijaba a pájaros y ratas que se infiltraban por los vidrios rotos.
En el centro de un maravilloso jardín laberíntico con estatuas de figuras desnudas desdibujadas por el persistente musgo, se hallaba un enorme estanque elevado circundado por un muro de piedras.
Dentro de sus estáticas y verdosas aguas, plagadas de nenúfares y lotos, permanecía atrapada desde hacía más de un siglo una bellísima hada oscura, que había sido hechizada por una bruja rival, que la había condenado a permanecer allí a perpetuidad. El encantamiento solo se podía deshacer si en el mismo jardín, en presencia del hada, una pareja se daba un beso sincero de amor.
Pero la amargada hada hacía ya mucho tiempo que había perdido la esperanza de poder escapar de su prisión algún día. Raramente, se asomaba alguien por allí que no fuera el bueno de Tomas, un jardinero soltero al que precisamente no le sobraban las pretendientes, que muy de vez en cuando podaba las ramas más largas como parte de un plan para mantener la propiedad mínimamente. Cuando eso ocurría, la hermosa hada se desesperaba al ver que sus escasas esperanzas dependían de semejante inútil.

Pero un día tan gris y monótono como cualquier otro, en los que el hada permanecía, como de costumbre, con todo su cuerpo sumergido dentro de las estancadas aguas, a excepción de su precioso rostro que le servía para contemplar cómo algunas hojas caían aleatoriamente dentro del agua; y que los escasos peces, que todavía sobrevivían, confundían con comida; un ruido captó toda su atención y la obligó a emerger del agua.
Su cuerpo perfecto estaba envuelto por un elegante y fino vestido negro de encaje semitransparente, ceñido a su figura y terminado en cola.
Agazapada cautelosamente tras el follaje de un gran árbol que alcanzaba el estanque, la ninfa de pelo largo, ojos oscuros y labios negros, permanecía oculta para no ser descubierta por las voces que escuchaba.

Entre los descuidados setos apareció una elegante joven pareja muy acaramelada que paseaba cogida de la mano.

De repente, en el oscuro reino de la resentida hada un colorido halo de esperanza  avivó su marchito espíritu. Aquella era la oportunidad que había estado esperado desde hacía más de cien años...
Los dos jóvenes se sentaron en el borde del estanque mientras se miraban a los ojos, sonrientes...
—Gorge, este lugar es maravilloso me alegro de que lo hayas encontrado. —dijo ella, con un brillo de entusiasmo en sus ojos.
—No, Jane, yo me alegro de haberte encontrado a ti, mi amor. —dijo él con exaltado romanticismo, al mismo tiempo que iba acercando sus labios a los de ella...
El hada que se encontraba escondida tras sus espadas, les observaba con una expresión contenida de fascinación, casi a punto de soltar una carcajada cuando...
—¡¿Qué es eso en tu cuello?! Parece... es.. es un beso... y no es mío, precisamente !Dios mío, me has vuelto a engañar! ¡¿Es esta otra de tus aventuras...?! —gritó colérica la chica , al mismo tiendo que empujó al joven con desprecio.

De repente, el esperanzado rostro del hada se transformó en una tormenta de ira que oscureció el cielo, movió las ramas de los árboles  y; agarró violentamente por detrás, con sus largas uñas negras, a la pareja.

—¡Estúpidos, me habéis condenado por un maldito cardenal en el cuello! —les gritó mirándolos con odio a sus asustados ojos, y los arrastró hasta el fondo del estanque.

Bastante tiempo después...

Nuestra hada estaba dentro del agua, con su mirada melancólica puesta en los rojos peces que revoloteaban entre los pliegues de su eterno vestido sumergido en el agua, cuando un nuevo rayo de esperanza interrumpió su perenne aburrimiento.

Se aproximó al estanque un caballero que parecía un agente inmobiliario, que acompañaba a otros dos caballeros que portaban maletines y papeles.
Inmediatamente el hada se acercó con disimulo hasta los hombres, manteniendo solo la cabeza a flote para poder escuchar lo que decían sin ser descubierta.
—Como ven, esta propiedad es excepcional, es una lástima que el joven matrimonio que compró la mansión recientemente, falleciera en extrañas circunstancias antes de poder llevar a cabo su proyecto de hotel especializado en bodas y eventos. Ahora estos preciosos jardines están abocados a desaparecer. —dijo el agente inmobiliario.
—Bueno, mírelo por el lado positivo. El progreso siempre es bueno para todos. La nueva carretera, que atravesará estas tierras, servirá para que esos nuevos vehículos a motor transporten personas y mercancías de una punta a la otra de la provincia en pocas horas. —añadió otro de los caballeros, con una expresión de satisfacción en su cara.

De repente, los enfurecidos ojos teñidos de sangre del hada reflejaron una terrible tempestad; súbitamente el cielo se ennegreció, los árboles y arbustos empezaron a cimbrearse salvajemente y el viento rugió de forma estruendosa.

Los último que vieron aquellos aterrados hombres fue una atractiva figura vestida de negro, con uñas como garras, que emergía de forma violenta del estanque...

CANAPÉS DE MUERTE (Microrrelatos de Terror)Where stories live. Discover now