Mi querido e inseperable amigo

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Un matrimonio se muda a la casa de sus sueños en un idílico barrio residencial.
Pero al poco tiempo, se ven afectados por un inesperado problema que perturbará su bucólica nueva vida. Su vecino, un señor viudo de avanzada edad, tiene un perro enfermo que se pasa el día produciendo terribles alaridos y rascando las puertas; el ruido es como un goteo que se hace insoportable.
A pesar de las educadas suplicas de la pareja al vecino, la situación no mejora, y poco a poco, la convivencia va mermando hasta el punto de llamar a la policía.
Pero inexplicablemente, cuando acuden los agentes, el animal cesa de molestar.

Pasadas unas semanas, el marido, que tiene un carácter más irritable, pierde un día el control y, pese a que su encantadora esposa intenta calmarlo; en un arrebato decide entrar en la casa aprovechando una ausencia del dueño

Totalmente fuera de control, y con una gran llave de mecánico en la mano, fuerza la puerta y sube las escaleras –como si le poseyera el diablo– hasta el desván de donde parecen provenir los ruidos del animal.

Mientras tanto, la esposa que le ha seguido hasta el interior de la casa para intentar refrenarlo, se detiene junto a un escritorio que llama su atención, sobre el que se encuentra un diario abierto con notas y desagradables fotografías; que testimonian la evolución de la enfermedad del animal...

De vuelta al desván, solo una gruesa cadena y un candado se interponen entre el cada vez más perturbado marido y el agonizante animal, que se encuentra tras la puerta.

Entretanto, la mujer, rendida a la curiosidad, abre el diario por la primera página y lee: "Todo empezó aquella fatídica tarde, cuando fuimos a pasear por el bosque, donde un misterioso espectáculo circense de criaturas extrañas se había instalado. Ya nada volvería a ser igual, tras los pocos minutos que permaneciste perdido junto a los remolques de los artistas. Volviste mordido y sufriste lo indecible, durante tres agonizantes días, hasta tu transformación..."

Y en ese justo instante, en otra parte de la casa, ¡Al fin, el hombre consiguió romper el grueso candado! Y preso de una incontrolable ira, abrió la arañada puerta dispuesto a matar a la criatura que producía unos cada vez mas angustiosos gemidos...

Su mirada se petrificó ante la surrealista sorpresa que se encontró al otro lado de la puerta. Una bestia inimaginablemente espantosa, con ojos sin pupilas, la piel corrompida por nauseabundas heridas que dejaban parcialmente a la vista los huesos, y que guardaba un lejano parecido a lo que en vida, una vez fue, un perro caniche.
Y con una fuerza que no era de este mundo, se lanzó sobre su cuello y lo devoró en instantes con inusitada violencia.

Varios días después, el vecino escribía en su diario: "Mi querido e inseparable amigo, a pesar de las terribles circunstancias de tu enfermedad, y de los trágicos acontecimientos de los que he sido complice, he decidido no desistir en mi empeño de continuar cuidándote, a pesar de todo. Nunca te agradeceré lo suficiente, y te estaré eternamente agradecido, de que me salvaras la vida; avisándome de que la casa estaba en llamas, muchos años atrás, cuando yo aún era joven..."

CANAPÉS DE MUERTE (Microrrelatos de Terror)Where stories live. Discover now