Capítulo 37.

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Abro con pesadez el casillero y deposito unos cuantos libros y saco otros. Tengo una enorme cara de fastidio, estoy 100% segura ya que mi ánimo es así.

Ha pasado una larga semana desde el incidente del motel, Wesley se comunica lo menos que puede para que yo no corra peligro y desde ese día no lo he visto, no tengo la menor idea de en que clase problemas se encuentra metido pero deben ser muy graves para maldiga a su propio padre por meterlo en eso.

Camino por el pasillo en silencio hasta que un parloteo llama mi atención, proviene de la puerta de entrada que está justo frente a mi, mi sangre se hiela dentro de mis venas al ver la escena.

Mi madre hablando con Steve, o más bien peleando ya que mi mamá se nota alterada.

De inmediato camino hacia ambos, Steve me mira como si me hubiera estado esperando pero mi mamá se torna incómoda.

—¿Ustedes se conocen? —pregunto mirandolos de reojo.

—Por desgracia. —responde el padre de Wesley con su habitual tono burlón.

—Claro que no conozco a este hombre, es sólo que torpemente ha tropezado conmigo hace unos minutos.

—Y casualmente comenzaste a regañarlo como si fuera tu hijo. —digo mirando a mi madre retadora, el padre de Wesley se percata que hay tensión entre nosotras y se ríe por lo bajo.

—No es de tu incumbencia esto, Kelsey, métete en tus asuntos. —me mira enojada.

Ruedo los ojos. —: ¿Qué haces en la escuela, mamá?

—Venía a avisarte que tengo que salir de la ciudad de urgencia, recibiré un aumento pero necesito viajar a Chicago de inmediato, te deje dinero en casa, tu sabes donde.

—Está bien. —asiento cortante, normalmente la abrazaria y le diría que la voy a extrañar pero estas son circunstancias completamente diferentes. Ella se torna incómoda y logro ver que debate en su cabeza si abrazarme o no, finalmente gana su orgullo y me sonríe falsa.

—Nos vemos, no sé cuando volveré, espero no tardar mucho. —se acomoda la bolsa en el hombro y deja de mirarme para ver a Steve. —Mantente lejos de mi hija, patán. —dice con tono sarcástico, se nota que en realidad le agrada el papá de Wesley, cuando termina de decir eso se aleja de ambos contoneando sus caderas, en realidad mi madre es joven y atractiva.

—Ahora usted, ¿qué hace aquí? —digo volteandome para mirarlo fijamente. —Yo que sepa su hijo va en una escuela muy lejos de aquí, ¿viene a ver a Nessa?

—Oh, la pequeña Nessa. —sus ojos comienzan a brillar seguramente al recordar a Nessa. —Pero no, ella cree que yo estoy muerto y eso es lo mejor. Vengo a verte a ti.

—¿A mi?

—Sí.

—¿Es sobre Wesley? —digo comenzando a ponerme nerviosa. —¿Le ocurre algo?, ¿él está bien?

—Está bien dentro de lo que cabe pero de nuevo no, vengo a hablar de ti.

—¿Qué hice? —pregunto abriendo demasiado los ojos, él ríe al notarme tan ingenua y ajena a su tema.

—No has hecho nada pero no quiero que te hagan nada. —sonríe con algo que noto como aprecio, siento como si este hombre me conociera de toda la vida y eso me aterra.

—No entiendo nada, ¿en qué está metido Wesley? —comenzamos a caminar ambos hacia la salida, probablemente ya perdí matemáticas pero sinceramente me importa una mierda. —¿En qué está metido usted?

—En cosas terribles en las que lamentablemente atraje a Wesley, él es un buen chico pero mis problemas lo persiguen, soy como una maldición para él. —noto melancolía en sus palabras. —No deberían vernos juntos, Kelsey.

—¿Por qué?

—Ellos no deben saber quien eres.

—¿Quiénes? —tengo tantas preguntas que hacerle y él me da tan escasas respuestas que sólo me formulan más interrogantes.

—Conozco a tu padre, Kelsey, y él no es un buen hombre.

Mi boca se cierra en una fina línea y mi frente se arruga, por supuesto que él conoce a mi padre, él mismo dijo que sabía más sobre mi de lo que siquiera yo sabía.

—Hableme sobre él.

Él se sienta en las escaleras fuera del instituto y me mira pensativo, probablemente debatiendose si hablar o no.

—Te diré lo necesario.

***

Narra Wesley Tucker.

El día ha estado del mismo humor que yo; triste y desolado. El cielo es color gris y parece como si pudiera echarse a llover en cualquier momento, el aire gélido despeina mi cabello y me enfundo en mi chaqueta de cuero café. Camino sobre la maleza en pasos sigilosos, finalmente llego a la casa en medio del bosque en la cual me cito T.

T es el amigo malo de papá, no sé mucho sobre él, siempre envía a sus secuaces, es la primera vez que lo tendré frente a mi.

Me detengo un segundo frente a la puerta de madera y contemplo el área pensando en múltiples formas de escapar si la cosa se torna fea.

Finalmente mis nudillos golpean la puerta formando un eco dentro de la casa, en cuestión de segundos tengo a un hombre de piel morena fornida frente a mi, tiene una arma en su mano y me mira de arriba a abajo con aires de superioridad.

—¿Tucker? —pregunta con su voz profunda y rasposa. —T te espera, ven por aquí. —se adentra en la oscuridad de la cabaña y voy detrás de él totalmente a la defensiva.

Pasamos por un pasillo largo y oscuro, todas las puertas a mis lados se encuentran cerradas, al final del pasillo hay una habitación con la puerta abierta y se ve que toda la luz de la casa proviene de ese pequeño lugar al fondo de la cabaña, se escucha el parloteo masculino y el sonido de las bolas de billar entrechocando.

—Tucker está aquí. —dice el moreno fornido asomando su cabeza por la puerta, parece recibir órdenes ya que asiente en compresión y se posa detrás de mi. —Entra. —me ordena.

Entro a la habitación y una pequeña neblina de humo de cigarro me atrapa, logro ver a un hombre fumando su cigarrillo con calma y se le nota tan tranquilo que no parece ser el mismo hombre que me da pesadillas en las noches.

No temo por mi padre, ni siquiera temo por mi mismo, temo por Kelsey, no sé que quiere este hombre de ella y me aterra el simple hecho de pensar en él lastimándola.

—Vaya, vaya. —dice depositando su cigarro en el cenicero, cruza sus manos y yo alzo la mirada viendo detrás de él a su mano derecha, el hombre que ha hecho mis días difíciles, el hombre de la cafetería que se le quedo viendo a Kelsey porque la reconoció de alguna manera. —Pero si es el hijo del bastardo de Tucker. —dice riendo agriamente.

—¿Qué quiere de mi?

—No quiero nada de ti. —pone un dedo sobre sus labios pensativo. —Quiero a la chica.

—Y jamás se la daré, ella no tiene nada que ver en esto.

—Tiene todo que ver con esto. —haces señas con la cabeza a Stan, el hombre viejo detrás de él. —Traele un trago al muchacho.

—No bebo, gracias. —miento descaradamente.

—Vamos, Stan. —responde sin prestar atención a mi negación anterior. —Los negocios se hablan con un trago de por medio y hoy, querido Wesley, haremos negociaciones.

Se cruza de brazos y me mira pensativo.


Dejaré este capítulo y me iré lentamente jiji.

TUCKER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora