16. ¿Qué demonios?

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A los pocos segundos, Zack comenzó a reír conmigo.

—¿Por qué es tan difícil enojarse contigo? —preguntó una vez nos hubimos calmado.

—¿Por qué es tan fácil querer golpearte? —pregunté al no saber qué responder y antes de que el ambiente se pusiera tenso.

Él sonrió y yo cerré los ojos, sonriendo también.

De repente, recordé algo sumamente importante.

Seguíamos en la misma cama.

—Tienes diez segundos para bajarte de mi cama. Si no lo haces tú mismo, te bajaré yo —advertí recuperando mi seriedad.

No esperó a que se lo repitiera dos veces y, a los pocos segundos, sentí que su peso abandonaba mi cama.

—Es la primera vez que despierto en tu cama y no en el suelo —soltó, sonaba muy, muy sorprendido. Y pude descifrar que también había algo de duda en su voz.

—Pues no te acostumbres mucho, eso sólo fue porque mi cabeza está a punto de explotar —expliqué, aunque no estaba un cien por ciento segura de que estaba siendo del todo sincera.

Pero obviamente este pedazo de idiota no tenía por qué saber que no estaba cien por ciento segura.

Abrí un poco los ojos y lo vi de pie en medio de la habitación, entre la cama y la puerta del baño. Tenía el ceño fruncido y parecía un poco confundido. Estaba pensando.

A los pocos segundos, asintió y entró al baño.

Después de presenciar esa escena que debía ser privada para sí, pensé en cuán raro podía llegar a ser este gran idiota.

Una vez hubo salido, fue mi turno de entrar al baño.

Cuando salí, vi a Zack esperándome en el sofá de mi cuarto.

Pero eso no era todo, estaba leyendo una de mis revistas femeninas.

¿Qué mierdas...?

Me acerqué sigilosamente, sin que se diera cuenta de mi proximidad, y fruncí aún más el ceño cuando lo encontré viendo la línea de ropa para invierno.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —pregunté, haciéndolo pegar un respingo.

— ¿Yo? Nada, sólo te esperaba —contestó apartando la revista, disimuladamente y luciendo un poco nervioso.

Decidí dejarlo pasar.

Era mejor si lo hacía creer que no había visto nada, así podría usarlo en su contra después.

—Bien, bajemos —dije, restándole importancia al asunto.

Apenas entré a la cocina, unos brazos me envolvieron, haciendo que por poco cayera al suelo.

No explotes, no explotes, rogaba mentalmente a mi cabeza.

Me di cuenta de la larga cabellera castaña y supe inmediatamente de quién se trataba.

Abracé de vuelta a Stephanie e hice mi mayor esfuerzo para lucir normal.

—Dios, Isabel, ¿estás bien? Leí anoche el periódico, pero cuando llegué hasta acá, no había nadie. ¿Dónde te habías metido? —interrogó. Abrí la boca para contestar, pero me interrumpió antes de que pudiese decir algo—. Bueno, eso no importa, ahora sé que estás bien.

Reí un poco, esta chica se sobre-preocupaba.

—Estoy bien, no fue nada. De todas formas, no es como si me importase.ñ —mentí, encogiéndome de hombros.

Insoportable [Sin editar]Where stories live. Discover now