41- NUNCA ANTES

281K 20.4K 4.1K
                                    

NUNCA ANTES
***

Canción: This is living - Hillsong Young & Free.
***


LEVI

Cuando tenía diez años mi madre decidió que Leah y yo podíamos quedarnos solos en casa por una hora, que ya estábamos lo suficientemente grandes, así que se fue después de decirnos que no tardaría en volver. Apenas la puerta se cerró tras ella, mi hermana y yo habíamos corrido a comer golosinas, después encendimos la televisión y la pusimos a todo volumen. En ese tiempo que ella no había estado, decidimos que podíamos hacer todo lo que no nos permitía y después hacer como si nada hubiera pasado. Así que con el pensamiento ese de dos niños emocionados por esa breve «libertad», fuimos y brincamos sobre nuestras camas.

Habíamos imaginado que ella nunca se daría cuenta y era... emocionante. Sentíamos adrenalina, como si estuviéramos haciendo algo prohibido, pero entonces Leah tomó una almohada y comenzó a golpearme mientras seguía brincando, así que yo hice lo mismo.

Cuando eres pequeño no mides las consecuencias de tus actos, así que jamás pude prever que en uno de esos golpes con la almohada, Leah pisaría el borde del colchón, tropezaría y se abriría la cabeza con la esquina de un mueble. Jamás hubiera imaginado que ella caería inconsciente y que yo, por un momento, la creería muerta.

Por un largo segundo viví un terror indescriptible. Viendo a mi hermana tumbada con los ojos cerrados y sin ningún adulto cerca que pudiera socorrerme, me había quedado estático. Casi un minuto después recordé que debía marcar al número de emergencias y luego a mamá para decirle lo que había ocurrido. Ese miedo que me apresó el corazón nunca voy a olvidarlo. Fue un miedo intenso, desbordante, enloquecedor. Casi igual al que sentí el día de mi operación justo después de colgar la llamada con Ette. Le había dicho que la amaba y había podido escuchar la sonrisa en su voz cuando contestó:

—Te amo, Levi.

Pero justo después de presionar para colgar... simplemente me desconecté. Mi mente comenzó a vagar por todas aquellas probabilidades que tenía de que algo saliera mal. ¿Y si no despertaba? ¿Y si algo salía mal mientras me operaban? ¿Y si no volvía a ver a Lucette?

El miedo es poderoso. Es capaz de frenarte e impedir que avances. Tuve miedo aquel día, cuando tenía diez años, al imaginar que Leah podría no volver a despertar, y había tenido miedo el día de la cirugía al pensar que yo podría no volver a despertar. Sentí terror al pensar en la posibilidad de no volver a ver a Luce, de redimir todo el daño que le causé, esa inseguridad que le hice sentir alguna vez haciéndole creer que no era suficiente. Tuve tanto miedo que los doctores tuvieron que pedirme que me relajara antes de ponerme la anestesia, tuve miedo en esos segundos que me pidieron que contara a diez hasta caer dormido, y tuve miedo también cuando desperté.

Durante los dos días que siguieron a esa operación estuve ansioso, desesperado por volver a ver a mi novia, y no pude quitarme la sensación esa de encima hasta que la vi cruzar el umbral con un semblante preocupado. Nunca antes me sentí tan aliviado. Fue... abrumador. Y cuando sus ojos se llenaron de amor y sonrió, me sentí agradecido. Cuando ella se acercó a mí y su cercanía me calentó el pecho, me sentí en casa. Sentí que estaba con quien debía estar y solo supe... Supe que quería sentirme así siempre. Quería tener a Luce a mi lado siempre.

Ya no quería tener miedo a perderla o a meter la pata como solía hacer. Solo quería tener la certeza de que ella estaría siempre conmigo y darle también a ella esa seguridad de que lo nuestro era para siempre, que nosotros no teníamos final.

Así que cuando ella me observó haciendo una mueca de dolor, borró las lágrimas de mis pestañas y me preguntó si estaba todo bien, yo tomé sus manos, las besé y mirándola a los ojos pregunté:

Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Where stories live. Discover now