Acepta a tu prójimo como tal. ¿No es eso lo que predican?

Hay personas llorando y abrazándose mientras una mujer toca el violín en la esquina. La congregación no solo es un evento espiritual, también uno social. Nos mantenemos lejos para no llamar más la atención y escuchamos el evento.

Finalmente, el calvo que nos enfrentó en el hotel se hace presente. Viste la misma túnica blanca y está descalzo. Sostiene una vela roja y se posiciona en el centro de la iglesia. Las luces se apagan, el resto del público aclama su nombre como si fuera una deidad. Se llama Todd.

—Bienvenidos, hermanos —dice Todd —. Estoy muy feliz de ver que cada vez somos más quienes seguimos y confiamos en nuestro supremo. Por favor, vengan a mí.

Todos se reúnen en el altar, formando un círculo y tomándose de las manos. Las mujeres lloran de emoción al igual que los hombres. No debería juzgar sus creencias, pero apoyan que sacrifiquen a una chica para saciar el hambre de un demonio hacia el poder. Perdieron cualquier signo de respeto que podría sentir por ellos.

—Hermanos —manifiesta el calvo —. Sabemos que el día del juicio final se acerca y esta es la única oportunidad que tendremos de volver a reencontrarnos con nuestros seres queridos —agarra el micrófono que le ofrece una mujer y le devuelve la vela —. Estamos destinado a cumplir con la palabra de dios. Somos Los Elegidos para abrir las puertas del cielo.

Las personas lloran dramáticamente y se abrazan entre ellos. Aplauden en puro jubilo mientras el violín suena con más ímpetu. Es muy parecido a una escena de Titanic cuando los músicos tocan una melodía deprimente y el banco se hunde.

—Damos las gracias al supremo por considerarnos dignos de su amor —prosigue el líder —. En su nombre le ofrecemos este regalo. Le damos las gracias por guiarnos por el camino del bien y el privilegio de conocer su reino. ¡Gracias, señor!

—¡Gracias, señor! —repiten las personas al unísono. Axel y Andrew se unen al coro.

Algunos idiotas se arrodillan y besan las manos del lambiscón que alaba al bendito supremo. Quisiera arrancarme los oídos para no escuchar estupideces. El fanatismo ciego que estoy presenciando es repugnante. ¿No pueden ver el daño que provocan? Es imposible que todos crean ciegamente sin cuestionarse.

—Mi querida gente, nuestro comienzo está destinado a la ciudad de la esperanza. New Hope nos llama, New Hope es la puerta al cielo.

El shock me hace bajar la guardia por un segundo ante su revelación directa. Que mencione a New Hope confirma una vez más que Aulus y Abigail están relacionados con los elegidos.

—Nuestro señor verá nuestra devoción y seremos recompensados. Es un privilegio ser parte de esta causa —Aplausos por parte del público —. Somos los Elegidos y nos sentimos muy afortunados de servirte. Alabado seas, señor.

—Alabado seas —repite el grupo.

¿La causa es una dónde sacrifican a Arianne? Mi pecho se hincha de rabia y dirijo la vista a mis hermanos. Ellos están igual de conmocionados por la afirmación del lambiscón. Más problemas para mi padre que tiene suficiente con las personas desaparecidas y ahora deberá lidiar con un culto de imbéciles.

La furia no me permite medir mis próximas. Nadie me detiene mientras avanzo hacia el líder y estampo su cuerpo contra la pared de la iglesia. La música para, los llantos también y se instala el absoluto silencio en el salón. Mi nariz se ensancha y mis huesos crujen por la cólera. Ya no perderé más tiempo en tonterías.

Si debo recurrir a la mano dura, lo haré.

—El chico bestia... —dice con horror y un nervio sobresale en su sien —. Déjame ir o mis súbditos tomarán represalias.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora