39- TODO ESTARÁ BIEN (1)

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TODO ESTARÁ BIEN
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Canción: Stay - Amber Island.
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El sábado en la tarde, justo después de haber terminado el banquete y de que comenzaran a servirlo, mi tía me envió a descansar a la casita fuera del club. Apenas iba cruzando el pasillo cuando Jan asomó la cabeza por la puerta y me vio.

—Luce, qué bueno que te veo. Tienes una llamada.

Hizo un ademán con la cabeza hacia el interior de la sala de masajes y yo fruncí el ceño, preguntándome si la había escuchado bien.

¿Me llamaban a mí?

—Sí, a ti —aclaró cuando me señalé el pecho—. No conozco a otra Lucette aquí. Ven, date prisa. —Me acerqué lentamente, confundida, y ella tiró de mi muñeca para adentrarme al lugar. Me guio hasta la oficina desde donde había llamado a Vick y antes de cerrar la puerta dijo—: Toma el tiempo que necesites.

Vi el teléfono descolgado sobre la mesa. Lo tomé recelosa, me lo llevé a la oreja y entonces me pregunté por qué no le había cuestionado a Jan quién era.

—¿Hola?

—Hola, Luce. Soy Sam. —Reconocí la voz de la enfermera que me había ayudado para poder ver a Levi y un miedo repentino se me instaló en las venas.

—¿Está todo bien? ¿Pasó algo con Levi? ¿Él...?

—Tranquila. Él está bien —me interrumpió y rio—. Va a entrar apenas a cirugía, pero me preguntó si no podía llamarte antes. Te pongo con él.

—Sí, gracias. —Me pasé una mano por el rostro y me senté en el filo de la mesa. Un segundo después la voz de Levi llenaba la línea.

—Enana.

El calor se me extendió por el pecho al escucharlo y sonreí.

—Hola. ¿Cómo te sientes?

Comencé a trazar círculos sobre la madera con mis dedos.

—Bien. Algo nervioso —rio—. Y con hambre. Me dieron una gelatina ayer y hoy no me han dejado probar nada.

Me carcajeé al escuchar su indignación.

—Me imagino. Pero no estés nervioso, todo va a salir bien. Y es normal que no comas nada antes de una cirugía, eh.

—Lo sé, pero eso no me quita el hambre —Volví a reír ante su reproche—. ¿Tú cómo estás?

—Bien. Cansada —admití—. Acabamos de terminar de preparar el banquete y ya van a presentarlo.

—¿Vas a impresionarlos a todos con tus postres?

—Eso espero, así nos contratan de nuevo.

Continuamos hablando algunos minutos más sobre cualquier cosa. Le conté a grandes rasgos de la plática que había tenido con mi madre y le dije que cuando lo viera le diría cada palabra y pequeño detalle. Él me escuchó con atención y cuando llegó su turno de hablar lo escuché quejarse más de una vez del hambre que cargaba, del viejito gruñón que le habían puesto como compañero y de una enfermera joven que se ponía como un tomate cada vez que le tocaba atenderlo. Me sacó más de una risa con sus ocurrencias.

Un murmullo femenino al otro lado de la línea nos interrumpió algunos minutos después y Levi suspiró.

—Oye, tengo que dejarte. Ya van a llevarme al quirófano. Los nervios en su voz eran tan claros que me contagió y yo también me inquieté.

Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora