-Mamá ¿Qué pasa?- dijo Edward preocupado.

-Que un señor aquí quiere venir a decidir como educo a mis hijos- se cruzó de brazos.

-Disculpe señora, yo no he dicho...-murmuró Justin.

-¡¡Cállate!!- Moría de risa por dentro, mi madre gritando en media calle recién salida del hospital.

-___TN ¿Le pasa algo?- se acercó Danielle.

-Perdón, es que este tipo me pone mal, me recuerda a Justin- tomó su cabeza. Mi mamá ya estaba loca.

-Perdón por llamarme igual que su esposo, señora, yo no tengo la culpa que él me haya salvado la vida.

-¡Lo sé! No me hagan caso- entró al auto. Pobre mi mami, estaba loca.

Despues de media hora llegamos a la casa.

-¿Quieres algo de comer?- preguntó Ed.

-Quiero que te vayas a dormir, escuincle del demonio- murmuró molesta. Todos expresaron asombro, yo moría por dentro. La puerta se abrió; Perrie.

-Bienvenida de vuelta, amiga- la abrazó- Pensé que te había perdido.

-¿Qué quieres?- dijo grotesca. Perrie me miró tratando de encontrar una respuesta a su amargura, yo desvié mi mirada.

-Mamá, tómate tus pastillas- se las dio con un vaso de agua, ella se las tomó.

-Por Dios, muero de sueño- subió las escaleras.

-¿Qué fue eso?- pregunté.

-El doctor me dijo que mi mamá podía tener algún trauma cerebral por el coma, cambios de humor y hasta pérdida de la conciencia, más de la normal, y que le diera estas pastillas para dormir cuando estuviera así, necesito que Ryan venga ayudarla con ese trauma- miró a Perrie.

-No quiero arruinar el momento de reencuentro con su madre pero mañana entran a la universidad y si queremos llegar a tiempor debemos irnos ya- murmuró Justin desde una esquina.

-¿Qué va a pasar con ___TN?- dijo Danielle.

-Ryan y yo nos quedaremos a cuidarla.

-Edward, Danielle y Jane. Tomen sus maletas y al auto- ordenó Justin. Danielle y Edward obedecieron. Hazle un jueguito de despedida en honor a Londres, sugirió mi socópata desde mi médula. Perrie se fue a buscar a Ryan- ¿Qué no escuchaste, Bieber?

-Si escuché pero no me puedo ir- me senté sobre el sofá fingiendome muerta.

-¿Por qué no?- frunció el seño.

-Es que soy hermafrodita y tengo necesidades- saqué mi lengua fingiéndome más muerta.

-Jane, no estoy para juegos, ve a alistarte- sonó sin paciencia. Este hombre no iba a guantar una semana viviendo conmigo.

-Es enserio, soy hermafrodita y necesito descargarme- amplié mis ojos intentando mostrar alarma.

-Asumo que son necesidades sexuales- rodó sus ojos, yo asentí con una sonrisa victoriosa- ¿Quieres...-suspiró-...mas-tur...- yo lo miré expectante-...¡Ya sabes!- Esto me recordó cierta história que me contó mi madre sobre mi padre y una limusina camino al aeropuerto.

-¿Qué? No entendí lo último- hice cara de inocente.

-Sabes a lo que me refiero.

-No tengo ni idea- negué.

-¿Si necesitas unos minutos para...darte amor propio, descargarte, satisfacerte tú misma, canalizar las energías de Venus? ¡Como quieras llamarle!- dijo inquieto. Wooow, este hombre sabía mucho sobre fafafa fa-faje.

Mala Jane (Justin y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora