Capítulo 12

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Nos habíamos quedado dormidos sin saberlo. De una manera muy bonita y poco comprometedora hasta que mamá decidió que era hora de comer.

Tocó la puerta varias veces y al ver que no contestábamos decidió irrumpir en la habitación

Nos encontró así y le dió tanta pena que nos dejó dormir hasta el otro día. Una llamada de parte de los papás de Jess nos despertó pero resultó ser Abigail.

Nos decía que quería pasar allá toda la semana pero Jess se negó al ser periodo de escuela. La chiquilla se mostró un tanto triste pero lo entendió.

- Luke, ¿no has estado pensando en tener... ya sabes otro hijo? - preguntó Jess un tanto nerviosa justo detrás de mi

Abrí mis ojos como platos al escucharla. No jamás lo había pensado pero tampoco le podría decir que no quería otro hijo. La decepcionaría. Pero Dios, ¡¿otro hijo?! ¡¿Ahora?!

- No lo había pensado Jess - mentí sólo para hacerla sentir mejor

- Es que, pues ya sabes, no pude disfrutar la infancia de Abby, no se si me entiendes, mejor olvida lo que dije, no sé que digo - me volteé quedando frente a ella y la observé cabiz baja mordiendo su labio

- ¿Tú quieres eso? - pregunté y vi una chispa de ilusión en sus ojos - ¿De verdad quieres tener otro hijo? -

Me arrepentí de mis palabras inmediatamente. Seguro la debí haber ofendido.

- No Jess, no es lo que crees - me disculpe de inmediato - Claro que me gustaría tener otro hijo, ¡me encantaría! Es solo que, ¿no crees que es muy temprano para eso? -

- Esperaré el tiempo que sea si es necesario Luke, lo prometo -

- No quiero que lo hagas. Si es lo que quieres, estoy dispuesto hacerlo Jess, por ti -

Vi como sonreía más feliz que nunca. Tenía toda la razón, yo le había arrebatado toda oportunidad de ser madre, por mi culpa Jess no era normal, o por lo menos sentía que no lo era.

Les había quitado la oportunidad de estar juntas a Jess y a Abigail. Todo por mi culpa.

Meses pasaron desde que Jess y yo intentamos concebir un hijo pero era imposible. Jess era infertil según los doctores por el accidente que sufrimos. No podíamos tener más hijos por nuestra culpa, por mi culpa.

"- Las pruebas que les hemos hecho a ambos indican que un daño muy fuerte recibido en la parte del abdomen de la chica a provocado daños irreparables en su sistema reproductor, lo siento mucho -

Jess y yo comenzamos a llorar abrazados. Todo por mi culpa, por mi negligencia. Había roto los sueños de mi chica por un capricho."

- No es tu culpa Luke, ya te lo dije -

- Sí, sí lo es. Yo lo único que te hago es daño Jess. ¿Cómo puedes estar con un tipo como yo que lo único que sabe hacerte es daño? ¿Cómo? - la culpa que sentía era enorme

- Porque te amo y no importa cuantas veces me hieras, el amor que siento por ti es más fuerte que todo -

- No Jess, tienes que ver las cosas desde mi punto de vista - grité histérico mientras golpeaba el volante

Ese gesto la hizo asustarse y dió un pequeño brinco sobre el asiento. Apreté el acelerador inconscientemente y Jess me ordenó a que bajara de velocidad pero no le hice caso.

Cuando fui más consciente de mis actos, quise pegar freno, pero no respondían. ¡No respondían los malditos frenos! Me asusté mucho y presioné el botón más desesperado.

Miré a Jess que me miraba horrorizada. Seguí intentando pero nada hacía. ¡Maldición, no de nuevo!

- Jess tienes que saltar del auto - grité como primera opción

Mi corazón latía a cien por hora y no era capaz de controlar mi propio cuerpo. Ella negó de inmediato y sujetó mi brazo que agarraba la palanca de los cambios con mucha fuerza.

Le miré a los ojos sin importarme la carretera ya que no habían autos delante. La miré directamente y no dije nada. Sólo lo hice.

- Hazlo, sálvate Jess, hazlo - grité intentando hacerla entrar en razón

Negó de nuevo pero no dijo una palabra. Desabroché ambos cinturones y le abrí la puerta. Me miró una última vez y saltó. Cerré los ojos al ver su caída, tenía que haberse menos daño del que me haría yo.

El auto que conducía atrás de nosotros se dió cuenta y se detuvo ayudándola a levantarse del suelo.

Miré cada uno de sus actos por el espejo del retrovisor. Estaba bien al menos. Jess se había salvado.

Visualicé un árbol cercano y tomé la decisión sin pensarlo dos veces; aún no era mi tiempo de morir, aún no.

Solté el volante y brinqué por la puerta hacia un costado del auto. El coche se estrelló junto al árbol frente a mis ojos, lo vi estallar en llamas.

El dolor en mi brazo, el cual meses atrás tuve un yeso, se vió lastimado y casi no pude pararme.

Entre el humo, la presión, el dolor, los gritos, todo lo que ocurría a mi alrededor quedé inconsciente.

Todo CambióWhere stories live. Discover now