Capítulo 11

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Tres días fueron los que pasé dentro de aquel hospital siendo muy mal alimentado. Me sentía incluso más ligero y algo desnutrido.

Había tenido varios mareos en el hospital pero solo dos llegaron al desmayo.

Había solicitado ser atendido por el doctor Hall que afortunadamente trabajaba en este hospital. El sabía de mi caso y podía hablar con discreción ante Jess.

Según habíamos acordado, él diría que eran solo simples mareos debido a las comidas que me pasaba omitiendo semanas atrás debido al trabajo, al colegio de Abby o incluso por Jess.

Ambos sabíamos perfectamente que nada de eso era real. El tiempo que no estaba dentro de la habitación, estaba cogiendo quimioterapias.

Toda mi familia me había visitado. Incluso Abigail. Todos menos Justin aunque Madison había venido, según ella, cuando se enteró.

Mamá había llorado como si le hubieran dicho que me encontraba en mi lecho de muerte o que tenía una enfermedad terminal. Literalmente sí la tenía pero no era justamente el caso.

Abigail se encontró bastante tranquila cuando se enteró que su padre tenía que ser ingresado unos días más de lo que pensaba.

Me trajo unos dibujos de los tres juntos y me pidió un perrito para su cumpleaños que estaba próxima a cumplir sus 10 años en unas semanas.

Jess había dado un cambio radical. Iba mejorando cada día más con solo pocos días de tratamiento. Caminaba a paso normal pero cojeaba. Raramente lo hacía pero lo hacía.

Ambos habíamos arreglado las cosas sin hablar y todo seguía normal. Como si nada hubiera pasado entre los dos.

Había hablado con papá para que me diera más tiempo libre ahora con los tratamientos. Su cara era de duda pero terminó aceptando.

Fue algo difícil ya que llevaba meses sin asistir al trabajo y pedirle a papá algo más de tiempo era algo aprovechado.

- ¿Qué son estos Luke? - preguntó Jess con una caja bajo llave en mano

Era mi cajita. La cajita que me prometí nunca jamás hablar de ella. La cajita que llevo guardando todos estos años en la antigua habitación que nos perteneció a mi y a Michael desde nuestra infancia hasta que cumplimos la mayoría de edad y ambos cojimos vidas distintas.

La cara curiosa de Jess me miraba esperando una respuesta. Una respuesta que no sabía si darsela o mentirle.

Meneó la caja de arriba abajo al ver que no decía nada.

- Hace mucho que dejé la fotografía, ya no importa - ladeé la cabeza y ella frunció el ceño

Mi respuesta la había puesto en alerta. Frunció más su ceño y se sentó a mi lado en la cama. Parecía que estaba dispuesta a escucharme todo el tiempo que fuera necesario.

- ¿Éstas, son fotografías? - meneó la caja de nuevo y la gran cantidad de fotos se hizo escuchar - En realidad te encantaba esto. ¿Porqué no lo haces más? -

Y ahí estaba la pregunta del millón. ¿Porqué ya no lo hacía?

- Bueno, es una larga historia que no creo quieras escuchar ahora -

- Tengo todo el día -

Lo que no quería escuchar.

- Me prometí jamás hablarlo con nadie, ni siquiera recordar que existían - bajé la cabeza y me rasqué la nuca

- Oh, lo siento -

Ella bajó la cabeza al igual que yo. Estaba arrepentida y no me gustaba verla así. Pasé su brazo por sobre sus hombros y la pegué a mi cuerpo. Besé su coronilla y sonrió. Hice lo mismo que ella.

Jess me sonrió traviesa y me empujó hacía la cama. No supe cuáles eran sus intenciones al principio así que sólo me dejé llevar.

Se tiró junto a mi y me abrazó por el abdomen sonriendo contra mi pecho. Apoyó su barbilla en mi pecho y me miró.

Con mi mano libre, la diestra, acomodé los cabellos rebeldes que caían como cascada por sobre su cara impidiéndole ver con claridad.

Pasé mi brazo por debajo de los suyos y la atraje a mi cuerpo con cuidado de lastimarme. Dejó un beso en mi cuello y un escalofrío me recorrió toda la columna.

Se acomodó como pudo y sentí su lenta respiración en mi mandíbula.

Mi mente se debatía entre si dejar los prejuicios atrás y contarle lo que siempre me había ocultado o desahogarme y perder la dignidad de esa manera.

- Siempre me ha gustado la fotografía. Cuando cumplí doce mamá me regaló una cámara propia ya que siempre usaba la de Samantha. Obviamente me sentí muy feliz pero a papá no le pareció lo mismo -

Mi cabello le pareció algo interesante desde que empezé hablar ya que era lo único que miraba.

- Yo estaba obsesionado, literalmente. Hasta que un día quise tomar una foto de mis padres para guardarla de recuerdo. A mamá le maravilló la idea y papá estaba leyendo el periódico. Les saqué una foto y el flash le molestó a papá. Lo habían despedido del trabajo y tenía mucho rencor - detuve mi relato casi al borde de las lágrimas

Jess me miró y me abrazó más fuerte. No era fácil para mi contar esto a nadie y mucho menos luego de prometerme jamás volver a mencionarlo, ni siquiera pensarlo.

- Me quitó la cámara de las manos, la tiró contra la pared y me dió una bofetada. Nunca había llorado tanto como aquella vez. Me comenzó a gritar cosas y mamá intentó defenderme. Era un niño al fin y como uno fui corriendo a mi habitación, llorando. Me sentía humillado frente a mis hermanos -

- No me sigas contando si no quieres - ahogué un sollozo

- Desde ahí, Justin me molestaba diciéndome cosas horribles para un niño de mi edad. Desde ahí no lo llegué a odiar pero era un sentimiento casi igual. Me molestaba frente a los mayores, sus amigos y pues, de ahí nuestra mala relación. En cambio a mi padre, le he respetado solo por el título que lleva -

Pensé en no seguir contarle nada pero sus ojos me pedían a gritos lo contrario.

- Guardé todas las fotografías que tenía en esa caja. Incluso las que pude salvar de la cámara rota. Prometí nunca jamás contarle de esto a nadie -

- Lo siento, no quería que te sintieras obligado - bajó un poco su rostro, como si estuviera arrepentida

- No me dejaste terminar - sonreí arrogante y ella me miró expectante y algo seria, arrepentida también por sus palabras

- Prometí nunca jamás hablarle de esto a nadie que de verdad valiera la pena -

Todo CambióWhere stories live. Discover now