Capítulo 5

38 9 1
                                    

No encontraba como reaccionar. No es normal que tu doctor llegue hasta tu casa para decirte que te puedes morir en cualquier momento. No es normal.

¿Qué debía hacer? ¿Echarme a llorar y pensar que mañana no estaré? Es lo más normal, creo. O también, ¿aprovechar todos los días que me quedan con mi familia? Es lo más razonable.

Pero nada me parecía lo correcto en estos momentos.

Mis manos temblaban y mi rostro lo demostraba todo. Si Jess me encontrara en estas situaciones, lo más probable sospecharía que algo anda mal. Y si, ¿ya el doctor le había dicho?

Observé mi celular que descansaba sobre la mesa de cristal por la cual podía ver mis pies. La decisión era difícil. De verdad que quería que Jess pasara los últimos días que me queden feliz. Al igual que Abby.

Lo tomé y comencé a marcar. Tuve que borrar los números que había marcado debido a que no eran los debidos. Todo mi ser temblaba y yo no me podía controlar.

- Tranquilízate por favor - me dije

Era imposible tranquilizarme en estas situaciones. Simplemente no podía.

- ¿Luke? ¿Qué pasa hermano? -

- ¿J-jeff? Necesito que vengas por favor -

- ¿Luke qué pasa hermano? ¿Porqué lloras? ¿Dónde estás? - escuché el sonido de unas llaves de la otra línea

- Jeffrey, necesito que vengas... a-a mi casa. Ahora por favor -

- Ahora mismo salgo. Espérame en cinco -

Y colgué.

Dejé que mi celular cayera chocando contra el suelo creando un sonido nulo. Observé como se rompía en dos y el crujido de la pantalla rompiéndose fue tan desesperante.

Estrellé mi cabeza contra el cristal y sollozé aún más duro. Estaba descargando todo el dolor que había estado guardando hace mucho.

Ser el hombre de familia no es tan fácil como papá lo hacía ver. Nada es tan fácil en la vida. Después de tanto tiempo me daba cuenta de muchas cosas.

- ¡Luke! - escuché como Jess tocaba la puerta y gritaba mi nombre

No respondí y no porque no quisiera, no podía. Mi garganta no emitía ningún sonido. La sentía seca. Además, sentía como mis ojos casi querían salirse de su lugar. Dolían demasiado. Mi nariz no aguantaba un respiro más y mis brazos, casi podía imaginar como mis venas se brotaban.

- Gracias Jess - escuché la voz de Jeffrey entrar por la puerta

Había llegado más rápido de lo que pensé. Si es que había pensado. La puerta se cerró de inmediato tratando de no escucharse como un portazo. Jeffrey me miró con miedo y sus ojos se cristalizaron al verme.

Sin dudarlo se tiró sobre mí y me abrazó como nunca había sentido a nadie hacerlo. Mi alma se desgarró con ese simple gesto. Fue ahí cuando descubrí que no estaba solo. Tenía a muchas personas por las cuales luchar.

No estaba solo.

Lo tenía todo.

Todo.

Una familia por la cual luchar. Una hija que logré criar los primeros nueve años de su vida. Una esposa que amaba y me necesitaba ahora más que nunca pues poco a poco comenzaba a caminar.

- Luke - sollozó - No sabes cuanto lo siento, sabes muy bien que no soy de palabras pero, solo quería decirte que estaré para ti en todo lo que necesites. Nunca lo dudes hermano -

Caí inconsciente en un par de segundos luego. Mi cuerpo no reaccionó a nada. A nada. Estaba muy débil.

No tenía fuerzas ni para abrir los ojos. O simplemente no quería.

- Papá -

Mi corazón dió un vuelco al escuchar su delicada vocecita. Abby estaba igual de tranquila que cuando visitaba a su madre. ¿Cómo una niña tan pequeña puede actuar mejor que un adulto en estas situaciones?

- Mamá, ¿papá va a despertar cierto? -

- Tu papá es muy fuerte cielo -

No se oyó nada en la habitación. Ni un sollozo y mucho menos un lamento. Ni tan siquiera una respiración aparte de la mía que era controlada por la máquina que muestra mis latidos.

¿Que me habrá pasado? ¿Un simple desmayo?

Me sentí incómodo. Mis músculos contraídos no eran de mucha ayuda. Era como cuando duermes durante horas y despiertas, sientes que no te puedes mover.

- ¡Luke maldición despierta o te juro que te echaré un cubo de agua congelada! -

Abrí mis ojos y sentí una cachetada.

- Hasta que al fin despiertas -

Enfoqué mi vista y un Jeffrey no muy de humor me miró con ojos llorosos.

- Hasta que al fin despiertas imbécil -

- Yo también te quiero mucho hermano - sonreí como pude y al hacerlo una punzada en mi pecho me hizo cerrar y abrir los ojos demostrando dolor

- ¿Qué pasa? -

- Jeff... - me quedé callado por unos instantes

- ¿Sabes por lo que estoy aquí verdad? -

Asentí.

- Jeff tengo cáncer -

Al pronunciar esa amarga palabra, un nudo se formó en mi garganta. No pude tragar y vi en sus ojos que el tampoco. Era lo menos que se esperaba.

- Aquí estoy - me abrazó

Me aferré tanto a el que de seguro le quedarían marcas. No lloré, mi cuerpo no resistiría más, en cambio el, lloró como nunca antes había visto a alguien hacerlo.

- No, no, no. Dime que no es cierto por favor, ¡dime que no! - gritó

No hice nada. Solo observar a la nada. Tragué saliva ruidosamente.

- Aquí es-estaré hermano, apesar de todo, c-como el primer día te dije que haría -

- Gracias -

Todo CambióWhere stories live. Discover now