—Pues no me gustan tus jueguitos.

—No te enojes —pidió rodeándome con los brazos.

Yo suspiré, me rendí y recargué mi cabeza contra su pecho. Todavía latía acelerado.

—No me enojo, me agobio, que es diferente.

Sentí que sus labios se posaban en mi sien y entonces murmuró un «todo va a estar bien» que, contra todo pronóstico, me tranquilizó.

El resto de la hora se nos pasó volando. Estuvimos hablando sobre el banquete que tenía que volver a preparar con mi tía en unas horas más y Levi intentó persuadirme para que durmiera, sin embargo me negué. Al día siguiente tenía su cirugía y yo estaba muy nerviosa. Quería quedarme ahí con él, pero al mismo tiempo no quería fallarle a mi tía. Confiaba en mí, además aquel dinero iba a ayudarme muchísimo para continuar pagando la matrícula y la renta del departamento, que era ridículamente barata.

—Creo que a va a entenderlo —dije recostada entre los brazos de Levi. Hacía ya rato que nos habíamos acomodado así, frente a frente, y Levi acariciaba mis labios, mejillas y nariz con la punta de su dedo índice.

—Yo creo que tienes que ir. Voy a estar bien.

—Pero...

—Luce, no hagas esto un drama —pidió sonriendo—. Voy a estar fuera antes de darme cuenta.

Mi mano fue a mi oreja como acto reflejo, pero Levi la interceptó antes de que pudiera volver a ese hábito nervioso.

—Es que estoy asustada, no quiero que te pase nada —admití acercándome más a él y abrazándolo con fuerza.

—Soy Batman, ¿que no sabes? Soy inmortal.

Solté una carcajada al escucharlo y sacudí la cabeza divertida.

—Batman no tiene poderes, tonto.

Su sonrisa me dijo que ya lo sabía y solo quería alegrarme un poco.

—Entonces soy Superman, si eso te reconforta.

—Él también tiene sus debilidades.

—¿Ahora quién está siendo negativa?

Después de eso nos quedamos callados y nos abrazamos durante largos minutos. Sam llegó poco después pareciendo apenada por interrumpir nuestro momento, así que me despedí con un beso de Levi y le dije que lo amaba.

—También te amo, enana —respondió sonriendo—. Nos vemos en unos días.

Salí de la habitación con las palmas sudorosas y el temor corriendo por las venas. Sam iba a mi lado ajena a mis pensamientos. Llegamos al elevador que nos llevaría al primer piso y ella sonrió.

—Me alegra que tu novio esté bien —dijo. Me gustaba la paz que transmitía su voz.

—Sí, también me alegra. Casi muero ahí adentro —reí nerviosa—, con todo el drama y la confusión...

—Comprendo.

Los pocos pisos que faltaban los bajamos en silencio. Por alguna razón me sentía incómoda —no en el mal sentido— hablando con ella. Como que diría la cosa incorrecta en cualquier momento, así que cuando llegamos y ella me dijo que debía hacer su ronda, yo asentí.

—Muchas gracias por lo de hoy.

—No fue nada —respondió colocando una mano sobre mi hombro.

Sam era tan bonita y tenía una voz tan calmada, una actitud tan luminosa, que sentí que me reconfortaba solo con ese gesto. Hizo un asentimiento con la cabeza como despedida y entonces la vi marcharse. Y llamé a quien menos me imaginé que llamaría en aquellos momentos.

Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Where stories live. Discover now