Capítulo 11

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Un poco más de una semana pasó desde que llegué aquí. Todo ha sido increíble gracias a Félix, sé que sin él nada hubiese sido igual.

Me encontraba un poco enferma debido a todo el frío que tomé. Estaba envuelta en una manta mirando televisión cuando tocaron la puerta de mi cuarto de hotel.

—¡Adelante!

Félix entró con algo en sus manos. Su nariz y mejillas estaban sonrojadas debido al frío de afuera, estaba adorable.

—Traje algo para mi paciente favorita, sopa de pollo.

—Mmm huele delicioso, gracias.

—¿Cómo te encuentras?

—Cada vez mejor.

—Me alegra oír eso.

Tomé una cucharada de sopa y los recuerdos me invadieron, me llevaron a esas cenas tempranas en otoño donde mi abuela se esforzaba por hacer la sopa perfecta, ésta sabía exactamente igual a la de ella.

—¿No te gustó? ¿Le puse mucho condimento?

—No, está deliciosa. Solo me recordó a mi abuela. En dos días es víspera de navidad y seguro ya esta pensando en la cena —reí tristemente.

—¿Le gusta cocinar?

—Le encanta, siempre lo hacemos juntas —suspiré —. Tiene una tienda de comida y yo le doy el visto bueno a cada platillo que prepara.

—La extrañas.

—Creo que sí, es la primera vez que estamos separadas por tantos kilómetros. Tampoco tuve una buena despedida con ella. Pero aún así, todavía no quiero regresar.

—Oye ¿sabes qué? Tengo algo que te levantará el animo.

Se paró de la cama y sacó algo del bolsillo de su chaqueta.

—Aquí tienes —me extendió dos tarjetas de color rosa claro.

—¿Qué es esto? —le sonreí.

—Son entradas para un baile de navidad que hacen cada año —de repente se puso tímido —. ¿Te gustaría venir conmigo?

No podía creerlo. Quería brincar en la cama y gritar que el chico más lindo me había invitado a un baile.

—Claro, me encantaría —respondí con una enorme sonrisa y lo más calmada posible, mientras en mi mente hacía un bailecito feliz con una doble mortal hacia atrás.

—Estupendo, te encantará.

No había dudas de ello, me encanta lo clásico y lo cursi. Al mejor estilo Cenicienta.

En ese momento recordé que no tenía ningún vestido para ponerme esa noche y quería lucir realmente linda.

—Emm hay un problema, no tengo nada que usar.

—Descuida puedo acompañarte a buscar un vestido.

—¿Irías de compras conmigo?

—Por supuesto que sí, incluso cargaré tus bolsas.

—Entonces ¿qué estamos esperando? —dije con mi barrita de buen humor devuelta al 100%.

Media hora después nos encontrábamos en una galería llena de tiendas, pero hubo una en particular que me llamó la atención.

—¡Entremos ahí! —señalé el lugar.

Había un gran letrero que decía "Fantasy Night". Un montón de preciosos vestidos colgaban de los percheros. Desde que llegué no tuve oportunidad de comprarme algo para mí, esto iba a ser genial.

Recorrimos toda la tienda. Félix me acompañó todo el tiempo, no le importaba que lo vieran en una tienda de mujeres buscando vestidos. Era muy diferente a los otros chicos, quienes no querrían ni acercarse medio metro a una tienda de mujeres por temor a que su heterosexualidad sea puesta en duda.

Diez minutos pasaron cuando lo vi. El vestido perfecto, era tan hermoso. Se encontraba en un maniquí casi al final, era corto, solo un poco por encima de las rodillas, estaba cubierto de brillos de color plateado y lila, y tenia un pequeño cinto que marcaba la cintura.

Todo iba bien, hasta que miré el precio. Demasiado para mí, aún tenía que comprar los boletos para cuando regresara. Traté de que no se notara la decepción en mi rostro y me decidí por uno blanco, sencillo, que entraba en mi presupuesto. Fui hasta la vendedora para pagarlo.

—Oh linda elección —dijo la simpática señora mientras me cobraba.

—Gracias.

—Acaso es para el baile de navidad?

—Sí ¿cómo lo supo?

—Es muy popular, todo el mundo va a asistir —terminó de empaquetar el vestido en una bolsa —. Aquí tienes, que te diviertas linda.

—Muchas gracias —le di una sonrisa y me fui.

—Me alegra que hayas conseguido tu vestido —dice Félix.

—Sí, es lindo.

—¿Pasa algo?

—No no, descuida, creo que necesito descansar para recuperarme del todo de éste resfriado.

—Sí, te dejaré descansar. Mañana te veré a la hora del baile. Antes estaré ocupado, tengo una sorpresa para ti.

—Aww que lindo de tu parte, no tienes que molestarte.

—Y regresamos con tu modestia —suspiró —. Quiero que sea una noche que recuerdes por mucho tiempo.

Félix besó mi mejilla y se despidió. Entré al hotel y subí a mi habitación.

Decidí colgar mi vestido, no quería que se arruinara antes del baile. Era bonito, no tanto como el otro, pero tenía su encanto.

La verdad no importaba que usara mañana por la noche, me bastaba con saber que el príncipe más apuesto sería mi acompañante.

Nieve de Cristales ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora