Capítulo 9

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Un ruido incesante se escuchaba a lo lejos a través de la bruma del sueño. Luché para abrir mis párpados. Realmente me dormí muy tarde ya que cierta persona, que no nombraré, se adueñó de mis pensamientos.

Cuando al fin pude despertarme identifiqué a ese ruido como el teléfono del hotel.

—¿Hola? —mi voz era rasposa cuando contesté.

—Buenos días señorita. Un joven subirá a su habitación en un momento.

Fue como si una alarma se activara. De repente me encontraba completamente despierta y con una sonrisa en mi rostro.

—Claro, gracias —traté de no sonar desesperada.

Me levanté de un salto hacia el baño. Dios, Félix es madrugador y lleno de energía y luego estoy yo, que duermo más que un koala. No podía dejar que me viera así, aunque ya lo hizo. Ahora que lo pienso es la primera vez que un chico me ve apenas despertar. Se siente tan... íntimo.

Un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. Abrí y allí se encontraba él.

—Lindo pijama.

—Ehh gracias —así es, haciendo el ridículo otra vez, así se hace Nina.

—¿Estás lista?

—¿Ah?

—Te dije que te llevaría a conocer otra ciudad. Lo olvidaste —se estaba burlando de mí.

—Cierto. No lo olvidé te lo juro, es lo único en lo que pude pensar toda la noche —tonta, tonta, me golpee mentalmente. No sé por qué dije eso.

—Me alegra saber eso. Yo también pensé en ti.

Yyy allí estaba, Félix siendo completamente dulce y tan directo.
Solo me reí, los nervios me traicionaron. Me estaba comportando como una niñita tonta que se enamora del chico popular de la escuela.

—Te esperaré, tómate el tiempo que necesites. Ponte algo cómodo caminaremos mucho.

—Sí jefe.

Me dió una sonrisa y se sentó a esperar a que me arreglara.

Estaba aplicando mi maquillaje cuando se acercó mirándome curioso cada uno de mis movimientos.

—No entiendo eso.

—¿Qué cosa? —lo miré a través del espejo.

—Las chicas y el maquillaje. ¿Realmente es necesario? Se toman tanto tiempo en eso cuando son maravillosas sin él.

—¡Claro que no! Debemos cubrir las imperfecciones ¿sabes? El maquillaje es un ritual, una especie de arte.

—Pero si tus imperfecciones son las que te hacen real y bella. Natural. Lo perfecto es aburrido.

Wow no sabía que pensaba así, nadie jamás había dicho que mis estúpidas marcas eran bonitas. Si lo veías de esa forma él tenía razón. ¿Por qué maquillarme todos los días? ¿Por qué cubrir mis pecas o lunares? Y las espinillas siguen siendo común entre los adolescentes éstos días. Era completamente normal. Dejaría mi "ritual artístico" en mi rostro para las fiestas y las ocasiones especiales.

Aparté el maquillaje a un lado, tomé mi bolso y me encamine a la salida.

—¿Vienes? —pregunté.

Félix se acercó, tomó mi mano y caminamos hasta el ascensor. Tenía una mirada particular, como si estuviera orgulloso de mí. Quizás solo son alucinaciones mías.

El autobús en el que viajábamos era muy cómodo y muy diferente a los que acostumbro tomar en mi país, esto era casi un lujo.

—¿Y cómo dices que se llama el lugar al que vamos?

—Lillehammer. Lo sé, suena gracioso, pero te prometo que no habrá un montón de enanitos cantando —me reí de sus bromas tontas —. Te encantará.

Resultó que Lillehammer era una de las ciudades mas visitadas de Noruega. Estaba repleto de turistas y cosas interesantes para ver. Caminamos como por media hora cuando Félix se detuvo.

—Esto es lo que haremos hoy —señaló una caseta donde había varios jeeps estacionados.

—¿Vamos a pasear en los jeeps?

—Algo así. Ven, vamos —tomó mi mano y me ayudó a subir al vehículo.

Comenzamos a subir por una colina empinada cubierta de nieve. El paisaje era increíble y el tibio sol hacía que brillara. El recorrido fue corto, pero bastó para que Félix me señalara un montón de lugares asombrosos que se podían ver desde donde estábamos.

Al llegar a nuestro destino pude ver un complejo gigante donde las personas entraban y salían cargando botas de esquí. Oh no.

—Mmm ¿Félix?

—¿Si?

—¿Qué haremos exactamente? —pregunté, aunque ya tenía una idea.

—Voy a enseñarte a esquiar.

—No lo creo. Has elegido a la persona más torpe para enseñarle a esquiar, apenas me puedo mantener en patines.

Él me observaba divertido mientras yo daba mi discurso.

—No te preocupes es muy sencillo y no te lastimarás, hay todo un equipo que debes colocarte primero.

No quería parecer una cobarde y, vamos por el amor de dios, hay niños haciéndolo, que tan difícil puede ser.

Ok, olvidenlo, era difícil.

Mi trasero ya no sentía dolor de tantas veces que me caí. Apenas me coloqué los esquíes me convertí en un ciervo aprendiendo a caminar, pero a pesar de todo, me divertí mucho.

Sin embargo, él era un ganador.
Observar a Félix hacer snowboard se volvió mi nueva cosa favorita. Manejaba esa tabla como si lo hubiera hecho toda su vida, lo que probablemente sea verdad. Cada movimiento era perfecto y coordinado, casi parecía volar sobre la nieve, ¿acaso todo lo hace bien?

Se veía tan lindo con su cara de concentración que...¡Nina por el amor de Dios! Desde cuando me vuelvo loca por un chico tan rápido. Pero tiene ese no se qué, como si me hubiera hechizado.

—¡Wou! —Félix derrapó a mi costado riéndose mientras se sacudía la nieve de su cabello.

—Eres increíble en esto, de verdad se te dá muy bien.

—Gracias —dice quitándose su casco haciendo una reverencia —. Para ser tu primera vez lo hiciste genial también.

—De verdad disfrutas esto —afirmé —. La nieve, el esquí, la adrenalina, se nota en tu rostro.

—Sí —suspiró —. Es una de las cosas que me hace feliz. Me encanta esto, siempre me gustó el invierno, la nieve.

—Así que eres el Jack Frost noruego.

—¿Quién?

—Jack Frost, ya sabes, es esa especie de "príncipe de la nieve y el invierno".

—Ya lo tengo, ¿es ese al que siempre lo hacen con cabello azul y piel pálida? ¿No es como un hada?

—Sí, algo así —comencé a reír.

—¿Asi que me parezco a él? Mmm —comenzó a hacer poses para mí.

—No, tú eres más apuesto —reí.

—Está bien, entonces seré tu Jack Frost.

Nieve de Cristales ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora