Capítulo 3

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Mi casa era muy bonita. Guardaba ese espíritu pionero de nuestros primeros habitantes de Green Bank combinado con la modernidad del siglo XXI.

La casa le pertenece a mi abuela, ella y mi madre son mi única familia.
Mi madre era una artista, pintaba cuadros minimalistas y los vendía en una feria de San Francisco. Ahí fue donde conoció a mi padre, o debería decir al que puso los espermatozoides, porque al enterarse de que yo venía en camino abandonó a mi madre a su suerte y desapareció completamente.

Ante ésta situación, siendo tan joven y con una bebé en brazos, no le quedó otra opción que volver al pueblo de dónde salió y dejar lo que la hacía feliz. De alguna manera, siempre me sentí culpable por hacerla renunciar a sus sueños por mí, pero me decía que soy todo lo que necesita.

Al llegar a casa el calor del hogar me recibió. Mis sentidos del olfato me guiaron hacia la cocina dónde, efectivamente, mi abuela estaba de espaldas trabajando en algún platillo.

Ella es la mujer más dulce que conozco, es la tierna abuelita de las caricaturas, la persona que me ama incondicionalmente.

Es dueña de una pequeña tienda de comida en el centro del pueblo, siempre está innovando con nuevas recetas y yo con gusto me presto a ser su conejillo de indias para probar sus ideas. Es su más grande proyecto, y ahí lo ven, el más grande sueño o aspiración de mi abuela es cocinar un pastel gigante. Nada más.

—Hola abue —la saludé con un beso en su mejilla sucia de harina —. ¿Qué te traes entre manos esta vez?

—¡Hola querida! justo a ti te estaba esperando. Acabo de preparar una tarta de manzanas y estoy segura que se ve mucho más deliciosa que ese chico lindo que sale en televisión. Ya sabes ese Zick Jefron.

—¿Hablas de Zac Efron? —dije riéndo.

—¡Si, él! Siéntate te serviré una porción.

Yo era su mayor alegría, cuando mi madre se embarazó no se lo reprochó, después de todo tenía a su hija de vuelta y una nieta en camino.

—¿Mamá no volvió del trabajo?

—No aún no, pero últimamente vuelve tan amargada que es mejor que se tome su tiempo en regresar.

Actualmente mi madre se alejó de las artes completamente y trabaja en algo totalmente opuesto, una oficina de correos. Ella se esfuerza todos los días para que no me falte nada, pero no puedo evitar notar que desde hace mucho tiempo que ya no es feliz. Lo que me regresa a mi sentimiento de culpa por lo ocurrido dieciocho años atrás.

Terminé de comer cuando la puerta principal se abrió.

—¡Clarice hija! ¿Cómo estuvo tu día? preguntó mi abuela.

—Agobiante pero nada que una ducha y una siesta no mejoren —suspiró mamá, colgando su pesado abrigo en el perchero.

—¿No vas a comer? Preparé una tarta que está deliciosa, Nina te lo puede decir.

—Gracias pero no tengo hambre ahora mismo, solo necesito descansar —comenzó a subir las escaleras cuando la detuve.

—¡Mamá espera! Estaba pensando que podríamos sacar los adornos de navidad del ático y colocarlos juntas, ya sabes como en los viejos tiempos.

—Eso sería lindo pero tengo mucho trabajo que organizar. No todos estamos de vacaciones desde hoy —dijo mientras se dirigía a su habitación.

—¿Tú crees que está muy mal? —pregunté tristemente a mi abuela una vez que estuvimos solas.

—No lo sé cariño —suspiró —. Tu madre siempre fue un espíritu libre y ahora está enjaulada en esas oficinas. Pero por supuesto no es culpa de nadie —se apresuró a decir.

Mi abuela sabía de mis inseguridades con respecto a ese tema y siempre me decía que no me preocupara, que si mi madre hace todo eso es porque me ama.

Una semana pasó desde que estoy de vacaciones y mis opciones de entretenimiento son cada vez menos.
Amanda se va con su familia mañana por la mañana, lo que me obliga a revisar mis contactos telefónicos en busca de alguien para pasar el rato.

"¿Hola?¿Emily? Soy Nina. No sé si me recuerdes estoy en tu clase de Literatura. Te llamaba para saber si te gustaría salir conmigo a tomar un batido... Oh ya tienes planes... Ok, nos vemos. Adiós"

"Hola Jessie, soy Nina. Te llamaba para sab...Ah es su hermano...Está con su tía en Ohio. De acuerdo, adiós"

"¡Hola Mindy! soy Nina. ¿Te gustaría ir al cine hoy?...¿Estas en un qué? ¿Un seminario?... Es todo ese tema de la espiritualidad...Ya veo, diviértete. Adiós"

Al parecer el universo estaba en contra de mi vida social.

Nieve de Cristales ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora