ºCapítulo 15. La rajadura en la paredº

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Abrí lentamente mis ojos y pude observar que nos encontrábamos en la nave regresando a Nueva York, me incorpore rápido mareandome en el instante. Visión me sostuve de ambos brazos evitando que me cayera, Wanda, Natasha, Pietro y Steve, quien estaba sentado frente mío, se encontraban mirándome fijamente. Los miré a cada uno esperando a que me dijeran algo, pero no fue así.

— ¿Qué pasó? —Pregunté sentándome en el borde de la "cama".

— Sebastian escapó —maldije para mi misma—, pero tengo toda la información de él y Alishia —la miré de reojo—. Keshia —se corrigió la pelirroja.

— Se ve que cristal con cristal no hay resultado —bromeó Bruce.

— Pero ellos si pueden dañarme.

— Señorita McConaughey —volteé a ver a Vision—, su padre...

— ¿Qué ocurrió con él?

— Él apareció _____ —habló Steve desde su lugar.

No sabía que hacer o decir, después de tanto tiempo sin verlo, había vuelto a aparecer pero esta vez no estuve para enfrentarlo. Cerré con fuerza mi manos haciendo que estas se pongan blancas por la fuerza que usaba, las estacas volvieron a aparecer pero más gruesas que antes. Todos volvieron a poner sus miradas en mi, Bruce sacó una pequeña botella con un líquido celeste en ella y me extendió.

— Esto evitará que te lo saquen rápido —dirigió su mirada hacia las estacas.

Le sonreí y pude ver a Steve que me miraba igual para luego hacerlo con Bruce

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Le sonreí y pude ver a Steve que me miraba igual para luego hacerlo con Bruce. Miré unos segundos al objeto detalladamente, observando como el líquido se balanceaba de un lado a otro. Cuando todos se fueron, el Capitán se sentó junto a mi, acarició mi brazo izquierdo y las estacas volvieron a ser pequeños cristales que apenas se podían ver. Ambos nos quedamos mirando por unos segundos, hasta que él habló.

— ¿Entre nosotros está todo bien?

— ¿A qué te refieres? —Pregunté sin dejar de mirarlo.

— Sobre la charla que tuvimos —se lo veía nervioso.

— Siempre lo estará, Steve —acaricié su mejilla.

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Ya habíamos llegado a la Torre, decidí bañarme y luego ir a por algo de comida.  La cabeza me dolía horrores, pero era soportable. Tenía demasiada hambre, pero apenas había tocado el tazón de cereales con leche, todos los recuerdos de la colimba y de los experimentos aparecían una tras otra a una velocidad impredecible, como lo era la persona que ahora me acompañaba mi merienda.

La Chica De Cristal. (Steve Rogers y Tú)Where stories live. Discover now