Capítulo 48

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Un día. Aún me queda un día.

Brahms y Nadia no han desaparecido de aquí ni un segundo. Es como si estuviesen cuidándonos, y aunque creyera que Harry está molesto por ello, no sabría decir si es verdad del todo. La verdad es que se ha portado indiferente todo este tiempo, casi dos días. Como si tratara de evitarnos, o como si quisiese hundirse más en el hoyo en el que ya está. No lo sé.

Nadie hace nada, son días muertos. Dormimos durante la noche, Nadia en el cuarto de huéspedes en donde una vez me quedé, Harry y yo juntos, y Brahms en el sillón de la sala. Despertamos para desayunar, comemos, cenamos y a hacer lo mismo de nuevo. Y aunque sólo haya sido un día y un par de horas, se siente como si fueran años. Cada segundo se alarga más y lo agradezco, aunque sea de esta forma.

Harry ni siquiera me ha mirado a los ojos desde entonces, mantiene su distancia y yo no quiero romperla, quiero suponer que necesita su espacio y eso es lo que le estoy dando. Mientras tanto, he tenido bastante tiempo para hablar de tonterías y banalidades con Nadia y Brahms. Ambos insisten en no irse, y por el momento, son mi única compañía y distracción.

No sé si Harry tiene en cuenta de que son nuestros últimos días juntos, antes de separarnos por un tiempo indefinido, por esa parte, me duele. Pero si eso es lo que necesita para sanar, estoy dispuesta a ello. No sé si se ha olvidado de mi presencia por completo, lo que sí sé es que aunque no me haga caso en lo absoluto, yo disfruto de su presencia y de su silencio. He podido observarlo mejor que cualquier otra vez que hayamos estado juntos, he podido ver su debilidad, su naturalidad y hasta su hiriente indiferencia. Y no me molesta, pero espero que esté consiente de ello.

— ¿Heather?, ¿Estás aquí? —pregunta Nadia sacándome de mi profundo inconsciente. Pasa su mano derecha por enfrente de mi cara y la mueve de un lado a otro para que la mire—. ¿A dónde fuiste?

—Lo siento, perdón. ¿Qué decías? —vuelvo mi atención hacia ella de nuevo. Sus ojos turquesa me examinan con detenimiento para después soltar una respiración cansada—. No estamos haciendo nada, y el aburrimiento es abrumador, pero ¿qué otra cosa podríamos hacer?, sé que quieres hacer algo, hablar de algo importante, pero no quiero hacerlo más difícil de lo que ya es.

—No lo puede ser más. Además, ¿Qué cosa de importancia podríamos hablar? —interviene Brahms elevando las cejas.

—Podrían decirme que es lo que pasará mañana —contesto firmemente. Tengo que saberlo de alguna manera y no creo que Harry me lo vaya a decir.

—Harry está arriba ¿cierto? —Nadia pasa la mirada por nosotros dos y después hacia las escaleras.

—Te va a escuchar de igual modo —le contesta Brahms poniendo los ojos en blanco.

— ¿Eso que importa? ¿van a decirme o no? —miro a Brahms, el color avellana de sus ojos no está seguro de querer continuar con la conversación—. ¿Por qué no quieres que hablemos?

—Porque hay algo que Harry no te ha dicho —susurra muy bajo acercándose más a nuestro pequeño circulo, nervioso—. Siendo sincero, no creo que vayas a recuperarlo. Esto es más como una despedida.

—Brahms tiene razón. Cuando tome el cargo cambiará drásticamente su personalidad. Como si no fuese él. Y sé que él te ha dicho que tienes que tratar de recuperarlo, pero eso es algo imposible. No sabemos cuantos siglos trabajó Eliot en esto. Ni siquiera hay una posibilidad de que Harry aparezca en el mundo real. No podemos buscarlo, no podemos llamarlo, no sabremos nada de él si no quiere. Escuchamos un poco de tu conversación con él y... lo que dijo es sólo la punta del iceberg. Eso es sólo una pequeña parte de lo que él será después de mañana. Heather, quiero que entiendas esto. Hay una gran posibilidad de que no vuelvas a verlo en toda tu vida.

El Ángel De La Muerte | H.S | COMPLETA | (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora