Capítulo 10

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Perdí la noción del tiempo mientras lo abrazaba, me dejé llevar por la tranquilidad que me brindaba y terminé en una espiral de la que no quería bajarme, pero cuando me golpeé con la realidad, de que no sabía cuanto tiempo había estado así, en esta posición; el cómo es que me perdí sin darme cuenta y porque es que lo había hecho, como sabía que hacer esto me haría sentir mejor y como es que me lo permití.

Traté de controlarme, de no sonrojarme y hacer a un lado la vergüenza que me asaltó en el momento en el que me percaté de que no sabía cuanto tiempo había estado abrazándolo y sobre todo de que él no estaba abrazándome también, ya había sucedido antes, pero hasta ahora es que me he percatado de ello.

Me retiro con lentitud y trato de reincorporarme sin hacérselo notar. Él luce un tanto inexpresivo, pero poco a poco soy capaz de percibir la confusión que lo arraiga, sin embargo no dice nada.

— ¿Podemos hablar? —mi voz suena insegura—. Yo...

—Por supuesto. Entra, hace mucho frío aquí afuera —su voz suena más ronca que de costumbre, y no me pasa desapercibida la manera en que se encoje por el frío y el vapor cálido que sale de su boca, no trae puesto un suéter o algo abrigador, sólo una playera vieja color gris y unos jeans de mezclilla desgastados, está descalzo pero no se preocupa en ello, su estilo desaliñado empieza a ser normal para mí.

Avanzamos por el pasillo hasta la sala de estar, y ahí Harry se echa en el sillón más grande y largo, se acomoda y echa su cabeza hacia atrás para observarme, yo sigo de pie detrás del sillón en donde se encuentra, pero entonces reacciono y tomo lugar en el pequeño sillón individual que está alado.

—No me has dicho nada. ¿Cómo es que vamos a empezar a resolver ésto? ¿Por dónde debemos empezar? —pregunto, pero él parece hacerse el tonto ante lo que le acabo de preguntar y no dice nada. Su vista me deja para fijarse en un punto en el techo y entonces frunce el ceño y gruñe antes de responder.

—Pensé en eso, estuve recordando, analizando en quién podría haber hecho ésto. Creo que deberías empezar a investigar por un chico que conocí hace varios años, su nombre es Richard Lowell.

— ¿Porqué él? ¿Qué te hizo recordarlo?

—Me odiaba —esboza una pequeña sonrisa—. Siempre me odió. Se esforzaba en siempre ser mejor que yo, trató de salir con mi hermana, y estaba bien que quisiese hacer lo que fuera conmigo, pero a ella, a ella no podía tocarla —menea la cabeza—. No sé porqué es que me odiaba tanto, simplemente lo hacía, a veces sin que me diera cuenta.

— ¿Crees que él fue capaz de...? —trago duro.

—No lo sé, pero sería bueno averiguarlo ¿no crees? —sonríe retorcidamente y hace que un escalofrío me recorra todo el cuerpo en reflejo.

— ¿Y tú lo odiabas? —pregunto.

—Depende, por eso es que necesito investigarlo.

No digo nada más, no necesito saber nada más, sé que tiene una sed de venganza incontrolable, sé que está dispuesto a matar al asesino de su familia cuando lo encuentre, y no sé si quiero ser parte de ello. Puede que al final no haga nada, pero es como apostar contra la corriente, lo más probable es que ella termine arrastrándote y hay un poca probabilidad de que logres vencerla y llegar a la orilla sano y salvo.

Entonces me levanto, lo miro y entonces empiezo a caminar hacia la puerta cuando escucho su voz elevarse por toda la estancia:

— ¿Te marchas? ¿A dónde vas?

—Tengo que ir, a trabajar... —dudo ante lo último, la verdad es que necesito pensar y respirar algo de aire fresco, el día apenas empieza y ya es bastante asfixiante.

El Ángel De La Muerte | H.S | COMPLETA | (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora