12. Dos meses después (Final)

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A mí querido Yeonie...

Nunca he sabido como comenzar esta carta, la escribo a mano por que se que siempre has amado la palabra escrita, tanto como me amabas a mí y puedo decir esto con absoluta seguridad, he recibido todo el amor que me puede dar una persona, he notado como siempre has luchado por mí, el cómo me has demostrado lo que te importo, por eso te escribo esto, para que dejes tu conciencia tranquila (que te conozco). Citando la película "Ghost" No te imaginas cuanto amor me llevo. Vuelve a amar a alguien de la misma manera que lo has hecho conmigo y harás feliz a cualquier persona que esté contigo.

Sé que te hice prometer que no llorarías por mí, pero como sé que lo has hecho, te pido otra cosa que espero puedas cumplir. VIVE. Sonríe cuando tengas que hacerlo, llora solo de felicidad, grita cuando sientas la necesidad y enfádate con quien no acepte todo lo anterior.

Prométeme también que irás a esa escuela de baile en Londres, haz que tu sueño de haga realidad y piensa que yo lo veré, así que hazme caso o me presentaré en tus peores pesadillas.

Hak Yeon pensó que ojalá lo hiciera. Evitó que una de sus lágrimas cayera sobre el papel, lo que menos quería era estropear aquel tesoro. Continuó leyendo la carta, imaginándose que era él quien se la recitaba en su cabeza, recordando su voz. Sonrió después de leer las últimas líneas.

PD: Si estás leyendo esto en nuestro jardín... cuidado con los aspersores...

Se levantó rápidamente en cuanto notó una gota caer sobre él, miró a su alrededor y observó como el jardín comenzó su auto regado.

- Seguro que lo has hecho a propósito. – Dijo mirando las nubes. – Por tu culpa voy a llegar tarde al aeropuerto. Te he hecho caso, así que preséntate en mis sueños.

Miró su reloj, cogió su maleta, guardó la carta en uno de sus bolsillos y se metió en el taxi.

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A unas calles de allí, Taek Woon de terminó de ajustar la corbata frente al espejo sin ganas, pues en media hora estaría camino a una vida que no quería comenzar. Picaron a la puerta y se giró para ver a su madre vestida muy elegante para el gran evento. Le sonrió y se acercó a ella.

- Estás muy guapo. – Le dijo mientras le colocaba un pelo rebelde que se había salido del engominado. – Lástima que ese traje no combine con tu estado de ánimo.

- Mamá...

- Aún estás a tiempo. – Colocó una mano en su mejilla. – No te preocupes por mí. – Su hijo abrió la boca para responder, pero se lo impidió. – Hablaré con tu padre, no permitiré que seas infeliz...

- Y yo no permitiré que tú enfermes por sus estupideces... - Suspiró. – Lo haré, no hay vuelta atrás.

Unos golpes en la puerta los interrumpieron.

- La novia está casi lista, el novio puede pasar al altar. – Ambos asintieron y la organizadora de la boda salió de nuevo.

Taek Woon miró a su madre y se dirigió a la salida, pero las palabras que salieron de su boca lo detuvieron.

- ¿Y Won Sik?

Ella era a la única persona a la que le había contado lo ocurrido hace dos meses, el cómo después de su encuentro con él su vida había tomado algo de sentido. En cuanto terminaron su ruta para buscar el hotel perfecto, Taek Woon volvió a sus brazos más de una vez a escondidas, descubriendo poco a poco algo que creía muerto y sintiendo cosas que solo conocía cuando tocaba el piano.

No estaban en ningún tipo de relación amorosa, pero esas tardes donde combinaban sus talentos musicales seguidos de besos robados y caricias furtivas eran más que suficientes para que Taek Woon no quisiera volver su vida real, y pensó varias veces en subirse a la vieja moto de su amante para huir juntos a un lugar alejado de todos.

La marcha nupcial resonó en su cabeza haciendo que volviera a la realidad y observó cómo su prometida avanzaba poco a poco hacía él con su gran vestido blanco, tal vez para todos se veía preciosa. Miró para otro lado para intentar distraerse y que todo aquel teatro terminara en cuanto antes y se quedó paralizado. Parpadeó varias veces para asegurarse que la persona que estaba viendo era real y sonrió por primera vez en aquel día en cuanto confirmó que no era ninguna alucinación.

En ese instante, bajo la atenta mirada de los invitados, sin pensarlo dos veces y con el corazón a mil por hora debido a la adrenalina, se acercó al muchacho, que se escondía al final de la sala, y lo abrazó para seguidamente besarlo. No le importó los murmullos alrededor, ni siquiera escuchó los gritos de su padre, solo se centró en mirar a los ojos de Won Sik y susurrarle.

- Vámonos de aquí...

No tardaron nada en subir al destartalado medio de transporte para huir sin rumbo fijo.

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A unas cuantas manzanas de la iglesia, Hong Bin terminó de firmar los últimos documentos y miró su reloj, solo le quedaban cinco minutos para salir. Estaba muy nervioso, tal vez solo llevaran dos meses juntos pero era el tiempo suficiente para saber que lo que tenían era algo para toda la vida.

Bajó por el ascensor, ansioso por llegar a su coche e ir a por su chico para darle la noticia, pues al fin se quedaría definitivamente en Seúl y terminarían los viajes que los hacían tener una relación casi a distancia. Unos brazos lo detuvieron al salir y se giró para encontrarse con la razón de su constante sonrisa.

- ¿Hyuk? ¿Qué...?

- ¡Sorpresa! – Dijo mientras ponía sus manos bajo la barbilla. – Mis clases terminaron ayer, te mentí para poder venir.

Hong Bin se derrumbó, pues sus planes se habían ido al traste, aun así no perdió la sonrisa y pensó que gracias a que era un chico prevenido, podía darle el anillo hoy mismo y por la manera en la que su novio se estaba comportando en ese momento, deseaba ponérselo en cuanto antes. Quería a ese chico más que nada en este mundo y aunque no sería de inmediato, quería que fuera suyo.

Cogidos de la mano, se dirigieron al restaurante en el que ya eran clientes habituales, pues las veces que Hong Bin tenía tiempo libre en Seúl invitaba a su chico a comer, que mejor lugar que ese para proponerse. Comenzó contándole que al fin le habían concedido trabajar en la sucursal de allí permanentemente y Hyuk enloqueció de tal manera que se abalanzó literalmente sobre su chico, sin importarle que el resto de clientes les miraran.

- Ahora me toca a mí. – Hong Bin lo escuchó atentamente, pues él también tenía algo que contarle. – He aprobado todo, me han contratado en el hotel y... ¿Te quieres casar conmigo?

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If I could have anyone in the world... It would still be youWhere stories live. Discover now