5. Tiempo

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No podía estar más feliz, las semanas pasadas habían sido las mejores de su vida y no las cambiaría por nada del mundo. Con su mano entrelazada con la de su reciente, ahora sí, marido, viajaban en taxi hasta el Parque Namsan, el lugar donde se conocieron. Quería volver allí y disfrutar del poco tiempo que le quedaba con él.

Jae Hwan nunca entendió por qué Hak Yeon se había fijado en él, un humilde jardinero que cuidaba las plantas de aquel parque, hacía ya dos años. Tampoco supieron si fue cosa del destino o no, pero los aspersores ese día se pusieron en funcionamiento automáticamente, Jae Hwan hizo todo lo posible por apagar el desastre ocasionado, pero eso no evitó que el muchacho de piel morena, que en ese momento caminaba por allí, se empapara completamente.

Aquella misma tarde Hak Yeon había discutido de nuevo con su familia y únicamente quería despejarse paseando por los jardines en los que jugaba cuando era niño. El pequeño contratiempo con el agua lo hizo reír como nunca antes, y conocer a aquel muchacho que amablemente le ayudó a secarse, hizo que su vida diera un giro completo.

Al fin llegaron a su destino deseado y con las manos unidas recorrieron aquel lugar que tan buenos recuerdos les traía. Se tumbaron bajo uno de los árboles de cerezo, que a pesar de la época que estaban aún seguían en flor, y disfrutaron de la tranquilidad de los jardines.

- Vaya casualidad habernos encontrado a Won Sik, ¿no crees? – Dijo Hak Yeon mientras le acariciaba el pelo. Jae Hwan se encontraba tumbado en sus piernas.

- Si... me alegro tanto de volver a verle. – Sonrió con los ojos cerrados.

Won Sik y él habían crecido juntos en un barrio muy común, sus casas estaban paralelas y todas las tardes solían salir a jugar. Ambos se contaban todo, de tal manera que Jae Hwan era un gran apoyo para Won Sik, cuando éste pasaba malos momentos debido a sus padres, y en cuanto murió su madre poco antes de cumplir su mayoría de edad, a su amigo le obligaron a mudarse a otro lugar a las afueras de la ciudad haciendo que no se volvieran a ver. Les fue imposible volver a ponerse en contacto, y encontrárselo ese día, después de vivir los mejores días, era la guinda del pastel, para estar más feliz que nunca.

Estaba comenzando a anochecer, así que decidieron volver al hotel, tomaron otro taxi y después de pedir la cena, quisieron disfrutar de su luna de miel. La habitación tenía un gran yacuzzi en el baño y no dudaron en ningún momento en aprovecharlo al máximo.

- Ven aquí. – Le dijo Hak Yeon de manera provocadora, mientras se tumbaba en la cama de matrimonio vestido solo con el albornoz.

Jae Hwan no lo pensó dos veces, pues ya se encontraba entre las piernas de su marido, disfrutando del aroma floral que le había dejado sobre su morena piel las sales del agua. Hak Yeon cerró los ojos mientras sentía como la temperatura de su cuerpo subía, a causa del roce de los labios de su chico sobre su miembro.

Antes de acelerar su ritmo, subió sus manos por el abdomen formado de Hak Yeon y le quitó el nudo del albornoz, para dejarlo completamente expuesto ante él. No era la primera vez que lo veía de esa manera, pero siempre se quedaba encandilado con su perfección. Acercó su boca a su cuello y comenzó a lamerlo, Hak Yeon a su vez recorrió cada centímetro de su espalda hasta llegar a su entrada, donde comenzó a masajear para preparar su terreno.

Jae Hwan comenzó a jadear ante tal contacto, haciendo reír a su chico, le encantaba verlo de esa manera sobre él. Completamente rendido, el menor quiso cambiar de posición pues se situó a un lado de él para que tuviera mejor acceso y facilitarle la tarea. Hak Yeon no dudó, y en cuanto estuvo lo suficientemente listo, se introdujo en él.

El menor gritó de placer en cuanto su chico comenzó a acelerar sus embestidas mientras le abrazaba por la espalda, dándole pequeños mordiscos en el cuello. Los hombros de Hak Yeon se volvieron cada vez más resbaladizos y su respiración más áspera. Tras hundirse por última vez hasta lo más profundo, su espalda se curvó con la tensión de un arco, y entonces alcanzó el punto culminante. Jae Hwan aún no había terminado, así que se puso a ahorcajadas de su marido y con la ayuda de su mano, llegó al límite derramándose sobre su abdomen.

Ambos cayeron rendidos sobre la extensa cama intentado controlar sus respiraciones y regalándose besos hasta quedarse dormidos.

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If I could have anyone in the world... It would still be youHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin